Ernesto Villanueva (La Habana, 1970) participa en la XV Bienal de La Habana (exposición colateral) con lo que parece ser un nuevo momento en su producción artística. Procedente de la abstracción geométrica, con una leve incursión anterior en lo figurativo, desde 2009 inauguró la larga serie Summer in my garden, donde se propone crear un jardín particular, espacio de recogimiento y exaltación, de meditación e intercambio de sentimientos e ideas.
Aquellos jardines iniciales inauguraban lo que iba a ser su estrategia de representación desde entonces, el acercamiento metonímico al tema. Jamás en las obras se representa el jardín (¿entrevisto?, ¿soñado?) en su conjunto. Un grupo de flores sugeridas es dispuesto en el espacio de muy diversas maneras, bajo luces diferentes y en una gama que va de los colores fríos a los cálidos, en correspondencia con los estados anímicos del artista y los avatares de su circunstancia personal. El jardín por las flores, el todo por la parte.
Sobre la génesis de esta colección, Villanueva ha dicho:
“Summer in my garden siempre ha estado asociada a la idea de un estado mental vinculado directamente a la felicidad. Haciendo un paralelo entre esos jardines interiores que se encuentran en las antiguas culturas de India, China y Japón, veo a mis jardines como un espacio utópico de felicidad. El manejo del color en esta serie es artificioso, y no busca emular a la naturaleza. La forma de la supuesta flor, no podría decirse que es una flor determinada; cuando mucho, un símbolo”.
Trataba entonces de espacios interiores, introspectivos, sin estridencias, remansados…, hasta que aparece, en fecha más o menos reciente, Expanding gardens, conjunto que tiene como impulso la teoría del Big Bang. Según esta, el universo está en constante expansión. Si las piezas de Summer… estaban animadas de cierta fuerza centrípeta, ahora la dispersión es centrífuga. Los jardines se expanden, rompen la relación interiorista e intentan crecer del centro a la periferia.
Last garden, same summer, mural políptico de 19,20 metros de largo por 1,90 metros de alto, está compuesto por 16 paneles que, llegado el momento, podrían interpretarse como obras independientes. Su nombre da título a la exposición, que integra otras obras de diferentes épocas que reflejan la trayectoria del artista por la temática. Está emplazado en una de las paredes del claustro del Centro Cultural Padre Félix Varela (CCPFV), antigua sede del Seminario San Carlos y San Ambrosio, en el centro histórico de La Habana.
Hasta donde recuerdo, es la primera vez que los jardines de Villanueva se exhiben dentro del marco de un jardín real, al que se integra como dos espejos enfrentados: uno refleja al otro en sucesivas multiplicaciones. Las columnas del edificio impiden la total contemplación de la pieza en perspectiva, por lo que inducen a recorrerla, en una suerte de práctica inmersiva muy gratificante. Alguien me preguntó si había visto el mural de Villanueva; le respondí que lo había caminado. El Pbro. Yosvany Carvajal, párroco de la Catedral de La Habana y rector del CCPFV, en las palabras del catálogo nos recuerda que “en un jardín comienza la historia de la humanidad según el relato contenido en el libro del Génesis que, con su acostumbrada carga mítico-teológica, quiere colocar los orígenes de todo cuanto existe en ese escenario idílico donde el ser humano se encuentra en perfecta armonía con la naturaleza, con los semejantes y sobre todo con el Trascendente”.
Al margen de esa consideración bíblica, podemos concluir que el jardín, real o imaginado, es un reducto innegociable de libertad personal, el lugar donde somos, alejados de los agravios de una contemporaneidad que cada vez se hace más inhumana por más agresiva, y viceversa.
Desconozco si ese “last” del título del espléndido mural significa un cierre de la temática en la obra de este artista. Igual pienso que toda creación —en cualquiera de las artes— es una reconstrucción personal del mundo físico, pero también una bitácora de los sentimientos y anhelos del hombre en todas las épocas.
Last summer, same garden es una exposición a visitar, entre las opciones más atractivas de estos días de Bienal.
Dónde: Centro Cultural Padre Félix Varela. Tacón entre Chacón y Empedrado, La Habana Vieja.
Cuándo: Hasta el 23 de febrero. Todos los días, de 8:00 a.m. a 8 p.m.
Cuánto: Entrada libre. Para visitas guiadas, contactar con Marielmy Valdovino: +53 5 343 72 06.