“En un mundo de tanta prisa, estrés y desconexión del hombre consigo mismo, hay una ceguera y una sordera crecientes”; por eso la artista cubana Glenda León nos invita a ver sonidos y escuchar imágenes con su obra Música de las esferas, expuesta en la edición 55 de la Bienal de Venecia, desde el 1ro de junio y hasta el 24 de noviembre de 2013.
En varias ocasiones, esta joven ha incidido con su arte en el acto de escucha, pues considera que es “una manera de regresar a esa esencia descartada de nosotros mismos, de nuestro ser más profundo que está unido al Universo”. Recuerdo que en la X Bienal de La Habana (2008) tuve la oportunidad de apreciar Mundo Interpretado, instalación de su autoría expuesta en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, donde se reproducían al unísono melodías relacionadas con cinco religiones del mundo. En aquel entonces, Glenda me comentó: “En realidad no existe una inferior o superior, todas son interpretaciones del mundo. Con esta pieza trato de lograr una integración de diversas culturas a través de la mezcla de sonidos”.
Han pasado algunos años desde aquella entrevista en La Habana. En este tiempo León ha retado con su propuesta artística a otros públicos en Canadá, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Alemania, Polonia, Rusia, España, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Honduras, en exposiciones personales y colectivas. La Ciudad de los canales la recibe ahora con esta instalación sonora, inspirada en la teoría de Pitágoras, con la cual invita a sentir el mundo y sobre la que explica: “un pentagrama circular y vacío se ha superpuesto a una imagen del sistema solar. Ahí donde había un planeta se asignó una nota, de la partitura resultante se construyó una caja de música”.
Custodiada además por dioses griegos, Música de las Esferas incita al espectador a “vaciarse de pensamiento y ego, para dejar entrar los sonidos, las palabras y la presencia del otro”. Con la emoción aún palpitante, luego de haber asistido a la inauguración del pabellón de Cuba en la Bienal de Venecia – donde se expone su obra junto a la de otros artistas de la plástica cubanos como Antonio Eligio (Tonel), Sandra Ramos, Lázaro Saavedra, Liudmila Velasco, Nelson Ramírez y María Magdalena Campos–, Glenda responde algunas preguntas, esta vez vía correo electrónico.
¿Cómo fue acogida Música de las Esferas en Venecia?
Lo que más disfruté fue cuando las personas quedaban sumergidas en silencio, escuchando y observando la obra. Algunos intentaban irse y volvían. Otros expresaron que los invitaba a la meditación, les provocaba paz. Hubo quienes no pudieron escuchar.
¿Por qué la música constituye una constante en tu obra?
Una de las cosas que más disfrutaba desde muy pequeña era improvisar movimientos con las canciones que me gustaban. Años más tarde comencé a practicar ballet y tuve por mucho tiempo el objetivo de ser coreógrafa y bailarina. Las condiciones físicas me ayudaron mucho en esa casi obsesión. Luego me di cuenta que, al menos para mí, faltaban unas cosas y sobraban otras en ese medio. Comprendí que lo que más me atraía era la idea de “performar” la música y el placer de escuchar; o sea, que el punto de partida, lo esencial, era lo que sonaba.
Otro elemento interesante en tu trabajo es la relación con la naturaleza. ¿A qué se debe este interés?
La presencia de la naturaleza en mi trabajo tiene su origen también en mi niñez. Mis padres me enseñaron a fijarme en los pequeños insectos o las florecillas silvestres, y así no las veía como un detallito dentro del paisaje, sino como un mundo en sí mismo. Por otra parte, he encontrado siempre una grandeza que me tranquiliza en las estrellas, el cielo, el mar.
Al observar la naturaleza podemos aprender muchas cosas de la vida y al representarla en mi trabajo estoy intentando recordar que somos parte de ella, y ella es parte de nosotros. No hay división como hemos aprendido en la escuela. Incluso, el Cosmos tiene semejanzas con nuestra vida en la Tierra. El ser humano está demasiado desconectado de su entorno y es, sobre todo, porque está desconectado de sí mismo. De cierta forma mi trabajo intenta reconectar o hacer una alusión a ello.
Ya mencionabas los estudios de ballet, además estuviste en la Escuela Experimental de Artes Plásticas, te graduaste de Historia del Arte en la Universidad de La Habana y cursaste una maestría en Arte de los Nuevos Medios en Alemania. ¿Cómo han influido en tu formación como artista esas diversas, pero a la vez relacionadas vertientes?
Creo que lo mismo que me movía a estudiar ballet, ese gusto por seguir los acordes de una música con el cuerpo, está detrás de cada producto audiovisual, con la diferencia de que son las imágenes las que se mueven. Aun cuando no haya música en casi ninguno de mis videos, hay personas que pueden notar una cierta coreografía.
La carrera de Historia del Arte, me brindó un conocimiento indispensable para hacer arte contemporáneo. Pienso que es muy importante saber lo que sucedió antes para entonces no repetir. Existen muchos artistas que vuelven sobre lo que ya han hecho otros, a veces hasta 60 años antes. Creo que pudiéramos prescindir de toneladas de catálogos, revistas y kilómetros cúbicos de creación estancada.
Por otra parte, en la Escuela Experimental de Artes Plásticas aprendí lo básico, lo elemental en cuanto a producción visual. Y bueno, la Maestría me enriqueció mucho, sobre todo, en cuanto a encontrar posibilidades para solucionar una idea. Todos estos aprendizajes, sin dudas, me han formado como artista.
¿De las obras que has hecho, cuál te ha dejado huellas más profundas por lo bien lograda, el éxito con el público, la crítica, etc.?
Mundo Interpretado en la Bienal de La Habana (2008) es una de las que más lejos ha llegado. Estuvo muy bien lograda y tuvo una gran aceptación del público. Sin embargo, casi le ha ganado una reciente, Tiempo Perdido, que mostré primero en Chateau des Adhemar, Francia, y luego en Madrid, con la galería Magnan Metz. Tuvo una cobertura mediática increíble en España y cada persona que pasaba le tiraba una foto con su cámara, móvil o Ipad. El video Cada Respiro, también ha sido muy solicitado.
Expusiste Escuchando el Silencio en Nueva York en 2012 ¿En qué consistía esta muestra, cómo fue recibida?
Escuchando el Silencio estaba, una vez más, relacionada con la escucha, tema que como ya he dicho me interesa mucho. Incluí las piezas Objeto Mágico Encontrado y Escuchando las estrellas; una serie de partituras que hago sobre la base de fotografías; dibujos; y objetos más pequeños.
A pesar de ser mi primera vez en Nueva York, tuvo un buen recibimiento. No obstante, tanto en el caso de esta obra como en el de la de Venecia, aún existe demasiado ruido en las cabezas de las personas como para poder escuchar la Música de las Esferas o aún más, el propio silencio.
Has tenido la oportunidad de presentar tu obra en muchos países, pero siempre regresas a Cuba a exponer tu trabajo. ¿Por qué?
Primero que todo en Cuba ya hay bastante gente que conoce mi obra desde el inicio. Es muy gratificante ver que esas personas pueden evaluarla con más herramientas y con una aproximación más profunda que la de quien ve algo mío por primera vez. Me interesa darles la posibilidad de seguir viendo esto. Por otra parte, es una cuestión de retroalimentación, pues en Cuba me formé como artista.