Yudit Vidal Faife ha asumido desde las artes visuales un personal reto: rescatar los puntos tradicionales de la lencería cubana. Su desafío tiene un basamento histórico: “cuando la industria azucarera dejó de ser el sustento esencial de Trinidad, la artesanía sostuvo económicamente a muchas familias y la mujer fue el pilar fundamental”, dice.
El proyecto Entre hilos, alas y pinceles que encabeza Yudit agrupa a veinte artesanas trinitarias que cultivan puntos únicos y exclusivos –algunos del siglo xviii y que ahora han sido rescatados–: el lienzo crudo se va poblando de texturas y el deshilado o las aplicaciones del tejido a crochet se adicionan al lienzo, y así las imágenes de Yudit cobran una vida tan sui generis como cubana.
La obra de esta artista ha sido exhibida en Italia, Luxemburgo, Holanda, Ecuador, Francia, EE.UU., España, Italia, entre otras naciones, y el Círculo Universal de los Embajadores de la Paz –radicado en Suiza y Francia– le otorgó el título de Embajadora de la Paz, distinción que por primera vez se le concede a una cubana.
Cuando de pequeña a Yudit le regalaban libros de colorear, ella comenzaba a tapar las siluetas. Sus padres se percataron de que “tenía una rara inclinación” para crear sus propios diseños, dice a OnCuba esta joven artista nacida en Santa Clara, pero asentada en la Villa de la Santísima Trinidad, una de las mejores conservadas de América y declarada por la UNESCO, en 1988, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Con apenas ocho años, Yudit Vidal (1979) manifiesta su interés por el dibujo algo que, confiesa, “ha estado en mi sangre, en mi sentir y es un don que uno desarrolla en el trascurso de la vida”.
Egresada de la ya desaparecida Escuela de Artes Plásticas “Oscar Fernández Morera” –entonces emplazada en la colonial villa trinitaria– continúa sus estudios en La Habana en el Instituto Superior de Arte, ISA, de donde se gradúa en 2008 en Licenciatura de Artes Plásticas, en el perfil de Restauración y Conservación de Bienes muebles. Dicha especialidad la dotaría de un significativo caudal científico que revierte en su obra.
“Cursar estudios académicos no es la garantía para convertirte en creador, porque el artista nace con ese don, pero sin dudas la escuela ofrece técnicas imprescindibles”, dice, al tiempo que confirma que, por ejemplo, “saber mezclar los colores y conocer cómo reaccionan químicamente asegura que la obra sea imperecedera o no”.
Estima que el artista contemporáneo “ya no es el ilustrado del Renacimiento” que sabía de todo un poco y que algunos creadores, por ejemplo, “intentan hacer un grabado o pintar simplemente sobre madera, pero no conocen que la fibra está en contra y, por lo tanto, con el paso del tiempo, la pieza se deteriora muy rápido. No se debe estar en contra de la escuela y de las llamadas bellas artes”, enfatiza categórica.
Contrario a lo que alguien pueda imaginar, el ser graduada de Conservación, Restauración le ha servido “de muchísimo” para hacer la obra, porque “lleva en lo profundo la creación artística” y no puede separar ambos mundos que siente muy unidos.
Yudit también exhibe una obra como diseñadora de libros, pasión que surge gracias a la literatura que la incita a imaginarse las palabras con formas e, incluso, a perfilar los rasgos físicos de los personajes: “amo la literatura para niños que igualmente ha sido una fuente de inspiración. Es edificante”.
Son varios los temas que aborda y lo hace a partir series como Seres de la diminuta inmensidad, consagradas a la infancia y sus contextos, y donde el retrato es el recurso pictórico más usado. También aborda lo erótico y la feminidad. Su serie Entidades míticas –que refleja el yo interno– incluye caricaturas del personaje que adoptamos ante determinada problemática interior que nos puede afectar.
La inspiran leyendas trinitarias y hace gala del dibujo a líneas blancas sobre fondo negro o claroscuros, por ejemplo, al plasmar en la serie Detalle colonial aquellos personajes que merodeaban las emblemáticas mansiones dieciochescas y que, sencillamente, aún están allí, según la artista, para preservar y cuidar la historia que vive en cada muro, grieta, o en los herrajes de las puertas y los carruajes coloniales que transitan las calles empedradas y que aún alguien escucha en la quietud de la noche.
Aunque reconoce que “nunca logrará hacer la obra soñada” porque siente que la creación “es infinita, ilimitada”, Yudit vive con la certeza de “que cada día se aprende algo nuevo”: aún con los intensos años recorridos en el mundo de las artes visuales continúa experimentando siempre la misma sensación de sorpresa de que cuando era niña y necesitaba transformar los libros a partir de sus particulares visiones.
Estamos en presencia de una de las mas talentosas artistas cubanas de las artes plasticas. Tengo el honor de contar con su amistad. Viino a Bayamo junto a Felicia un dia y tuve el placer de acompañarlas en esa visita. Le deseo mucha felicidad, salud y nuevas creaciones, tan cubanas como las palmas reales
Su obra es hermosa,cada pincelada está llena de amor,nuestra artista trinitaria es un luz en nuestra ciudad.