Daylene Hernández nació rodeada de máquinas de coser, en un ambiente lleno de recortes de telas, hilos y agujas, viendo como casi de la nada se hacían modelos de ropa, un proceso productivo —y también artístico— que marcó su vida.
La joven emprendedora, graduada de Diseño Industrial, creó el pasado año su marca de ropa Innatus, donde busca potenciar la moda y el diseño cubano, apropiándose del conocimiento adquirido durante tantos años de manera “innata”.
De ahí precisamente el nombre de su proyecto, Innatus, del latín de innnato, “que es algo que nace contigo, de ahí que en el proceso de pensar el nombre de la marca buscaba que fuese algo familiar, como una herencia, que en mi caso es el oficio de la costura, que se mantiene de generación en generación y que, por supuesto, se fortalece”, comenta Daylene a OnCuba.
Desde que tiene uso de razón, confiesa Daylene, “en mi casa existe un taller de costura y se vive de eso desde hace varias generaciones. Yo lo que hice fue crear a partir de ese trabajo que ya se hacía y que tanto disfrutan mi mamá y mi abuela, que son quienes llevan el taller de costura”.
Resulta curioso como un modelo de negocio familiar que ha existido en la familia de esta joven durante años, puede llegar a convertirse en una pequeña empresa, con su propia identidad y que, además, ayude en el afán de establecer en el país un mercado regular de moda cubana.
De ahí la necesidad de crear una identidad propia para su negocio. “Antes —señala— acá en Guanabacoa el tema del plagio era una práctica bastante común, por llamarlo de alguna manera: ponerle a prendas confeccionadas la identidad de otras marcas como Supreme, Fila, etc., porque era lo que más comercializaba”. Esta es una variante establecida en el país desde hace años, una alternativa más viable que la confección de diseños propios nacionales.
Daylene cuenta que pese al conocimiento que tenía sobre la costura, al entrar a la carrera de diseño pensó en el trabajo de diseño de interiores, además de vestuario, “pero pensé en el primero porque el vestuario era algo que conocía y uno busca aprender algo diferente en la carrera. Alrededor del segundo año tenía la idea de establecer una marca de vestuario, lo que me frenaba era ser muy indecisa. Pasó mucho tiempo hasta llegar al nombre de la marca, pero cuando lo tuve claro fue que me decidí por completo”.
Innatus no era un sueño exclusivo de esta joven emprendedora, sino el de su madre y abuela, era una manera de reconocer todo el trabajo casi invisible que mantenían desde hace décadas, más allá del lucro, que Daylene también reconoce como necesario.
“Hemos tratado de reflejar un poco lo que somos, una marca creada prácticamente por mujeres, por eso decidí desde el principio dedicarme a ese mercado solamente, en un primer momento”. La sororidad, el body positive y la inclusión, son conceptos que también trabaja Daylene con Innatus, cuyo resultado se aprecia en su trabajo.
Sin embargo, afirma que “nuestro público meta no creo que sean las mujeres solamente. Decidimos empezar así porque es el mercado que más conozco, pero me gusta mucho el diseño masculino y me veo en un futuro haciendo ropa masculina”.
“Creo que el mundo de la moda y el oficio de costura no tienen un género definido; no por temas de machismo, porque siempre han existido sastres y hombres diseñadores de vestuario, nosotros incluso tenemos un hombre trabajando en el taller de costura, así que no creo que tenga en realidad un género preciso”.
No resulta fácil mantener a flote un emprendimiento de esta magnitud, no solo en Cuba, donde sabemos que resulta aun más complejo, pero mientras se es joven uno quiere “comerse el mundo”: “Cuando se emprende un negocio la mayoría de las personas comienzan llevando varias funciones a la vez. Aparte del tema de diseño hago de community manager, dirección de fotografía, además de idear todo lo relacionado con las colecciones y campañas de comunicación, el empaque e imagen de marca”, precisa Daylene.
Llevar adelante una marca de moda para una joven de menos de 25 años, en medio de una crisis económica, parece casi una quimera: “Acá para cualquier emprendimiento en medio de la COVID-19 ha sido muy complicado por el tema de las materias primas y las importaciones, fundamentalmente, algo que sucede en todo el planeta, hubo un tiempo pico que fue casi imposible. Son procesos complicados en los cuales uno debe ir revolucionando muchas cosas”.
“El tema de los insumos es algo que te limita muchísimo. En el mundo del diseño de modas normalmente diseñas, proyectas y después compras materiales y mano de obra en función al proyecto que desarrollas, siempre lo mejor para lo que proyectas”.
En la Isla, precisa Daylene, “viene siendo un poco al revés: tienes que ver lo que tienes o lo que puedes conseguir, lo más asequible en tema de calidad-precio y entonces, a partir de lo que haya, proyectas y eso por supuesto es muy complicado para cualquier diseñador y te limita a muchísimas cosas”.
No obstante, Daylene reconoce que “al final cuando ves el producto te sientes satisfecho con el resultado. Al ver a las personas contentas cuando adquieren la ropa, te das cuenta del reto que resulta”.
Hola !!!!
Es impresionante – admirable la disposición
y la positividad de Daylen, me recuerda a mujeres famosas como Chanel que se forjo’ en medio de enormes dificultades
Gracias x este reportaje