No ha habido tema más comentado y debatido por los cubanos en los últimos días, en particular en las redes sociales, que las denuncias de abuso sexual contra el trovador Fernando Bécquer. Un reportaje publicado por la revista independiente El Estornudo el pasado 8 de diciembre ha sido el detonante de lo que muchos califican ya como el #MeToo cubano y casi una semana después no cesa de generar repercusiones.
Los relatos de cinco mujeres y sus traumáticas experiencias con Bécquer conforman el citado texto, que interpela directamente al cantautor radicado en la Isla y salpica a varias personas de su entorno, que al parecer conocían de sus presuntos abusos y prácticas predatorias, llevadas a efecto con impunidad durante —al menos— casi dos décadas.
La publicación ha levantado una ola de controversias, y ha tenido ya diversas ramificaciones tanto sobre esta trama en particular como sobre el asedio sexual y la violencia de género en Cuba. Estos temas, que ya venían siendo problematizados con fuerza por sectores de la sociedad civil cubana y el gobierno, han ganado una acuciante visibilidad en las redes, en especial Facebook y Twitter, donde numerosas mujeres se han movilizado para dar nuevos testimonios de abusos sexuales, mediante un activismo espontáneo hilvanado con las etiquetas #YoSíLesCreo, #YoSíTeCreo, y #MeToo, entre otras.
No han faltado, además, quienes han respaldado incondicionalmente al trovador —quien ha negado las acusaciones— o le han otorgado el beneficio de la duda y la presunción de inocencia. Y tampoco quienes se han desmarcado de él, han reconocido haber tenido noticias previas sobre sus presuntos abusos y han pedido disculpas públicamente a sus víctimas.
Todo ello ocurre teniendo como telón de fondo la elaboración y debate del nuevo Código de las Familias, que debe ser llevado el próximo año a consulta popular para su definitiva aprobación y en el que el tema de la violencia, junto al de la igualdad de derechos, la pluralidad y necesaria inclusividad en los entramados familiares, resulta un acápite central de la propuesta.
También, la entrada en vigor de una estrategia gubernamental para la prevención y atención a la violencia de género y la violencia en el escenario familiar en Cuba, aprobada por el Consejo de Ministros el pasado junio, como un paso que continúa la estela del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, aprobado en marzo por Decreto Presidencial.
Reacciones al “caso Bécquer”
En medio de las polémicas por el reportaje de El Estornudo y sus secuelas en las redes y otros medios no oficiales, muchas figuras públicas y personas comunes se han posicionado sobre estos sucesos y la violencia de género en sentido general. Y, como no es difícil comprobar, la mayoría de los comentarios y publicaciones al respecto han brindado su apoyo a las víctimas, se han pronunciado contra este flagelo y han llamado a un mayor compromiso social y estatal para enfrentarlo.
Entre las reacciones que ha suscitado las acusaciones a Fernando Bécquer, artistas como Haydée Milanés, Eme Alfonso y Rita del Prado se han solidarizado públicamente con las denunciantes:
Otras personalidades del ámbito artístico, de la comunicación y el sector privado en la Isla han hecho públicas historias personales de asedio sexual sufrido durante la infancia, adolescencia y la adultez, como es el caso de Thais Lisset, CEO de Píxel Cubano, y la comunicadora Amelia Flores:
(1) Estos últimos acontecimientos destaparon un cajón que tenía cerrado y bien guardado en lo más profundo de mis recuerdos
Abro hilo contándoles mi experiencia con algo más o menos parecido— Thais Liset (@thais_liset) December 9, 2021
https://twitter.com/petitepandita/status/1469056902839603200
También en la prensa oficial cubana se han levantado voces como la de la periodista Ania Terrero, del sitio digital Cubadebate. Ella abordó lo sucedido en su muro de Facebook, a través de un post en el que llamó la atención sobre la minimización de las causas presentadas por las denunciantes.
Además, criticó a quienes se han escudado en sus posturas políticas para defenderse y condenó el oportunismo subyacente en esos comportamientos. Asimismo, pidió que se generaran alianzas y redes para la búsqueda común de soluciones al problema de la violencia de género en Cuba:
En paralelo, algunos hombres han mostrado públicamente su solidaridad con las presuntas víctimas de Bécquer y han reconocido su complicidad y silencio ante los sucesos. Sus testimonios, en más de un caso, pretenden ir más allá de los hechos en sí mismos para reflexionar sobre la postura masculina y de una sociedad de marcado carácter patriarcal ante acontecimientos de esta naturaleza.
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Por otra parte, la multipremiada escritora cubana Elaine Vilar Madruga, quien tras la publicación de El Estornudo había referido en su perfil en Facebook que durante la adolescencia había sido víctima de Bécquer, declaró haber presentado denuncia formal a la Fiscalía de la República de Cuba, con apoyo y orientación de la Comisión de Género y Feminismo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). En entrevista a la revista Alma Mater, publicada este lunes, Elaine refiiró que solo daría detalles sobre su caso en el ámbito de la investigación, que ya se encuentra en marcha.
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“Ya reporté mi caso en Fiscalía de la República. Vamos a ver qué disculpas tocan ahora. Yo no las quiero. Proceso legal y justicia. #niunbécquermás”, comentó Elaine en un post realizado por el actor cubano Jorge Ferdecaz en su perfil personal en Facebook.
