En la Torre de la Libertad de Miami, donde se encuentra el Museo de Arte y Diseño del Miami Dade College, funcionó un centro para refugiados cubanos en la década del sesenta. Uno de los que llegó allí en 1969 fue el artista Jorge Pardo (1963), quien inaugurará mañana sábado la exposición “Mongrel”.
Según contó en entrevista con la agencia española Efe, se trata de una instalación formada por una serie de dibujos cuasi-abstractos junto con sillas modernistas, lámparas y una alfombra diseñadas por él. Serán expuestas donde su familia se registró, recibió comida y orientación para lo que sería su futura vida en EEUU.
Ahora Pardo es un artista consagrado, con exposiciones y obra repartida por el mundo. Vive a caballo entre Nueva York y Mérida (México), una ciudad por la que cambió hace una década a Los Ángeles, donde se había radicado desde su llegada.
“Mongrel” evoca poéticamente su propia historia y biografía, incluidos los recuerdos de su infancia como refugiado cubano, señala un comunicado del MOAD, un museo vinculado a la universidad Miami Dade College (MDC). “Cuando salimos fue un trauma, un golpe muy grande, pero mi papá decía siempre: a mí en Cuba no se me olvidó nada”, recuerda el artista.
Uno de sus recuerdos de la partida es que en el aeropuerto de La Habana un soldado, al que se refiere como “un hijo de puta”, le confiscó una “almohadita” de la que de niño no podía separarse. Gracias a 16 años de terapia, pudo saber que era un “objeto transicional2. Ahora los objetos tienen importancia también en la obra de Pardo. En el MOAD muestra una gran lámpara de 450 kilos de peso creada por él.
El artista volvió a Cuba a comienzos del siglo XXI y lo que vio le pareció un “desastre”. “Es un Estado fallido”, señala. A su juicio, no es posible que un país funcione con una proporción inmensa de médicos, que, además, “dedican la mayor parte de su tiempo a buscar alitas de pollo por las tiendas”.
La serie de 25 dibujos sin título creados expresamente para esta exposición fusiona una amplia variedad de imágenes en abstracciones de colores y formas vibrantes, en las que puede llegar a asomar un indicio de lo que originalmente representaban.
Según Efe, el artista combina fotos familiares – propias o tomadas por otros, así como fotos históricas de la Torre de la Libertad- con una amplia gama de otras imágenes, incluidas muchas de las obras de arte cruciales para su desarrollo como artista y otras destinadas a evocar el medio cultural de sus años de formación.
Manipula los materiales en la computadora, redimensionando, superponiendo, coloreando y transformando imágenes que evocan recuerdos personales y culturales en abstracciones de tonos deslumbrantes y texturas intrincadas. De este modo, crea gráficos vectoriales que luego se imprimen en papel de algodón y se tiñen a mano con lápices de colores. El artista ha comparado el montaje y la asimilación de imágenes originales en el conjunto provisionalmente unificado de sus dibujos con el proceso de asimilación que experimenta cualquier inmigrante a una nueva tierra, como él mismo.
“No es lo mismo asimilarse a Miami que al Mid West”, dice y recuerda que no se quedaron en esta ciudad porque su madre no se llevaba bien con unos parientes que tenían aquí. Su reconstrucción de una imagen a partir de fragmentos reconocibles en una nueva configuración mixta, a menudo desconocida, la ve “semejante a su propia condición híbrida o mestiza”.
Además de “Mongrel”, el 6 de noviembre se inaugurará en el Museo de Arte y Diseño (MOAD) la primera exposición en EEUU del artista islandés Hreinn Fridfinnsson, así como una del artista de origen venezolano radicado en Miami Loriel Beltrán. Las tres exposiciones podrán verse hasta el 1 de mayo de 2022.
Ana Mengotti/Efe/OnCuba