La casa del Papier Maché es un sitio difícil de hallar, máxime si apenas existe una pequeña tarja enquistada en un desaliñado muro a la entrada de la residencia del que fuera hogar de la reconocida pintora cubana Antonia Eiriz Vázquez. Ubicada en la barriada de Juanelo, en la periferia de La Habana, encontramos un espacio donde el arte no descansa. Mariposas, papalotes y girasoles adornan los muros a ambos lados del sinuoso pasaje, niños con temperas en mano trazan rasgos sobre el papel, otros retocan piezas con el afán de evitar que el brillo desaparezca.
En 2004 se rescató la obra comunitaria de Antonia Eiriz, casi 10 años después de su fallecimiento en los Estados Unidos. El lugar, declarado Sitio Patrimonial tiene como primer objetivo mantener viva la vida y obra de Antonia, junto a la promoción de talleres de creación y apreciación, tanto en las artes plásticas, como en el Papier Maché.
Sucede que Antonia, pese a destacar como figura icónica del expresionismo en Cuba, quedó ligada al Papier Maché, y el Papier Maché a ella. Sin embargo, fue una artista que no dejó constancia de ninguna obra realizada con esta técnica. Su trascendencia radicó en poner a toda una comunidad en función de las artes plásticas. Mostró a los vecinos del reparto Juanelo cómo confeccionar piezas de Papier Maché.
Convirtió su hogar a inicios de la década del 70 del pasado siglo en una escuela de pintura. Los vecinos, atraídos por la curiosidad de elaborar piezas con viejos papeles de periódicos, concurrieron para que Antonia les enseñara a dibujar las primeras líneas y puntos; colorear con Mercurocromo y esculpir con pasta de harina de trigo. Así nacieron incipientes máscaras, mariposas, serpientes, muñecos y flores. Posteriormente, enseñó a pintar esas mismas obras de Papier Maché en un lienzo.
El proyecto de Antonia se transformó y transformó a sus empíricos alumnos. Los dotó de confianza y destreza para crear lo que su imaginación les brindara. “Fue la primera artista que hizo trabajo comunitario en Cuba cuando nadie lo realizaba. Sintió preocupación por su comunidad, por elevar el nivel cultural de sus habitantes. El Papier Maché era el vínculo de atracción y la casa, el espacio idóneo para materializarlo”, subraya Jorge Luis Luzardo Momoytio, director de la Casa Antonia Eiriz.
Varios de sus alumnos de San Alejandro como, los entonces “desconocidos” Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Eduardo Roca “Choco”, entre otros, visitaban a Antonia, dejando sus huellas al trabajar pequeñas piezas en miniatura que hoy en día se conservan en el lugar.
Con la creación de máscaras y muñecos de Papier Maché, surgió un improvisado teatro de títeres. Los niños que acudían a los encuentros tuvieron la satisfacción de crear sus propios personajes e historias. Juanelo, un reparto humilde y descolorido, alejado de las cámaras y reflectores, descubrió un teatro al aire libre.
La luz sembrada por Antonia brotó como un jardín más allá de su casita de madera. Numerosas familias en la actualidad viven gracias al trabajo creativo del Papier Maché. Un destacado ex alumno suyo como José Rodríguez Fuster, comparte la vocación comunitaria de la profesora; al inundar con arte a lo largo de los últimos años el ultramarino poblado de Jaimanitas, lugar donde reside.
“Fue una visionaria, se adelantó a lo que nadie observó. Tuvo una fe inmutable en el poder creador de las personas. Ella misma promovió y organizó con apoyo del Ministerio de Cultura la primera exposición colectiva de Papier Maché en Cuba, celebrada en el Museo de Artes Decorativas, en 1972”, argumenta Luzardo Momoytio.
La casa hoy
Muchas de las personas que acuden aquí, fundamentalmente los niños, quedan maravillados con las muestras de Papier Maché. Según el director de la casa Antonia Eiriz, la experiencia es agradable cuando turistas extranjeros visitan el hogar. “Ellos no dejan de preguntar por la técnica de Papier, se interesan por detalles de la obra pictórica de Antonia, prestan atención durante el proceso de confección de una pieza, incluso, alguno que otro desenfunda una libretica y toma apuntes como si se tratara de una receta de cocina”.
Paralelo a la recuperación de la casa hemos logrado que los vecinos mantengan el vínculo con la misma, resalta Luzardo Momoytio, quién además, destaca la creación en la actualidad de un calendario de actividades extendido más allá del hogar.
Entre los principales eventos organizados sobresalen los 1 de abril de cada año, en recordación al Natalicio de Antonia. Para este año Roberto Fabelo confirmó su presencia, con la muestra “Antonia en mi memoria”.
“Por lo general, los gestos de gratitud de sus ex alumnos con el Proyecto son innumerables. En los últimos homenajes, artistas como “Choco”, “Fúster” y Ernesto García Peña, asistieron con sus obras personales, intercambiaron con los niños de la comunidad y compartieron sus experiencias al recordar las visitas de estudiantes”.
Otro de los sucesos de 2014 será el 8vo Salón de Papier Maché. El mismo tiene un carácter casi nacional pues cuenta con la participación de la mayoría de las provincias. El evento desarrollado cada dos años recibe alrededor de 80 obras por convocatoria de forma estable. También destacan en el cronograma los salones de Expresionismo en Cuba, para la presentación y difusión de exposiciones que trabajen dicha línea temática, una de las menos abordadas por la plástica de la Isla.
“Realizamos talleres de Papier Maché fuera de nuestro espacio. Abarcamos varias escuelas primarias y de oficios. Hacemos lo mismo que Antonia en su época. Mostramos la técnica y dejamos que los niños desarrollen sus habilidades. Los asesoramos y explicamos como contactar con la casa para la realización de trabajos posteriores si desean continuar vinculados”.
El personal de la casa desea retomar otras tradiciones que formaron parte de las actividades de Antonia Eiriz en su residencia, y que por falta de recursos no se ejecutan hoy en día. Se hacen gestiones para rescatar los talleres de ensamblaje (instalaciones), así como los de tintado textil, especialidad esta última poco difundida.
A casi veinte años de la muerte de la artista, su espíritu libertino-creador perdura en el hogar. Cada mariposa, flor o muñeco que aquí se elabora parece tener el consejo, el guiño cómplice de la pintora del expresionismo en Cuba. El nivel de pertenencia con el lugar ha trascendido a las nuevas generaciones. El secreto del Papier Maché descansa en los nietos de aquellos abuelos que una vez quedaron maravillados, ante la cascada de colores depositado por Antonia en sus bisoñas manos.