El McMullen Museum of Art, museo universitario que pertenece al Boston College, de Estados Unidos, exhibe hasta el próximo 2 de junio la exposición La generación perdida: mujeres ceramistas y la vanguardia cubana.
Curada por Elizabeth Thompson Goizueta, la muestra examina a los participantes y la producción artística del Taller de Santiago de las Vegas entre 1949 y 1959.
La factoría de cerámica en las afueras de La Habana, bajo los auspicios del doctor Juan Miguel Rodríguez de la Cruz (1902-1990), protagonizó una década de experimentación artística con un grupo de mujeres ceramistas apenas reconocidas o francamente olvidadas por la historiografía.
“La experiencia alcanzó profundas resonancias por la aceptación de la cerámica como arte en Cuba y por la relación simbiótica que floreció entre ceramistas y los pintores, casi todos hombres, que visitaron el Taller para aprender nuevas destrezas”, se lee en las notas del catálogo.
El doctor Rodríguez de la Cruz, él mismo un ceramista de exquisitas piezas, a las que modelada y horneaba, contrató fundamentalmente mujeres, muchas de ellas entrenadas en la Academia San Alejandro y otras escuelas de arte, para que decoraran las piezas.
Manos femeninas en la cerámica
En esa iniciativa, que alcanzó resonancias nacionales y extranjeras, intervinieron Rebeca Robés Massés (1923–2003), Marta Arjona (1923-2006), María Elena Jubrías (1930-2021), Mirta García Buch (1919-1996) y Amelia Peláez (1896-1968), entre otras.
“Junto a Rodríguez de la Cruz, ellas le dieron la bienvenida a renombrados pintores y escultores como René Portocarrero, Wifredo Lam, Raúl Milián, Wifredo Arcay, Luis Martínez Pedro, Mariano Rodríguez y Agustín Cárdenas”, apunta el catálogo.
Para la curadora Thomson Goizueta, tanto Robés Massés como García Buch, “merecen reconocimiento especial como pioneras en la creación de un movimiento definido estéticamente como cerámica cubana, pero que podemos apreciar de forma más amplia como participante del último capítulo del modernismo cubano”.
De acuerdo con la Dra. Goizueta, “las mujeres artistas y su promoción de la cerámica como arte marcaron un momento histórico único en que la cerámica, hasta entonces considerada irrelevante, hizo su entrada en la conciencia de la clase intelectual cubana”.
Piezas de famosos
Igualmente, la exposición bostoniana explora la tradición ceramista cubana posrevolucionaria y presenta casi 150 vasos, jarras, porrones, murales y platos provenientes de importantes galerías y colecciones privadas.
“Sin embargo, aunque el énfasis de la curadora estuvo centrado en el rescate de este valioso grupo de mujeres, no optó por una visión feminista de excluir de la exposición a los hombres que también dejaron sus huellas en el Taller”, apunta Roberto Cobas, experto en arte cubano y curador del Museo Nacional de Bellas Artes.
En un artículo publicado por el medio digital La Jiribilla, Cobas Amate, quien escribió una reseña para el catálogo de la muestra, resaltó la presencia en el McMullen Museum of Art de cerámicas diseñadas por grandes firmas del arte cubano como Wifredo Lam, René Portocarrero, Luis Martínez Pedro, Mariano Rodríguez, Raúl Milián, Julio Herrera Zapata y José Mijares.
Facilitadores
Posibilitaron la exposición dos esmerados coleccionistas: Enrique Rodríguez, nieto del fundador del Taller de Santiago de las Vegas, quien contribuyó con 109 cerámicas a esta exhibición; y Nercys y Ramón Cernuda, quienes aportaron importantes pinturas de algunos de los artistas expuestos, en particular de Amelia Peláez.
Asimismo, la curadora Elizabeth Thompson Goizueta tuvo “el respaldo decisivo de Diana Larsen, quien hizo un despliegue excelente de la exposición”, según Cobas Amate, quien no descarta los aportes de Kate Shugert, editora jefe del McMullen Museum, y del diseñador John McCoy.
La generación perdida: mujeres ceramistas y la vanguardia cubana se cuenta como el séptimo aporte del McMullen Museum of Art a la Iniciativa de Arte Hispánico, “único proyecto de este carácter en Norteamérica, en la que ha tenido un rol decisivo la dinámica y entusiasta doctora Nancy Netzer, directora de la institución”, apuntó el curador cubano.
El chileno Roberto Matta y los cubanos Wifredo Lam, Mariano Rodríguez y Rafael Soriano “han tenido el privilegio de ser acogidos en este espacio museal profundamente humanista y de proyección universal”, apreció Cobas Amate.