Por estos días, y hasta finales de diciembre, un cartel inquietante nos recibe en la Galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba: “El mundo como supermercado. Rebajas hasta un 50 %”. Se trata de la excelente muestra de dibujos de Janette Brossard, mediante la cual se propone poner su grano de reflexión sobre la depredación a la que el ser humano somete el planeta.
Setenta y dos piezas de una ejecución limpísima recorren la gama de productos que uno suele encontrar en los mercados fuera de Cuba, y que pocas veces somete a escrutinio. Acudimos muchas de las veces a satisfacer necesidades impuestas con toda alevosía por un mundo en el que el valor material de las cosas va sustituyendo juicios de otro tipo, como los morales y los éticos.
Janette, con una inmensa obra como grabadora, se graduó en el Instituto Superior de Arte (2001) con título de oro. En solitario o a cuatro manos con Norberto Marrero, ha expuesto en Cuba, Suiza, Estados Unidos, México y Perú.
Es evidente que El mundo como supermercado entraña un posicionamiento crítico ante la depredación medioambiental, la banalización en la sociedad de consumo y la asunción de las relaciones interpersonales como transacciones de mercado. Más allá de eso, ¿qué te llevó, en el plano de la experiencia íntima, a abordar el tema?
La preocupación por la relación entre el hombre y la naturaleza es algo que ha ido apareciendo en mi obra gradualmente. Vivir en la periferia de la ciudad de La Habana, entre la playa y la vegetación, ha sido un estímulo importante; aunque también lo ha sido mi acercamiento al mundo del haikú. En los últimos años estuve realizando una serie llamada Haikús mestizos, obras que parten de una apropiación de elementos esenciales de esta expresión poética japonesa. Se trata de trípticos que funcionan como una especie de haikús visuales. Vinculan la observación de la naturaleza en mi entorno o en experiencias vividas muy lejos de él, con mi interés por abordar preocupaciones sociales del hombre en general.
La notable diferencia entre el aspecto impecablemente limpio que tenía la playa justo después de la apertura postpandémica y lo que habitualmente veo, me impactó. En especial por la rapidez con que ese aspecto desapareció. Puede ser una de las razones impulsoras de El mundo como supermercado, pero creo que es una combinación de muchas cosas que fluyeron y me llevaron finalmente a una investigación más detallada.
La columna central de tu carrera artística es el grabado, disciplina en la que se te considera un nombre de referencia dentro del arte cubano. ¿Por qué una exposición de dibujo? ¿Habías hecho otras exposiciones íntegramente dedicadas a otros géneros de las artes visuales?
En realidad todas mis exposiciones han tenido algún vínculo con el grabado, incluso cuando, como en este caso, predomine otro lenguaje de las artes visuales.
He realizado obras con un sentido más bien escultórico, como las instalaciones Patriotic Fashion y Haikú del Quebranto, mostradas en exposiciones colaterales a dos Bienales de La Habana, con el proyecto Haciendo presión. Sin embargo, en ambos casos uso la matriz de huecograbado para construir la obra.
En una zona de mi serie de haikús también utilicé el dibujo como principal medio expresivo. Tanto en aquellas obras como en estas de El mundo como supermercado hay un uso de la impresión y la serialidad; solo que en esta ocasión se trata de impresiones digitales con tinta ecosolvente; lo que me permite dibujar sobre ellas con total libertad.
En todas estas piezas la elección de ambos lenguajes responde a la necesidad conceptual de contraponer el objeto-contenedor, industrial, seriado, con la individualidad de los especímenes representados, su carácter orgánico y natural. Por ello el dibujo es el protagonista de la exposición en la misma medida que lo son las especies en peligro de extinción que aparecen en las piezas. Necesitaba que cada imágen fuera única y confieso que el ejercicio de dibujar cada especie era también un ejercicio de empatía y comunión con ellas.
En la expo los dibujos están organizado en secciones, como en una tienda por departamento: “Bebidas”, “Especias”, “Mermeladas”, “Cárnicos”, “Productos del mar”, “Peletería”, “Productos de limpieza”… Me sorprende que el único apartado en el que aparecen seres humanos se llama “Productos a granel”. ¿Por qué?
