Desde pequeña, Julia –que es hija del reconocido escultor cubano René Valdés– estuvo rodeada de pinceles, gubias, trozos de mármoles y pedazos de madera, y ese entorno la hizo inclinarse hacia el mundo de las artes plásticas, pero lejos de seguir los pasos de su padre (su “primer maestro”), optó por la pintura abstracta, que ha asumido como leguaje creativo y de comunicación desde los mismos comienzos.
Deudora del quehacer de Jackson Pollock –representante del llamado Action Painting, corriente pictórica asociada al expresionismo abstracto– Julia insiste en que aunque estudió en profundidad la obra de ese pintor, la influencia decisiva viene por su maestro Antonio Vidal: “un profesor excelente que no solo fue un reconocido pintor sino un gran pedagogo que sabía trasmitir los conocimientos, pero dejando un margen para la sugerencia y la comunicación con el alumno”.
Devota, casi, de la abstracción considera que esa tendencia es la máxima síntesis de la realidad a partir de las experiencias vividas: “el artista siempre incorpora temas autobiográficos –a veces de manera consciente y otras inconscientemente– y, en lo personal, no escapo de esa realidad”.
Esta creadora, que para trabajar prefiere los horarios de la mañana y la tarde porque es “cuando mejor percibe los colores que tienen un gran protagonismo dentro de la obra”, se inscribe en la Generación de los 70, un período de la reciente historia del arte cubano que le cantó con recurrencia a la épica revolucionaria y en la que lo figurativo cobró un significado muy relevante. Sin embargo ella –sin dejar plasmar la realidad inmediata–, abordó la cotidianidad desde lo no figurativo, inquietud que siempre la rondó y que aún se mantiene a partir del gran formato, que resulta de mayor impacto: “en estos momentos me estoy planteando hacer una obra que no esté enmarcada sino que quede abierta; algo muy experimental”.
Durante la recién concluida 12 Bienal de La Habana, Julia sorprendió con Mi segunda piel, proyecto que tiene pensado ampliar donde asume el soporte como elemento activo que expresa texturas visuales y táctiles: “la tela no es un elemento pasivo, sino existen pliegues, rugosidades sobre las que coloco cosas porque quiero que la tela trasmita ideas. Por estos días Julia Valdés anda muy enfocada en concluir los últimos (y mínimos) detalles de su remozado estudio, plataforma que le permitirá continuar desarrollando su trabajo porque ¿la obra soñada?, dice: “aún no la he hecho”.
Julia Valdés: Pintora y grabadora cubana. Graduada de la Escuela de Artes Plásticas “José Joaquín Tejada”, de Santiago de Cuba, en 1966, y de la Escuela Nacional de Arte (ENA), en 1972. Ha realizado numerosas exposiciones colectivas y personales entre las que se encuentran El reverso del paisaje, Umbral de la nostalgia, Las puertas del reino, Memoria sobre los muros, Erosiones, Travesía, Todo mezclado y Signos del paisaje, entre otras. Su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas de Francia, República Dominicana, Alemania, Colombia, Puerto Rico, Estados Unidos, Austria y España.
Av. 5ta no. 15204 e/ 152 y 160, Reparto Náutico, Playa
+53 7 208 0095 | +53 5 293 9361
juvab@cubarte.cult.cu | www.juliavaldes.com