Cuando las imágenes aéreas de Cuba capturadas por el lituano Marius Jovaisa comenzaron a circular por Internet, hubo más de una reacción de orgullo nacionalista herido de “Tenía que venir el extranjero a hacer estas fotos antes que los cubanos”.
Pero el extranjerismo de Jovaisa tuvo un papel pequeño en una hazaña que le tomó cinco años de su vida, le consumió un millón de dólares, le desafió la paciencia y llegó a sentarlo en un interrogatorio con las autoridades por sospechas de espionaje.
El secreto del éxito de este proyecto –que cualquier conocedor de la institucionalidad cubana plancharía de entrada por “imposible”– estuvo en la preparación atlética del fotógrafo. Fue su naturaleza obsesiva e insistente de triatlonista, y no ser rubio o haber nacido en Europa, lo que le permitió dominar el “deporte extremo” que es tramitar cualquier idea fuera de lo común por los precipicios de la burocracia cubana.
“Siempre me han gustado las actividades que te disparan la adrenalina,” dijo Jovaisa a OnCuba en una entrevista vía Internet. “He practicado parapente, paracaidismo de caída libre, salto elástico al vacío, esquí acuático sobre tabla, snowboarding, surfing. Fue así que vine a interesarme por la fotografía aérea como género hace unos 12 años, porque combinaba ese gusto con mi pasión por la fotografía.”
En 2006 publicó su primera colección, Unseen Lithuania, sobre su país natal, que se convirtió en un best-seller, seguida de una primera experiencia internacional en Belice, Heavenly Belize (2008).
Nadar en aguas desconocidas
“Después de publicar esos dos libros me quedé pensando en cuál sería el próximo país,” explicó. “Me percaté de que nadie había hecho nada similar en Cuba, por las condiciones políticas y las dificultades técnicas, y pensé que sería buenísimo convertirme en el primero en lograr algo así en el planeta. También estaba el hecho de que Cuba es famosa en todo el mundo y sabía que el libro iba a despertar interés en muchos países.”
Jovaisa llegó a Cuba por primera vez en 2010. De ese viaje recuerda que los cubanos con quienes tuvo contacto pensaban que sería un milagro que alguien –sin importar si era nacional o extranjero– consiguiera permiso para hacer lo que él quería: sobrevolar la isla, a baja altura, para tomar fotos. Fue el inicio de cinco largos años de reuniones, cartas, solicitudes, explicaciones, esperas, e incertidumbre.
“Me mantuve regresando a Cuba, visitando todos los ministerios, instituciones, fundaciones y asociaciones de arte posibles. Organicé seminarios y presentaciones, y hasta una exposición de mis fotos de Lituania en una galería en La Habana. Doné decenas de mis libros anteriores, y finalmente convencí al Ministerio de Cultura para que apoyara mi proyecto y se convirtiera en mi supervisor oficial,” dijo.
Mientras esperaba los permisos, le encargó a una compañía australiana llamada Airborne que le construyera su propio ultraligero XT-912, similar al que había usado en proyectos anteriores.
El envío desde Australia demoró dos meses, con la complicación de no poder tocar puerto norteamericano en la ruta hacia Cuba. En el camino se oxidaron algunas de las piezas, por el efecto de la humedad, y todo empeoró cuando le retuvieron el aparato otros dos meses en la Aduana. Para poder ensamblarlo y probarlo tuvo que traer un piloto desde Lituania, y certificarlo antes las autoridades cubanas.
“Muchas veces me sentí desesperado y al borde de renunciar a la idea,” dijo, “principalmente durante los primeros dos años cuando todavía no había empezado con las fotos. Es frustrante invertir tanto tiempo y dinero sin tener la más mínima seguridad de que al final vas a ver los resultados.
“Además tenía que atender mis otros proyectos, mi familia en expansión, etc. así que hubo momentos en que me dije: “¡Al carajo con todo esto. Estoy financiando todo, lo único que estoy pidiendo es que me firmen unos papeles, y aun así se demoran una eternidad!
