No nos conocíamos, pero ella me recibió sonriente en su casa y me consultó si té o café. Llevaba las uñas de rojo. Las tiene largas por primera vez porque “eso es difícil de lograr en una pintora”, dice.
En la sala se cuentan unos cinco altares, cuadros gigantes, fotografías, vasos con agua, muchas velas y también muchas figuras de santos. Lo más llamativo: un sofá escarlata donde nadie puede sentarse. Allí, siguiendo uno de los más célebres volúmenes de Deepak Chopra, acostumbra a meditar Zayda del Río. Hace budismo, dice, para “vaciar la mente”.
Hija del campo villareño, convertida en una de las principales figuras del arte contemporáneo cubano, Zaida se preocupa especialmente por la belleza y por “llegar a saber” quién es.
“Me interesan todos los mundos. Yo he hecho un gran trabajo espiritual para intentar conocerme a mí misma y todavía no lo he logrado. No sé bien quién soy. A veces soy una mariposa, a veces soy una piedra, a veces soy un águila, un caballo, una pared…”, dice.
Más de una vez ha mencionado que es la torre de Babel cubana. Con una habilidad casi camaleónica, tan drásticamente como se va del blanco al negro, Zayda pasa de santera a budista, hinduista o católica. En sus palabras, eso la hace dueña de una inquietud creativa impredecible.
Afirma que se inspira en el talento creador de los demás. “Me motiva cómo otros pintan, cómo otros hacen música, cómo otros escriben, cómo otros se mueven”. Además, le interesan las personas “que no tienen pretensiones”.
La multifacética artista inaugurará su próxima exposición en noviembre en la sala Orígenes del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. A través de un acercamiento a la homosexualidad, su obra, hasta ahora marcada por una imaginería de mujeres pájaros, seres mitológicos y encantos de la naturaleza, representará hombres desnudos.
La muestra Todo empezó en la sorpresa estará integrada por pinturas de 2 metros de largo o de ancho, que apostarán por un discurso “a favor de la diversidad y de aceptar a todas las personas con sus inclinaciones sexuales, con todo lo que deseen ser en la vida”.
La pintora hace tiempo viene estudiando el tema. “He aprendido bastante de mis amigos gays, que son muchos. Yo nunca he tenido prejuicio con eso. La homosexualidad es un mundo que existe como otro cualquiera”.
Recientemente se presentó en La Habana el libro de poesía Ganga Karire (en español, Estrella del mundo) y prevé la publicación de Palabras sin fronteras, dedicado al intelectual revolucionario Pablo de la Torriente Brau; y La grieta entre los mundos y Entre los mundos, la grieta, centrados en la trascendencia que tienen para ella los hechos cotidianos.
Por otro lado, traerá pronto a Cuba un disco grabado en Estados Unidos: De mi padre lo aprendí, con canciones del centro de la Isla inmortalizadas por Manuel Corona, Rodrigo Prats, Eusebio Delfín y Meme Solís. Allí se encuentran, por ejemplo, piezas como “Santa Cecilia”, “Longina” y “Mi tierra es así”.
Zayda del Río adelanta otra producción musical que saldrá en 2019 bajo el sello Egrem, con la colaboración de varias personalidades cubanas; y que se mantiene trabajando junto a otros importantes artistas de la plástica, como Ever Fonseca, Flora Fong y Nelson Domínguez en la confección de muebles que se venden en la mayor feria de artesanía del país.
Para Zayda, también dibujante, grabadora y ceramista, la mejor filosofía de vida es aquella que describe Chopra en uno de sus más célebres volúmenes: la que incentiva “la entrega con satisfacción y que cree en la existencia de otras vidas y en el mínimo esfuerzo, porque lo que se hace por amor y con vocación, no agota”. Eso la hace “intensa e incansable”.
La “Guacha” es fabulosa. Gracias OC por este trabajo.