La Federación de Mujeres Cubanas de Cuba (FMC), organización con respaldo oficial en la Isla —y cuya presidenta, Teresa Amarelle, forma parte del Consejo de Estado y del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC)— tomó partido al solidarizarse con Elaine y las demás víctimas de asedio y abuso sexual que han hecho las denuncias legales.
Al respecto, la FMC declaró en su página en la plataforma Facebook que “orientar y acompañar a las mujeres, en cada proceso ha sido prioridad para la Organización femenina”. Horas después, la organización eliminó este primer post y publicó una nueva declaración, esta vez con un tono más oficial que no interpela directamente el caso de Elaine Vilar y, en su lugar, enfatiza la “voluntad” del gobierno de la Isla de “proteger a las personas contra cualquier manifestación de violencia”:
Por su parte, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) de Cuba, que dirige Mariela Castro Espín, ya había emitido un comunicado en el que repudiaba toda forma de violencia de género. En su comunicación, la entidad que organiza cada la año las jornadas contra la homofobia y transfobia en la Isla, instó a todas las víctimas a formular denuncias “siguiendo los procedimientos legalmente establecidos” para ello.
https://twitter.com/CenesexCuba/status/1469871289573810177?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1469871289573810177%7Ctwgr%5E%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Foncubanews.com%2Fcuba%2Frechaza-el-cenesex-toda-forma-de-violencia-de-genero%2F
Antecedentes y contextos legales
Alianzas feministas de la sociedad civil cubana habían solicitado al Parlamento cubano en 2019 una Ley Integral contra la Violencia de Género, que recogía en total 40 firmas. Entonces, los firmantes no obtuvieron una respuesta afirmativa de la Asamblea Nacional y su solicitud no fue aceptada. En consecuencia, la propuesta no se incluyó en el cronograma legislativo de ese año, como ha referido la académica feminista cubana y una de las firmantes de la Solicitud, Ailynn Torres Santana en su columna en OnCuba: Sin filtro.
Solicitud de Ley Integral contra la violencia de género en Cuba
No obstante, en el contexto de movilización por los casos de asedio de Bécquer, el pasado 9 de diciembre fue publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba la ya referida “Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar”. En su Artículo 1, la Estrategia recoge el objetivo de “garantizar la respuesta integral e integrada para la prevención y atención efectiva a la violencia de género y en el escenario familiar, por su importancia y prioridad para generar una respuesta articulada y coordinada intra e intersectorial a las demandas relacionadas con esta problemática.”
Además de dicha estrategia, el reconocimiento de la violencia de género en la Constitución de 2019, así como la existencia de vías y políticas para la denuncia y apoyo a las víctimas de violencia de género han pluralizado el marco legal y social cubano en los tiempos recientes. Así lo demuestran estructuras no exclusivamente estatales como las líneas de acompañamiento psicológico, de atención telefónica y consejería legal a víctimas de la violencia de género, las consejerías de la propia FMC, el Observatorio de feminicidios, iniciativa del colectivo #YoSíTeCreo, y el anunciado Observatorio de Género.
Pero aun así, especialistas y feministas como Alina Herrera Fuentes han reiterado la necesidad de que la sociedad civil, en especial las mujeres víctimas de violencia y maltratos, participen directamente en el diseño y discusión de las iniciativas en progreso, sobre todo las estatales, sobre las cuales sigue primando cierto “blindaje institucional”. Asimismo, el respaldo estatal a las víctimas y la garantía de espacios seguros para ellas siguen siendo apremiantes en el contexto cubano actual, según opinó Herrera.
Más que cinco mujeres y un agresor: el rompecabezas de la violencia de género en Cuba
Denuncias, testimonios y contextos digitales
Los testimonios presentes en el reportaje que dio pie al debate sobre el caso Bécquer, así como los posteriores relatos de abuso compartidos en las redes, han sido esenciales para que víctimas de asedio sexual y violencia de género en Cuba ganen conciencia sobre la necesidad de crear redes de apoyo y visibilicen sus vivencias.
No obstante, organizaciones como el Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMLAC) subrayan la importancia de que estos procesos de denuncia generados en las redes digitales trasciendan el ambiente virtual hacia las estructuras legales correspondientes. A pesar de que, sin duda alguna, los medios digitales contribuyen en gran medida a educar, visibilizar el debate y apoyar a las víctimas de violencia de género y sexual, su condición de espacios públicos o semi-públicos también somete a las víctimas de asedio a otro tipo de linchamientos y persecuciones. Tampoco implican directa o formalmente a las estructuras estatales responsables por gestionar el conflicto, procesar, educar y legislar.
Al respecto, la denunciante y escritora cubana Elaine Vilar refirió en entrevista concedida a la revista Alma Mater: “Opino que hay un deber legal, a día de hoy, de trascender la noticia, de trascender el revuelo de las redes y esta caja de Pandora que se ha abierto en torno al caso específico; un deber de llevar estos hechos a manos de la justicia para que se cumpla por todas las personas que durante más de 10 años, casi 20 por lo que estoy viendo en algunos de los testimonios, han sufrido desmanes de este hombre.”
La denuncia pública en las redes y los procesos formales de denuncia legal resultan fundamentales entonces, tanto para que el Estado y sus estructuras se nutran e instrumenten mecanismos que encaucen el conflicto de forma coherente con los lineamientos legales que encuadran hoy la problemática de género en Cuba, como también para que la sociedad cubana busque por sí misma canales alternativos para procesar el problema. Las repercusiones y ramificaciones de esta historia deberían estar bien lejos de terminar.