“Pero a medida que le dedicaba más de mi tiempo y energías y me sumergía más y más en el proyecto, más sentía que no quería abandonarlo sin un sentimiento de realización. Es como en el triatlón: ¡no hay que darse por vencido nunca!”
Ciclos de resistencia
En junio de 2012, dos años después del inicio del proceso, consiguió hacer el primer vuelo de prueba, desde Colón, en Matanzas, a unos 180 kilómetros de La Habana.
Jovaisa haría las fotos desde el asiento del pasajero, situado detrás del piloto. “Es difícil hacer las fotos porque los cables y las alas interfieren,” explica en su sitio web, “pero con mucha práctica encontré la manera de hacerlo. Tenía más de 100 horas de experiencia con este tipo de aparatos en Hawai, Belice, Australia, Lituania e Italia, entre otros lugares.”
Según él, en todos esos países la autoridad de la aviación civil lidia con estas aeronaves como simples aparatos experimentales, con poco más de exigencias que las que se le hacen al dueño de una moto. Pero en Cuba, lo trataron “como si fuera un Boeing”: tenía que registrar todos los vuelos, entregar el plan de vuelo el día antes, tener un radar y un transpondedor, contar con un mecánico en el staff e inspeccionar la gasolina regularmente para garantizar que no tuviera agua.
Le entregaron un mapa que mostraba las áreas por donde podría volar y hacer fotos. El plan no incluía ninguna ciudad del país. Tuvo que apelar, insistir en su interés en volar al menos sobre Santiago, La Habana y Camagüey. La respuesta fue positiva, pero La Habana seguía estando fuera de los límites.
“Me dijeron que ni soñara con sobrevolar La Habana, pero al final los convencí,” dijo. “Y no solo me dieron el permiso, ¡sino que ni siquiera tuve que usar un helicóptero! Me dejaron volar sobre una ciudad de 2 millones de habitantes en el ultraligero. Eso no hubiese sido posible en ningún otro lugar del mundo.”
Carrera final
La expedición fotográfica comenzó en Varadero, y fue desplazándose hacia el este por toda la costa norte, hasta llegar a Guantánamo, para volver de ahí a La Habana, y posteriormente a Pinar del Río.
En esta última etapa continuaron las dificultades. Jovaisa y su piloto tuvieron que lidiar con mal tiempo, con permisos vencidos que hubo que renovar, gastos y más papeleo. La espera fue tan prolongada que algunas instituciones habían desaparecido y los funcionarios ya no eran los mismos, así que el proyecto fotográfico había sido olvidado por algunos, como si no se hubiese tramitado nunca.
Casi al final del trabajo de campo fueron interceptados e interrogados por oficiales del Ministerio del Interior que habían recibido información sobre un espía extranjero que estaba tomando fotos aéreas. Aunque pudieron aclarar la situación, la sospecha y el rumor que se diseminó inmediatamente vinieron a interferir con los permisos de vuelo.
La vuelta a Cuba tomó unos dos años, porque además de querer tomar imágenes en diferentes estaciones, la ventana de tiempo diaria para tomar las fotos que buscaba Jovaisa era muy estrecha. Necesitaba de la luz amarillenta o rojiza del amanecer o el atardecer, para lo cual disponía de una hora en cada caso. “Después de ese horario el sol está muy alto, muy fuerte, las sombras desaparecen y todo se ve como un mapa,” explicó.
Los vuelos los hacían a una altura promedio de 90 metros de altura, y duraban de una hora a una hora y media. Lo más alto que ascendieron fue a poco menos de 2000 metros de altura, cuando sobrevolaron el Pico Turquino, la elevación más alta de Cuba.
El libro final incluye unas 300 fotografías, seleccionadas de un total de 50 000, hechas todas con cámaras Nikon, modelos D3, D3S y D800 E, y objetivos Nikon 24-70, 14-24, 200-400.
