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Una visita a la caverna, la más reciente exposición de pintura de Arturo Montoto (Pinar del Río, 1953), siete piezas de gran formato en la estética dark de parte de su obra, no hace sino confirmar la jerarquía de quien, sin estridencias, desde hace años forma parte de la vanguardia artística cubana.
Conocido mayormente —e incluso preferido por un sector amplio del público— por sus obras en las que edificaciones urbanas y frutas se entremezclan para conformar asociaciones surrealistas, tan brillantes de color como exactas en su realización, desde los años 90 comienza a crear piezas en las que aperos, herramientas y objetos de la cotidianidad asumen el protagonismo.
Creo que por entonces asocié esa línea de su trabajo con aquel memorable poema de Eliseo Diego que hablaba de las “herramientas todas del hombre”. Eran aquellas y estas obras que ahora exhibe en la Casa de la Cultura de Plaza, cuadros de notable soltura en el dibujo, con soluciones más gráficas que pictóricas, envueltos en una atmósfera abstracta de fondos difuminados y gestuales.

Los objetos que plasma Montoto representan el lado material de existencias pasadas, huellas que va dejando el ser humano en su transcurrir y que se reciclan mediante el gesto artístico.
Pero no solo. En cualquier casa hay una olla que tiene más de tres generaciones de uso, o una cajita de nácar donde la muchacha que fue una vez la abuela guardaba sus trofeos de distintas batallas amorosas. Las cosas “vividas” están cargadas de una energía y de un sentido que la modernidad, cada vez más fugaz, no puede sepultar. Esto vale lo mismo para una nganga de palo monte (“Sortilegio”) que para un molcajete mexicano (“Consagración”).

Montoto sabe eso. Su operación artística no es nostálgica, sino afirmativa. Se enamora de las figuras de los objetos corrientes que hoy nos parecen estilizados, no por su aliento vintage, sino porque hablan de una época en que utilidad y belleza iban de la mano, y porque desde sus orígenes su misión era, en última instancia, perdurar.
¿La caverna del título de la muestra tiene que ver con la alegoría de Platón? Recordar que para este filósofo el ideal era captar con igual exactitud el mundo sensible y el mundo inteligible, algo así como lo que se siente y lo que se puede razonar.
No puedo dejar de relacionar la obra de Montoto con esta formulación, pues el caris casi realista de sus cuadros no se limita a eso, a representar más o menos con veracidad artística un objeto determinado tal como lo percibimos, sino que, además, devela el significado intrínseco de lo representado, algo que nos interpela de una manera inexcusable.
El término caverna puede aludir además a las edades primarias del ser humano y a la pretendida precariedad en que este vivía. Precariedad desde la mirada del presente, por supuesto.
La Casa de la Cultura de Plaza, recién rehabilitada, se propone rescatar su rica tradición con exposiciones y actividades de primer nivel. Y esta exposición de Arturo Montoto es un paso firme en esa dirección.
Para el artista, por su parte, Una visita a la caverna representa el reencuentro con admiradores y amigos, luego de dos años alejado de las galería del país. Su muestra personal anterior es Ilusiones perdidas, galería Artis 718, de 2023, incurría también en ese tenebrismo raigal donde está ausente el color, en aras de una concentración de la mirada en las esencias de lo representado.
Es una exposición a no perderse.
Qué: Una visita a la caverna, muestra pictórica de Arturo Montoto
Dónde: Casa de la Cultura de Plaza de la Revolución. Calzada y 8, El Vedado
Cuándo: Hasta finales de agosto. De lunes a sábado de 10 a.m. a 4:00 p.m.
Cuánto: Entrada libre