Cuentan que en un humilde museo de Rusia cuando llegaban los visitantes quedaban sorprendidos ante espacios vacíos en las paredes, aunque conservaban el pie de obra. Cuando preguntaban, los guías del museo le respondían “son cuadros saqueados por la invasión francesa el siglo pasado”. Poco después, en Checoslovaquia, un pequeño museo de pueblo usó el mismo argumento, pero la repuesta era otra, “esta obra ahora está en un museo soviético”.
El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba ha confirmado el robo de obras de arte del edificio socio-administrativo “Antonio Rodríguez Morey”, del Museo Nacional de Bellas Artes. Aunque se desconoce la cantidad, las obras, según la nota, pertenecen a la prevanguardia, el cambio de siglo, marcado por la pugna entre el academicismo y las tendencias de la modernidad.
No ha trascendido la lista de las obras robadas, aunque se conoce que el método consistió en cortar los lienzos y apilar lo marcos de modo que no se apreciara el faltante.
El mercado internacional del arte está muy protegido contra los robos y el tráfico ilegal de obras de arte. Si alguna de éstas cae en el circuito establecido deberá retornar a Cuba sin mayores problemas, pero si cae en manos de coleccionistas privados su destino será otro: adornar las paredes de los sibaritas del arte.
El arte cubano de fin de siglo se caracteriza porque sus exponentes son deudores de un programa de aprendizaje protagonizado por Manuel Melero, primer pintor cubano que dirigió la Academia de Bellas Artes de San Alejandro. Los principales exponentes de esta escuela fueron Armando G. Menocal, Rafael Blanco y Leopoldo Romañach, entre otros.
El patrimonio pictórico es un valor común que debe ser preservado y protegido. En todo robo, y más en uno como éste se manifiesta indolencia y despreocupación, sin otra justificación. Esperemos que al final no escuchemos la voz gris de un guía describiendo el espacio vacío de una pared.
Las autoridades del Registro de Bienes Culturales pusieron a disposición de todo aquel que pudiera brindar información los teléfonos: (537) 832 – 0058 / 535 285 – 3610 y la dirección de correo electrónico: registro@cubarte.cult.cu.
Foto: tomada de Cubarte.cult.cu
Lo indignante primero es que los guardianes de la bodega los dejasen robar o ellos mismos lo hicieran. Lo otro es que la Aduana, con “tantisimos controles, chequeos y la multiplicidad de inventos, incluso a mi que hace como ocho anos venia con unas malangas para mi nieta en Europa y luego de pagar el retactile y cuando estaba haciendo el checking me llamaron por el allltoparlante acusandome de que llevaba langostas. Una senora inmutable, me lo hizo abrir y luego ni siquiera se disculpo. oh querida y flamante institucion!!!
Cuidado cuando un pueblo pierde su patrimonio cultural es que algo mas profundo esta pasando en la conciencia nacional