Leslie Sardinias nació en Cuba, pero ha desarrollado su obra fundamentalmente fuera de la Isla, primero en España, donde residió varios años, y ahora en Nueva York. Desde que uno se acerca por vez primera a su trabajo advierte una visualidad poética y un discurso bien argumentado detrás de cada una de sus propuestas.
He revisado con atención tu más reciente proyecto (Cocoon), que desde la naturaleza te conecta con tus raíces. ¿Por qué?, ¿cuál es el vínculo? Las plantas y el proceso de creación, ¿cómo se relacionan?
Creo que cualquier conexión con las primeras memorias comienza por descubrir a dónde perteneces y para (re)descubrir quién eres debes llegar a la raíz, a una raíz genuina sin manchas de humanidad y, por tanto, sin lo tóxico de costumbres, políticas y modos de existencia, con lo cual, en mi caso, que he vivido fuera de mi lugar de origen –Cuba–, y luego de volver muchos años después, me sentí desenfocado con aquella realidad y el modo que encontré, sin chovinismos y política errante, fue buscar la naturaleza que nos formó, así que me basé en la expedición de Alexander von Humboldt a Cuba en 1800 y en los dibujos que realizara Aimé Bonpland sobre hierbas (puesto que fue la primera gran expedición sobre flora y fauna a la Isla) para de esta forma recomponer el mapa que había olvidado. Las hierbas, las plantas, la flora o fauna que acompaña esta serie es el pretexto para formar un nuevo mundo recompuesto con trozos de memorias encontradas y otras vueltas a hacer. Es, en definitiva, la conexión con las hierbas el elemento que me sirve para ejemplificar mi presencia en un lugar.
¿Haces del environment un discurso en sí mismo, o fue el azar quien elige tu estudio en NY para este happening? Si fuese así, si estamos ante un espacio elegido conscientemente, ¿cómo se incorpora al diálogo que tu obra propone?
El espacio fue escogido luego de tener varias opciones expositivas, no fue al azar. Yo tenía programada una exposición para mayo en NY, pero lo que no estaba programado era crear una antesala del proyecto para La Habana en diciembre de este año. Un año antes, mientras diseñaba el proyecto de NY me di cuenta de que mi expo de La Habana Origen (basado en la expedición de Von Humboldt y de Ramón de la Sagra), con la Fundación “Núñez Jiménez” debería comenzar desde mi propio estudio., desde algo bien íntimo e interno. En este estudio de NY en el West village de Manhattan he trabajado por más de 7 años , así que desmantelé todo el estudio y lo transformé en un gabinete de curiosidades, me transformé en Noah y su arca o en Humboldt, solo que recopilando mi vida en la Gran Manzana (lugar al que no vino nunca el explorador prusiano). Así nació mi Cocoon.
Mi estudio es mi capilla donde escondo, albergo y desarrollo esta muestra que continuará en La Habana, esta era mi forma de mostrar mi vida real, el lugar donde cultivo mi obra. También da la casualidad que cierro este estudio para abrir otro capítulo en mi existencia que me llevará a nuevos horizontes, así que el azar, las circunstancias hicieron que se cerrara un ciclo de vida para dar paso a otro y: ¿qué mejor que mi propio laboratorio para mostrar el camino que vendrá? El diálogo entre el espacio, mi estudio y la obra fue fácil, sencillo; ambos se conocían a la perfección: la obra y las paredes. Transformé todo en un lugar tropical, en un gran mural lleno de color en el que cada elemento interactúa de forma natural con lo que tiene al frente o al lado, no hay divorcio, todo fluye.
Este camino que propones en tu obra sin dudas revela a un artista que insiste en un tránsito interior de autodescubrimiento. Un poco, me parecen, las clásicas preguntas de: a dónde voy, de dónde vengo. ¿Cómo conectas estas interrogantes con los espacios en los que habitas y has habitado, con tu obra y con lo que han significado para ti: Cuba, España y Nueva York?
Un artista, un pintor en este caso, vive de lo que ve, no de lo que pinta. Es esencial viajar, conocer, explorar, sumergirse en el mundo, devorarlo y reproducirlo. La vida no te la pueden contar, la tienes que vivir. En el caso del pueblo cubano la diáspora está sujeta a un tema socio-político y económico, en mi caso nunca me he sentido emigrante, nunca me he sentido que estaba perdido o que no podía vivir sin la Isla. Madrid es mi segunda casa (porque la primera aún está por venir, supongo que esta será donde forme una familia, un hogar, siempre he sido un poco nómada). España es parte de mis raíces, es caminar por el salón de tu casa sin zapatos confiado en que nada se te va a clavar en la planta del pie, es la tierra de mis ancestros y me dio por muchos años un hogar, pero NY me abrió los ojos, me hizo despertar, me hizo ser fuerte, saber lo que no quiero y, en especial, que “todo” es posible, a NY le debo mi vuelta a Cuba, le debo haberme mostrado un camino de regreso y haberme ayudado a encontrar un mundo que había dejado detrás (La Habana) y el sentir inigualable de ser de un lugar.
