La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid (ARCO) congregará a partir del miércoles a 208 galerías de veintinueve países para mostrar las tendencias artísticas del momento.
El arte requiere “esfuerzo” por eso es posible que en ARCO 2018 los focos se dirijan a las “ocurrencias” más que al fondo de una propuesta que reunirá hasta el domingo a dos centenares de galerías en torno al “futuro”: “Será una experiencia intelectual y sensorial”, promete su director, Carlos Urroz.
La XXXVII edición de la feria internacional contará con 160 galerías en su programa general al que sumarán las secciones “El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer”; Diálogos y Opening.
Mañana llegan a los 19,800 metros cuadrados habilitados para exposición en los pabellones 7 y 9 de Ifema los 208 galeristas, que traerán una media de 30 obras cada uno y que se instalarán en unos espacios de entre 25 y 150 metros.
Entre ellos hay presencia de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
“Es una cita consolidada y muy interesante. Es como hacer 208 pequeñas exposiciones en las que la seguridad es como la de un museo, porque hay piezas muy valiosas, de artistas que ya han muerto”, detalla Urroz en entrevista con Efe.
Grandes nombres junto a artistas emergentes; obras desde 1,000 euros a 10 millones; propuestas pequeñas y piezas que solo se pueden permitir los museos: la variedad de ARCO 2018 solo es comparable a su “profundidad”, dice.
“Queremos mucho público, pero de gente interesada en el arte, en saber del artista, del discurso que representa”, precisa Urroz, que supone que entre las piezas más visitadas estarán el pabellón de cristal y espejo “espectacular” de Dan Graham o los azulejos y ganchillos de Joana.
Este año ARCO ha decidido no tener país invitado, una tradición que recuperarán el próximo aunque hasta el viernes 23 no se anunciará cuál será, y dedicar la feria al “futuro” que no al “futurismo”: “habla más de barro que de led”, insiste.
“El artista del futuro se va a ocupar del mundo en el que vive, un mundo híperconectado en el que él debe ser global, errante y trascendente”, no alguien encerrado en su buhardilla, explica Urroz.
Este año, como novedad, las galerías pondrán el precio en las obras de menos de 5,000 euros para “fomentar el coleccionismo emergente” y acabar con “la timidez” del posible comprador, intimidado por las cifras de muchos ceros que se manejan.
En esta edición, habrá, de nuevo, coleccionistas “muy potentes”, procedentes de Latinoamérica y de Estados Unidos, entre otros lugares, y aunque en ARCO no se exhiba el poder adquisitivo del que presume la feria Miami Basel, “ellos no tienen ni el Prado, ni el Thyssen ni el Reina Sofía” y ese es “un paseo” imbatible.
La feria tendrá una “extensión” por toda la ciudad con exposiciones en el Thyssen Bornemisza, Reina Sofía, Fundación Banco de Santander, Matadero, CA2M, Sala Acalá 31 o la embajada de Colombia.
“En los primeros diez años de ARCO, que tenía más bien una función educativa, no había nada y ahora hay una red estupenda de ferias a su alrededor, de museos, de exposiciones. El objetivo es que la gente se anime en el coleccionismo o que descubran a artistas jóvenes”, explica Urroz.
EFE / OnCuba