Agustín Bejarano, uno de los pintores que más impactó la visualidad finisecular cubana, regresa a la galería de Luz y Oficios, la milla de oro de su empinada carrera, con La cámara del eco, que se inaugura este martes 13 de marzo a las 5:30 de la tarde.
Con esta exposición personal, cuya segunda parte toma el nombre de Memorias en tributo a Rufo Caballero, Bejarano inclina la frente ante el desaparecido crítico y curador, quien hace exactamente veinticinco años redactó el catálogo de Corte final, una muestra que catapultó al artista nacido en Camagüey en 1964.
En esa oportunidad, Caballero, tal vez el más taladrante y díscolo de los críticos cubanos de los últimos treinta años, tituló La cámara del eco a sus notas sobre Bejarano, en las que reflexionaba la valía de la obra de un artista tempranamente exitoso.
“Rufo trató la obra mía en diferentes momentos, así que le respondo, esté donde esté, que sigo trabajando y que no lo defraudo, como tampoco a mis amigos”, dijo Bejarano en exclusiva con OnCuba en el salón maestro del Centro Provincial de las Artes Plásticas.
“Ambos críticos fuimos seducidos desde el principio por la virtuosa imaginería del artista, por su inusual poética de las asociaciones visuales, erigida a partir de una relación sublime e inquieta entre lo clásico y lo contemporáneo”, suscribió David Mateo en sus apuntes para el catálogo de La cámara del eco.
Resumen y cambio de códigos
En las blancas paredes de Luz y Oficios, una casona colonial ubicada casi a los pies de la ribera oeste de la bahía, colgará una suerte de resumen del creador, desde sus grabados sobre plástico, de fines de los 90, hasta sus imponentes lienzos de gran formato de las series Olympus y Crepúsculo, ambas del pasado año, que dan fe de las preocupaciones ontológicas y ecologistas del autor.
Una de las piezas paradigmáticas de la exposición es Torre de merengue tropical, grabado sobre plástico de 1993, la primera obra de Bejarano que se publicó en la revista Art News, de Nueva York, y que es el punto de torsión hacia códigos figurativos.
“Anteriormente, tenía una obra más hedonista, más abstracta, y no usaba la figura como a partir del 94”, consideró Bejarano.
El propio proceso evolutivo en doble sentido, como artista y como ciudadano, hizo que la producción pictórica “tuviera un compromiso más directo” y se alejara de los códigos abstractos, que “no me permitían hilvanar un diálogo intenso sobre la problemática ideológica de los años 90”.
En el 89, con Huracanes, curada por Caballero en el Castillo de la Real Fuerza, el pintor cerró, aunque no definitivamente, su etapa abstracta.
“El artista siempre tiene que tener un motor de cambio. Un punto de partida y de negación que es la premisa para ser creativos”, sustentó Bejarano, cuyas exposiciones personales han sido vistas en galerías de México, Japón, Canadá, Suiza, España y Estados Unidos.
El accidente
En ese último país, participando en 2011 como invitado con la serie Paisajes, en la Feria Internacional de Arte, de Miami, Bejarano enfrentó el episodio más dramático de su vida, al verse envuelto en un presunto caso de pedofilia denunciado por una familia cubana residente en Hialeah.
Devuelto a Cuba luego de poco más de tres años de cárcel, tras una negociación con la fiscalía –confesión de culpabilidad a cambio de no podrirse tras las rejas– Bejarano afirmó que la experiencia no perturbó su faena como artista.
“Para nada. Yo seguí trabajando mi obra de forma muy serena y con la misma pasión. La experiencia la procesé y quizás me dio más fortaleza para poder asumir los retos de la vida que son muy difíciles a veces”, aseguró.
El artista, galardonado con el Gran Premio del Salón Nacional de Grabado en 1997, se autodefine como una “gente abierta, con una visión amplia sobre lo ecuménico que puede resultar la ayuda al prójimo”.
“Lo que más me dolió fue la opinión que se puede tejer sobre una persona que ha estado totalmente fuera de alcanzar algo negativo en su vida”, y que considera a la infancia como “la etapa fundamental” en los seres humanos.
Después de la tormenta
Distante ya de su ciclónica etapa de creador, en que salían de sus pinceles casi al mismo tiempo series como Las anunciaciones, Las coquetas y Angelotes, haciendo “confluir muchas necesidades como creador”, Bejarano, a partir de 2002, entró en un curso más meditativo y sedado.
“Me doy más el derecho a la reflexión, a buscar más lo que quiero hacer, los colores precisos, la composición… Lo que más atosiga mi cerebro es generar una obra nueva, oxigenada, que tenga interés para mí, y que rompa lo anterior que vengo haciendo”.
Lam, Portocarrero, Domínguez, Oliva, Zayda del Río, Chocolate, “que fueron mis maestros y que tanto me inspiraron en mi obra actual”, forman parte de la iconografía admirada por Bejarano, junto a Picasso, Chillida, Barceló –no menciona a Dalí, pero es inocultable su fantasma–, algunos nombres de la transvanguardia europea, que “hicieron una obra contundente”, además del estadounidense Julian Schnabel, “con su neopintoresquismo y sus collages a partir de cerámicas rotas”.
Amante de la lectura, sobre todo del género biográfico, y de los buenos chistes criollos, que también suele hacer, Bejarano afirmó que no es un tipo tan aburrido como a veces sugieren los personajes de sus cuadros, “tan diminutos y tan llenos de silencio interno”.
La dialéctica del navegante
Aunque respeta el trabajo de otros a partir de las tecnologías al uso, “medios parartísticos”, los llama, como el vídeo, la fotografía y las plataformas digitales, Agustín Bejarano sigue militando en un arte más tradicional, de pincel, lienzo, esponja y potes de pintura.
