Dos años después de su última edición, la Feria Internacional del Libro (FIL) regresó a La Habana. La que por años ha sido la mayor cita cultural de Cuba sufrió, como muchos otros eventos, su suspensión en 2021 por causa de la pandemia, y luego, a inicios de este año, el rebrote causado por la variante Ómicron volvió a ponerla en peligro.
Sin embargo, esta vez bastó con posponerla apenas dos meses y, en lugar de febrero —su fecha tradicional—, abrió por fin sus jornadas el pasado miércoles. La visible mejoría de la situación epidemiológica en la Isla y la reactivación del tráfico áereo internacional, han permitido que la Feria vuelva a la capital cubana con representantes de una treintena de países y más de 300 invitados extranjeros asociados al mundo de la literatura.
México, por segunda vez en la historia de estos encuentros, es el país invitado de honor, y ha llegado a La Habana con una importante embajada artística y literaria, con reconcoidas figuras e instituciones de su cultura, como el escritor Paco Ignacio Taibo II, la bolerista Eugenia León y el Ballet Folklórico Nacional.
Además, la FIL está también dedicada a los intelectuales cubanos Alberto Prieto y Luis Álvarez, premios nacionales de Ciencias Sociales y Humanísticas, y Literatura, respectivamente; al tiempo que rinde homenaje a escritores ya fallecidos como Nicolás Guillén, Carilda Oliver Labra y Jesús Orta Ruiz, “El Indio Naborí”.
Coloquios, paneles, presentaciones de libros, exposiciones, conciertos y entregas de premios integran, entre otras acciones, el programa de la Feria, que tiene nuevamente a la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, al este de La Habana, como su principal recinto.
Sin embargo, como novedad, muchas actividades se desarrollan esta vez en instituciones del Centro Histórico habanero, como el Palacio de los Capitanes Generales, el Palacio del Segundo Cabo, la Universidad de San Gerónimo y la Biblioteca “Rubén Martínez Villena”, en la Plaza de Armas.
A estas sedes, vuelven a unirse otros espacios de la capital cubana, como el Pabellón Cuba, la Casa de las Américas, el Centro Dulce María Loynaz y la llamada Finca de los Monos. En todos estos sitios, y en muchos más, se desarrollan ya diversas actividades, y están a la venta —con mayor presencia en unos sitios que en otros— más de 900 novedades editoriales y unos cuatro millones de libros, según fuentes oficiales, y también otros productos que habitualmente se comercializan durante las ferias.
Y justo en lo relativo a la comercialización es donde se encienden las alarmas de muchos, pues a tono con el llamado “ordenamiento monetario” y los “ajustes” derivados de él, los precios de no pocos productos y libros parecen inalcanzables. No los de las editoriales estatales cubanas, que mantienen precios bastante económicos —y más, si se tiene en cuenta el actual contexto signado por la inflación—, pero sí los ejemplares de las editoriales extranjeras y otros productos importados.
Aun así, la FIL ha vuelto a convocar al público cubano, que ha regresado a La Cabaña y otras sedes del evento, no solo a comprar libros sino también a pasear y compartir en familia, a pesar de las reconocidas dificultades con el transporte público que atraviesa actualmente la capital.
Una semana resta aún de Feria en La Habana. La cita de las letras se mantendrá sesionando en sus sedes capitalinas hasta el próximo 30 de abril, para luego, como es habitual, recorrer otras ciudades del país caribeño y finalizar en la oriental Santiago de Cuba. Hasta entonces, la literatura y los libros seguirán convocando a todos los que deseen —y puedan— sumarse a su mayor convite en la Isla.