Porque probablemente sea la que más extrañamiento nos provoca. De algún modo estamos acostumbrados a asociar los productos que consumimos con especies de animales y plantas, aun cuando no sean precisamente las que aparecen en las piezas. Obviamente, no ocurre con los seres humanos; aunque, sin embargo, hay una larga historia de depredación del hombre por el propio hombre. Las tres piezas que muestro en esta sección, que a su vez dan cierre a la instalación, representan personas que pertenecen a etnias que se encuentran hoy en peligro de extinción en regiones que sufrieron y sufren las consecuencias de la colonización. Es un fenómeno que se desarrolló de forma violenta y masiva sobre los pueblos originarios. “Productos a granel” es la manera irónica y crítica que encontré para referirme a ello.
El mundo…, pienso, es una obra toda integrada por 72 piezas. ¿Qué va a pasar en lo adelante con la muestra? ¿Se seguirá exhibiendo como un todo? ¿Las piezas se desperdigarán en colecciones privadas? ¿Piensas recoger en un libro este segmento de tu trabajo? ¿Descartas la posibilidad de que la colección continúe creciendo?
La serie ha sido expuesta en Galería Villa Manuela como una instalación pensada para el espacio. En ese caso podemos entenderla como una sola obra, en la que cada pieza, a su vez, es autónoma. Esa autonomía me permite mucha libertad; de modo que en el futuro algunas piezas estarán en colecciones privadas y otras seguirán siendo mostradas en formas diferentes. No descarto la posibilidad de que la serie crezca o me lleve a líneas de investigación más específicas.
Un libro que recoja este segmento de mi trabajo podría ser interesante; aunque no lo había pensado, creo que valdría la pena.
Vives en Guanabo. Tu familia la conforma, además de tu hija, Norberto Marrero, otro artista notable. ¿Es una elección residir ahí? ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de que la casa familiar esté en una playa al este de La Habana?
Residir en Guanabo fue una alternativa, no una elección. Cuando nos fuimos a vivir allí, hace veintiún años, en Cuba no se podían comprar viviendas legalmente. Una de las pocas posibilidades de obtener legalmente una vivienda era a través de la donación entre familiares. Este apartamento era de un tío de Norberto que no lo habitaba, entonces se lo “donó“ y nos permitió pagarlo por plazos. Era la única alternativa para vivir solos. Así es que el destino nos llevó hasta allá.
Es un ambiente de abundante naturaleza y siempre es agradable sentir de cerca la brisa del mar. Poder bajar hasta la playa en cualquier momento es algo que disfruto mucho, en especial en los meses que no son de vacaciones cuando nos encontramos allí básicamente la gente del barrio. En general es un ambiente propicio para la creación. La gran desventaja es que está alejado del centro de la ciudad y eso, dadas las dificultades con el transporte, es un problema. Fundamentalmente porque mi hija estudia música y la escuela queda muy distante de allí.
Esto también ha sido una limitación para quienes mueven a coleccionistas de arte cubano o personas interesadas en visitar estudios de artistas. Por lo que residir allí nos ha mantenido un poco aislados en ese sentido.
Hace pocos meses comenzamos a vivir y trabajar entre Guanabo y un apartamento que está ubicado en un lugar más céntrico de La Habana. Es la nueva alternativa que afortunadamente pudimos encontrar y espero que nos vaya bien.
Estás terminando el año en una muy buena forma artística. ¿Puedes adelantarnos tus planes para 2024 o compartes la superstición, tan extendida, de que lo que se anuncia no se hace?
No tengo esa superstición, pero tampoco un plan preciso para 2024. Me encantaría poder hacer itinerar esta serie y que en cada nuevo espacio la instalación tenga su propia morfología. Creo que hay personas interesadas, pero aún no hay una propuesta concreta.
2024 me encontrará trabajando. Vendrán piezas nuevas sin duda, probablemente derivadas de esta línea de investigación. He estado leyendo bastante acerca del impacto de la Industria textil sobre el medioambiente y creo que de ahí podría desarrollarse algo.