Cuando miro mi obra tiene mucho del mar, mucho del concepto de los viajes y del mar como ruta natural de acercamiento entre culturas. De ahí la riqueza de mis colores y texturas, de ahí las diferentes capas en la obra que dan la sensación de niveles de composición, quizás por debajo de todo siempre me sentí un isleño, supongo que algún día tocaré tierra firme. Pero hoy lo que me interesa es indagar y ver cómo a través de diferentes materiales mi obra se enriquece desde (y por) la experiencia. No me interesa si mi obra es más contemplativa que conceptual, hay mucha artesanía mental en el conceptualismo y, al final, yo soy un artesano que hace arte. Así que nunca me pregunté de dónde soy y menos a dónde voy, lo que sí me interesa es qué estoy haciendo ahora. El resto son interpretaciones.
¿Cómo has logrado insertarte en un espacio tan competitivo para el Arte como es la ciudad de NY? ¿Crees que tu obra se conecta con un devenir de las artes visuales de la Isla? ¿De qué forma? ¿Con qué artistas o tendencias culturales cubanas crees tener alguna conexión?
NY es muy competitivo, es cierto , pero siempre he creído que la competencia es con uno mismo, no con el otro y menos con el resto, un corredor de 100 metros de distancia en las olimpiadas está enfocado en su meta, no está mirando cómo corre el de al lado, esto mismo hago yo, el tiempo entre dos personas es muy relativo, no todos llegamos a las mismas vivencias al mismo tiempo; todo es circunstancial, es cierto también que la suerte juega muchas veces a tu favor o en tu contra, pero como todo en la vida la resistencia al obstáculo es lo que te permite entrenar mejor tu ser, en mi caso NY ha sido y es una excepcional experiencia. Debuté haciendo un proyecto para Time Square en el 2012 donde apagué a las 9 pm las pantallas de publicidad de la plaza para poner un corto de animación que había creado bajo el nombre de Watching you, a partir de ahí fueron saliendo otros proyectos que han ido encadenándose con otros fuera de NY. Es agotador el ritmo, y crea vértigo, pero luego de que te acostumbras te das cuenta que NYC es un lugar único.
No sabría decirte cómo mi obra puede o se conecta con las artes visuales de Cuba, supongo que se conecta en tanto refleja un discurso accesible y reconocible en su expresión, y la verdad me gusta el movimiento de los concretistas cubanos, en especial con Sandú Darié o con la obra minimalista de los 60 de Carmen Herrera, o con Flavio Garciandía.
Este proyecto tiene previsto mostrarse en Cuba. Cuba no solo como país, sino como inicio y final de tu camino, al menos así lo leo… ¿qué esperas de esta presencia de tu obra en la Isla, cómo crees tú que se inserta en el panorama artístico cubano?
Detesto ese rollo de arte cubano y panorama artístico cubano, “existe el Arte, lo otro son cajones para vender más fácil un producto. Mi proyecto va a Cuba, va a La Habana en diciembre, la exposición será en la Fundación “Núñez Jiménez” del hombre y la naturaleza, y se llamará Origen. Estoy ansioso por re-interpretar el espacio de la Fundación y convertirlo en una gran instalación, donde los trabajadores y visitantes dialoguen con la obra sin ninguna fricción, donde el personal de la fundación desde su directora Liliana Núñez, hasta el becario se conviertan en parte de mi trabajo, y apuesto que ellos, en su rutina diaria al andar entre las obras que haré, llegarán a fundirse hasta hacer una performance que los convierta en arte puro.
No espero nada de mi obra en la Isla, yo pertenezco a Cuba, mi obra, mi arte, yo mismo, somos un todo. Si esperase algo, es que siento que no soy de allí, que mi arte necesita integrarse a algo porque está apartado. Yo no me siento apartado, no me siento fuera de contexto, otra cosa es que los especialistas no entiendan o piensen que mi obra no refleja algo que ellos llaman arte cubano, pero esto, en todo caso, no es mi problema, es el de ellos –si existiese el problema.
No todo en el arte trata sobre la cotidianidad y menos sobre la cotidianidad política. Hay muchos caminos en el arte y el mío quizás refuerza, más que en otros casos, lo que somos, pero de una forma mucho más poética, lírica y simbólica, creo yo. No pretendo, no me interesa ser obvio o utilizar la intertextualidad en la construcción de mi discurso creativo, me interesa mucho más la simbología o el poder de una composición que evoque algún sentimiento en quien ve mi obra.