Este jueves 8 de diciembre, día de la Purísima y de Iroko, coincidiendo con el cumpleaños 120 de Wifredo Lam, el Palacio de Lombillo acogerá por un mes la muestra Grabados populares y obra gráfica de Álvaro Barrios (Barranquilla, 1943).
La exposición cuenta con el auspicio de la Embajada de Colombia en Cuba y la Oficina del Historiador de La Habana, y reviste singular importancia, no sólo porque Barrios, considerado uno de los artistas contemporáneos de referencia internacional, muestra por primera vez en solitario su obra en la isla, sino, además, porque el evento forma parte de la estrategia de relanzamiento de las relaciones bilaterales entre ambos países, propósito que anima el embajador José Noé Ríos Muñoz, quien acaba de asumir el cargo.
Álvaro Barrios comenzó los estudios de Artes Plásticas desde la infancia, y completó su formación entre Colombia e Italia, donde tomó lecciones de Arquitectura e Historia del Arte, respectivamente. En 1966 la crítica Marta Traba le dio un notable impulso a su carrera al incluirlo en una muestra en Bogotá basada en glosas de tiras cómicas de Dick Tracy, uno de los caminos que ha seguido desde entonces. Su obra Espacios ambientales (1968) es señalada como “la primera muestra de arte conceptual en Colombia”.
El concepto de grabado popular surgió en 1972, cuando el artista trabajaba en una agencia publicitaria. Entonces realizó tres dibujos para una campaña del Café Puro Almendra Tropical, los cuales se publicaron, respectivamente, en El Heraldo, El Nacional y El Diario del Caribe, periódicos de Barranquilla.
Los dibujos aparecieron sin firma, pues el artista, que gozaba ya de cierta notoriedad, pensó que signarlos hubiera agregado un valor a un trabajo por el cual no era suficientemente remunerado. Barrios recuerda la nota reivindicativa que apareció en El Diario del Caribe, en entrevista concedida a Albeiro Arias en 2016: “Decidí dar una explicación pública a través de un amigo periodista, diciendo que esos tres anuncios publicitarios eran tres Grabados populares que serían firmados por mí gratuitamente a todos aquellos que los presentaran.”
Los Grabados populares, que de algún modo rinden tributo al gráfico mexicano José Guadalupe Posada, es uno de los segmentos más conocidos de la obra de Barrios; gran parte de esta serie fue adquirida en 2005 por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Operación “contracultural”, los Grabados populares intentan divulgar el arte más allá de los prohibitivos circuitos de galerías y los tradicionales espacios legitimadores.
Barrios, como buen postmoderno, revisita constantemente la historia del arte, toma préstamos de obras conocidas, parodia, cita, incorpora el pop de los comics en relecturas enriquecedoras donde el humor resulta vehículo eficaz para la comunicación de sentido. Ríete, que es en serio, parece decirnos el artista. El gesto desacralizador de Duchamp lo moviliza al punto de dedicarle una copiosa serie de intertextualidades.
“Sueños con Marcel Duchamp” se inicia en 1978, año del décimo aniversario de la muerte del artista francés. El primero de octubre de ese año El Diario del Caribe le publica a Barrios un Grabado popular en el que aparece incorporado este texto de su puño y letra:
“Soñé que yo tenía dos años y Marcel Duchamp había inscrito como arte mi cochecito de pasear, mi babero y una ventana de mi casa que daba sobre un mar perfectamente azul y tranquilo. Años más tarde el cochecito fue arrojado sobre el fuego, mi babero destrozado por un perro furioso y la ventana fue colocada en un hospital desde donde se veía un muro gris cubierto de humo.”
Las obras de Álvaro Barrios que se exhibirán en el Palacio de Lombillo a partir del jueves, serán donadas posteriormente a la colección de Casa de las Américas para que formen parte del patrimonio artístico de la nación.
Los intercambios culturales entre Colombia y Cuba escalaron a cotas muy altas entre 2011 y 2017, cuando el embajador Gustavo Bell ejerció en La Habana. Los artistas de ambos países esperan un nuevo momento de esplendor.