A la pregunta de cuál fue su región preferida respondió que no podía elegir un solo lugar. “Tengo grabada en la memoria la vista asombrosa de la ciudad de Baracoa y sus alrededores. Me gustó Trinidad y Playa Ancón en la parte centro sur del país. Viñales también está entre mis predilectos. Otro lugar increíblemente bello es la Cayería Norte, al este de Varadero, donde están Cayo Las Brujas, Cayo Santa María y otros.”
Línea de meta
El libro lleva un tiempo a la venta en su sitio web, donde además se puede leer en detalle todo el desarrollo del proyecto. Pero en Cuba, donde hay un público naturalmente interesado, no hay acceso a compras online, ni salario que pueda costear el precio de uno de estos volúmenes opulentos, así que le pregunto qué pasó con aquellos 500 ejemplares que había prometido donar al país.
“Después de tener las fotos listas envié versiones de tamaño más reducido a los funcionarios cubanos, que tardaron varios meses para revisar la muestra. En una reunión me dijeron que todo estaba bien y que podía continuar.
“Pero tiempo después, cuando ya se estaba imprimiendo el libro, me volvieron a contactar con una larga lista de fotos que no debían incluirse. No me explicaron los motivos. En ese momento ya era demasiado tarde para hacer nada, y creo que eso deterioró mi relación con el gobierno cubano. Les envié una copia del libro impreso y nunca me respondieron. Quiero visitarlos en septiembre y ver cómo podemos solucionar este malentendido. Es por eso que todavía no les he entregado las 500 copias que les prometí.”
“Mi sueño es organizar una serie de exposiciones y presentaciones en las principales ciudades de Cuba,” dijo. “Incluso mi plan es combinar eso con un tour ciclístico que salga de La Habana en dirección a Oriente, para que una parte de mi equipo participe y la otra pueda seguirnos en vehículos. Actualmente no es posible porque primero tengo que restablecer relaciones con el Ministerio de Cultura y otras instituciones, pero espero poder hacerlo en septiembre.
“¿Si lo haría todo de nuevo o no? Es difícil decir, porque ahora tengo más hijos, cuatro en total. Cuando empecé el proyecto en 2010, solo teníamos dos y fue más fácil asumir algo a tan largo plazo y complicado como esto. Pero cuando cierro los ojos y recorro mentalmente las imágenes de ese país estupendo y revivo las experiencias fantásticas de volar y viajar con el equipo cubano, la respuesta es que, sin duda alguna, ¡Sí!”
Las mejores fotografías de un país se logran a ojo de pájaro. Cierto, a ningún lugareño se le ocurrió. Pero, ¿Nunca han pensado por que?.
Un ejemplo combinado de perseverancia humana y belleza de este país.
¡Lástima que pongamos siempre tantas trabas para todo!. Muchas más cosas lindas se podrían hacer, sin dudas. Incluso por los cubanos.
Que lindoooo como para morir de amor!!! Gracias, gracias y muchas gracias mas…
Por el amor y dedicación a mi tierra y este hermoso proyecto, es alentaror y reconfortante ver como gente de otros paises sienten tanta pasion por Cuba, que incluso muchos nativos caresen y mesclan todo con la politica…exitos en nombre de todos los cubanos que si amamos a nuestra patria independientemente del gobierno en turno…te saludo con agradecimiento y esperamos el libro para podernos deleitar con las imajenes, un fuerte abrazo y muchas bendiciones❤ I love CUBA!!!
Qué clase de supermango el rubio jeje
gracias a toda persona de este mundo que se pueda interesar por mi país. 1000 gracias
Te agradezco el esfuerzo y la idea de hacerlo en Cuba, mi pais natal, al que siempre sone conocer, pero no pude, pues tuve que emigrar a los 45 anos y antes fue imposible por lo que todos saben. Gracias por mostrar la hermosura de un lugar que unos cuantos han hecho triste y descuidado, esa tierra mas linda que ojos humanos han visto
Hermosas fotos de mi pais.
Gracias a este joven vencedor de la mediocridad y el desinterés la geografía de cuba es bella