Mapa en mano es la única manera de recorrer la exposición “El Fanguito: un museo de arte contemporáneo” que el artista Wilfredo Prieto ha creado para la 15.ª Bienal de La Habana, que inició el pasado 15 de noviembre y se extenderá hasta el 28 de febrero de 2025.
Más de cincuenta piezas están diseminadas por todo el popular poblado habanero. A ellas hay que llegar con guía, no solo por las distancias y ubicaciones diversas, sino porque podemos pasar y no advertir su presencia. “Grúa” (2006) en el medio de la calle, “Pan con pan” (2011) en el exhibidor de una cafetería, “Línea cara y línea barata” (2014) en un muro ya despintado, por solo mencionar algunas.
Wilfredo Prieto reúne creaciones de distintos momentos de su recorrido artístico, desde 2002 hasta la actualidad, aunque también algunas se han creado para “El Fanguito…”; la novedad en esta muestra está justamente en su emplazamiento.
“Son muchas razones para que sea aquí; primero, mi estudio queda acá, entonces es la zona que continuamente visito y donde me estoy encontrando ideas. Después, porque es muy importante para mí hacer una puesta en escena diferente de mi trabajo, en relación a un contexto, que no es el espacio blanco, no es el museo, ni la galería, sino que es un lugar que está vivo con la gente; los pobladores del lugar son los propios mediadores y esto le da un nuevo sentido a mi trabajo”, explica Wilfredo Prieto sin bajarse de la bicicleta en la que recorre continuamente el barrio.
Instituciones médicas y educacionales, espacios públicos y las casas de algunos pobladores son los lugares donde se han colocado las obras con un significado muy preciso.
“Si bien una vez Marcel Duchamp había cogido el objeto cotidiano y lo había puesto en el espacio de una galería, cuestionándose los principios estéticos y el arte en sí mismo, esta vez Wilfredo devuelve el objeto a su estado natural, de manera que, más que una intervención en los espacios, digamos que es una intervención de paisajes en el espacio cotidiano”, dice la curadora Yalena González, para ponernos más en contexto.
El Fanguito asumiendo el arte conceptual
Más de la mitad de las piezas se exhiben/imbrican en casa de pobladores del barrio habanero. Personas que prestan su espacio personal, que a la vez lo convierten en zonas públicas al permitir el acceso a los espectadores; pero que, sobre todo, dan una interpretación propia e inesperada a lo que reciben en su hogar.
Carmen Rosa Castillo Pérez expone en su pequeñita sala la “Pecera sin pez” (2011) y, aunque nos confiesa que le hubiese gustado más que no estuviera vacía, dice que es bueno que estas cosas pasen: “eso ayuda a la juventud que viene subiendo a no pensar en otras cosas que no sea lo bueno”.
A Digna Jiménez nos la encontramos en medio de la calle y ella sola nos tomó de la mano para llevarnos a su pequeña casita de madera y tejas de cinc para que viéramos “Futuro incierto” (2011), una bola de cristal que por estos días convive con los Elegguá y demás resguardos religiosos de la familia. Le digo que es la que más me gusta y exclama: “¿viste Oshún?, todo el mundo me dice lo mismo”.
Cuquito, como todo el mundo conoce a Sergio Armando Martínez Arocha, tiene en su portalito “Huevo y bola negra” (2016), y dice que “para nosotros el huevo tiene muchos significados, es para los religiosos como una luz, y estoy contentísimo con que me hayan puesto el huevo a mí específicamente”.
Así van sintiendo y de alguna manera repensándose su realidad los pobladores de El Fanguito estos días, incluso los que no quieren dar un testimonio, o entienden y saben que la localidad necesita otras cosas, pero que una exposición los lleve a pensarlo, es también un resultado.
“Esto no es para edulcorar un área, sino que son mis experimentos, mis proyectos llevados a la realidad, por lo tanto, no es un arte precisamente seductor para la gente, es un arte que de alguna manera trae interrogantes, preocupaciones, propuestas críticas”, nos había dicho Wilfredo Prieto.