Tenía que volver a Pinar para comprender a Utopito, sus energías y fracasos, su quintaesencia. Solo a través del viaje de retorno conseguí sentir como él, las variaciones de sus pasos a partir del kilómetro 148 de la Autopista Nacional.
La biografía de Utopito podemos reconstruirla a través de impresiones, anécdotas, fragmentos de la vida singular –al tiempo que anodina-, de un pinareño cualquiera; un cubano al margen extremo del país, espacio preterido de nuestra geografía. Le acompañan ocasionalmente Pascual y Angulo. A través de ellos se manifiesta, se da a conocer en aquellos instantes -inadvertidos al ojo común- que poseen la rara cualidad de revelarnos los pensamientos más significativos.
Uto es un prototipo de pinareño, olvida el pasado, critica el presente y espera el mañana. Le apasiona ineludiblemente el viaje y ansía el mar como si fuese un camino a alguna parte; como si el porvenir tuviese una expresión concreta y pudiese rastrearse en las páginas de un Atlas Escolar. Su existencia se debe a la inconformidad, a un sentido visceral e incondicionado de la libertad personal y a la desbordante imaginación del artista de la plástica Pedro Pablo Oliva, pinareño crónico que no cesa de sorprendernos. Uto es una creación suya, su más íntimo y novel asociado. Surgió a través de una línea temática sobre la que actualmente trabaja el maestro e incluye lienzos, dibujos a partir de procedimientos mixtos sobre cartulina, un grupo de dibujos caricaturescos a la manera de historietas humorísticas y un exponente instalativo.
Técnica y conceptualmente el artista se reinventa en esta serie, Utopías y disidencias por más dato, que yo diría inserta subliminalmente al asombro como otro de sus personajes. El asombro del descubrimiento, la reinterpretación de realidades, vocación que encuentra hitos en la historia de la gráfica costumbrista en Cuba. Me refiero a aquellos inolvidables personajes que más que traducir recrearon la cotidianidad, como el Bobo de Abela.
Esta serie y la empatía surreal de su personaje protagónico, deben mostrarse al público próximamente en un recorrido itinerante y hasta cierto punto predecible. Porque a Utopito le corresponde dejarse conocer en su Pinar natal, para luego partir a la capital a probar fortuna. Semejanzas aparte, su carácter natural entraña una moderada alianza con el optimismo, que conlleva en distintas fases la recurrencia a melancolías, arrebatos, incoherencias y la sutil elocuencia de la ironía.
Nos queda esperar cercanas noticias de la aparición de esta nueva secuencia en los circuitos expositivos que alcance recorrer y, personalmente, desearle la mejor de las suertes y a su utopía buen viaje y pródigo regreso. A fin de cuentas, su origen es parte de su circunstancia, y su sino universal.
En la foto de portada: Detalle de la obra