“Lo mejor es convivir. No rechazo las nuevas tecnologías, ni los nuevos lenguajes. Mi hijo está en San Alejandro y el miedo mío es que se parezca a mí”, dijo, defendiendo las opciones, el cambio y la dialéctica del arte.
“Me veo en la distancia como un eterno navegante, buscando nuevas tierras; tratando de ser más yo, mientras niego lo anterior”.
Con 53 años, el artista ya ha puesto en práctica diversos artilugios para pintar por horas consecutivas, descansando el antebrazo en una suerte de muleta que mejora su resentida musculatura, en tanto, pese a los achaques, se sigue encargando de todo el proceso plástico.
“De principio a fin. No dejo que nadie toque ni un ápice de mi obra”, aseveró un meticuloso Agustín Bejarano, alguien que bracea todos los días por estar “siempre en la vanguardia”, sin los fuegos fatuos de la vanidad, porque “si alguien no debe engañarse soy yo y yo no me permito engañarme”, concluyó después de calmar su sed con un largo sorbo de ron.
Desde que vi su primer cuadro quedé atravesada, su obra es despertadora, distinta,
no puedo imaginar lo que ha pasado si fue víctima de una injuria tan escabrosa y tenga que convivir con la eterna duda de los demás.
Para mí, dejó de ser un referente cuando se asomó la sombra de la duda. Nunca más veré su obra, nunca más, porque el solo hecho de estar vinculado a un posible ultraje como ese a un niño, para mí es imperdonable. Tengo un hijo, es lo que pasa.
La duda tiene dos partes, si no, no es duda, ud lo condena y la respeto. Alicia en el país de las maravillas la han adaptado hasta en círculos infantiles y el autor arrastra muchas dudas.
Una cosa son las dudas políticas y otras las dudas relativas a abuso sexual infantil. Para mí son cosas tan diferentes que a usted, Petula, debería darle pena equipararlas.
Las dudas sobre Lewis Carrol son de la misma naturaleza, por pedofilia, debería informarse antes de atacar. De hecho, a esa aberración le adhjudican la inspiración de Alicia. Documentarse primero, luego hablar.
Me suena un poquito mal eso de “una familia cubana residente en Hialeah”. La tal familia eran unos amigos suyos, ¿no? Sea cierto o no, fue bastante patético en su momento ver como desde Cuba muchos firmaron cartas sin haber estado en el lugar de los hechos, defendiendo la “integridad” del acusado, como si una persona el dia antes de cometer un crimen no pudiese haber sido un padre perfecto, un marido ejemplar y un ciudadano intachable y al otro dia cometer un horrendo crimen.
Petula, a Lewis Carrol tampoco lo leo. De hecho, Alicia en el país de las maravillas me parece un esperpento y no la obra cumbre que todos ven. No subestimar la inteligencia del interlocutor, por favor, y terminar de aceptar que la gente opina lo que le parece. La opinión es subjetiva. A Bejerano nunca más lo consideraré un artista, como a Weinstein, como a Carrol. Punto. Asúmelo, Petula. Tú disfrútalo y ensálzalo y ojalá no tengas que llevarlo a tu casa. Si lo llevas, pon a tu hijo a buen recaudo. Es un consejo.
Sarahí, yo le comenté que el autor de Alicia fue acusado de pedofilia y no un perseguido político como ud afirmó, y como me instó a no comparar los cargos, yo se lo aclaré. Si independientemente de eso ud insiste en vociferar su superioridad moral dando por hecho que yo amparo esas conductas, bueno, ya ese es su problema. Que si Westein, que si ensálzalo, disfrútalo, de verdad, mírese eso, permítame que sea yo quien la aconseje.
Petula, a la Alicia que me refería era a Alicia en el pueblo de maravillas, la película censurada en Cuba. Fíjese si no tengo en cuenta a la Alicia de Carrol que fue en la otra en la que pensé. Y mi nombre no lleva tilde en la I. Es Sarahi, sin tilde. Y no recomiendo a Bejerano. Para eso usted se basta sola, evidentemente.
En última instancia, Petula, de qué estamos hablando? No hay duda: Bejerano fue condenado y cumplió. Usted conoce a alguien que pague sin haber cometido el crimen?
Sara, ud está en modo turba y hace de mi comentario un motivo para su acto de repudio, búsquese otro acontecimiento que lo merezca para que gustosa pueda desenvainar su lengua y despacharse que aquí no hay chance, estoy en contra de la pedofilia y el abuso en todas sus formas y sí he conocido de condenados inocentes.
Copio
Alicia en el país de las maravillas me parece un esperpento y no la obra cumbre que todos ven.
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Maravillosa novela. El novelista no fue formalmente acusado de ese delito. Hay rumores de que se enamoraba de las ninas, pudiera ser, pero solo rumoes y probablemente un amor platonico. Hay padres que visten a sus hijas de manera muy provocativa. Yo evito mirar. El odio que genera esa aberracion ja, ja, ja puede meter a cualquiera en problemas
Petula, lo que pasa es que la pedofilia es un hecho deleznable, al menos para mí. Si para ti es algo intrascendente, no podemos entendernos. Ni en modo turba ni en modo alguno. Bejerano cumplió y no era inocente. Si tienes alguna prueba de lo contrario, sería bueno que dejaras de especular y la expusieras aquí. Hubiera sido bueno que se la hicieras llegar a él en Miami, a ver si se hubiera salvado de la condena. De lo contrario, solo especulas, lamento decírtelo. Sigue cogiéndole pena a un pedófilo. Tú sabrás.