Tarareó Bonito y sabroso, del Benny, y dijo que le trae buenos recuerdos. También Los aretes que le falta a la luna, de Vicentino Valdés, afirmó que le sonaba a Cuba, a esa musicalidad tan marcada en esta Isla, que supo percibir además en Celia Cruz, Juana Bacallao y Francisco Céspedes —a quien considera un puntal de la música romántica.
Álvaro Torres (Usulután, El Salvador, 1954) se decidió entonces a comprobar dos de las razones que más le motivaron a venir a Cuba. “Quería comprobar si era verdad que mis canciones eran tan populares acá” y encontrarse con muchos de esos referentes melódicos que escuchaba en la radio salvadoreña.
En par de oportunidades recorrió la Isla caribeña, para estrechar los lazos con los hijos de esta tierra, hasta que este martes se vino con sus maletas a La Habana, acompañado de su grupo, listo para ofrecer entre el 13 y el 14 de diciembre dos conciertos inolvidables, en el teatro Lázaro Peña –cuyos cupos ya están vendidos, según cuentan.
La visita de Torres es fruto de un proyecto de intercambio cultural entre El Salvador y Cuba, el cual ha propiciado también la presencia del septeto Brisas del Palmar en la nación centroamericana.
Torres agradeció a todos “por darme la oportunidad de cantar mis canciones, canciones que han nacido a lo largo de décadas y que han formado parte de la esencia de lo que soy”.
Declaró este martes, a su llegada al capitalino Hotel Meliá Cohíba, que su música está llena de vivencias personales. Son “historias espontáneas que surgen” y que pondrá a consideración del público cubano, en un apretado resumen de su carrera artística.
Aunque aclaró que su último disco se titula Otra vida, no está listo todavía, ya que solo ha publicado dos temas. Sin embargo, en La Habana hará un repaso “de todas esas canciones que ustedes conocen, que ustedes me han devuelto a mí, marcadas en un cuadro único de afecto, de reconocimiento, de amor.
“(Actuar con) la Sinfónica es un lujo, un agasajo. ¿Qué más puedo pedir? Son los 28 primeros atriles de la orquesta y es un privilegio que nunca soñé, pero es una maravilla que se me haya otorgado. Estoy muy emocionado con eso y espero poder disfrutar del talento de todos los maestros”.
Le tomó tres años concretar esta actuación, pero para nada está arrepentido. “Pensé que era el último romántico, pero realmente ustedes me han ganado la batalla”, dijo.
Ante la pregunta de los periodistas sobre la repercusión, en algunos medios de prensa de Miami, de su actuación en La Habana en un teatro de los trabajadores en Cuba, Álvaro tarareó una de sus canciones más exitosas, que data del 2001: Te va a doler, tarde o temprano ya verás lo que te toca… A continuación se preguntó: “¿Qué cambio podría practicar a cada uno de mis temas? Ese es mi discurso, mis temas de amor ya están en el corazón de la gente, ya existen. Creo que la reacción tendría que ser de alegría, de agradecimiento, porque mis canciones han sido la banda sonora de millones de cubanos, tanto de los que viven acá, como de los que viven en cualquier parte del mundo.
“Así que mi esperanza es de que al contrario de condenar una misión, que sea de agradecimiento, porque mis canciones han sido terapéuticas, medicinales, para los corazones de la gente. Es un servicio que he dado a través de ellas”.
El autor de Acaríciame, Más romántico que nadie y Si estuvieras conmigo confesó que aunque ha grabado salsa, merengue y vallenato para acercarse a las nuevas generaciones, lo suyo es la música romántica. “Me quedó con lo mío, que es la música de entrega de lo mejor a la otra persona, de promesa de vivir una vida juntos”, señaló. a Destacó igualmente que la mayoría de los integrantes de la banda que lo acompaña son cubanos, porque la nuestra “es una cultura fuerte que no solo me ha influenciado, sino a muchos artistas latinoamericanos”.
Con las entradas agotadas en el teatro Lázaro Peña, muchos son los que le preguntan a Álvaro Torres sobre la posibilidad de un concierto más masivo en Cuba. “En realidad para mí sería la gloria, poder llevar mi espectáculo, como dice mi canción, «de punta a punta» por toda la Isla de Cuba. Sería maravilloso si yo tuviera esa oportunidad, ese privilegio. Ojalá, porque estoy ansioso. Después de eso me puedo ir a la tumba tranquilo. Así podré devolver el tributo que durante décadas, aún sin conocernos, ya me ofrecían”.
Fotos: Calixto N. Llanes