Los espacios urbanos adquieron nuevos significados en este Festival, donde artistas cubanos y escandinavos se integraron a las comunidades, iniciando procesos de creación colectiva e intervenciones públicas para demostrar cómo el verdadero arte puede estar al alcance de todos. No solo como disfrute estético, motivo de autorreconocimiento o experiencia sensorial, sino también a través de gestos y acciones realizadas por nosotros mismos.
Para demostrar esa premisa, llegaron a La Habana varias obras audiovisuales, entre ellas el largometraje de ficción Sound of Noise (El sonido de la bulla) de Ola Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson. Desde singulares perspectivas y presupuestos artísticos, esta obra coloca a las ciudades como centro de atención. El contexto se erige como sujeto de la acción, no solo como decorado donde se colocan los personajes, sino en sí mismo como actor del drama.
Utilizando los recursos de la ficción, la puesta en escena y los códigos de la comedia con tintes absurdos, Sound of Noise es una película divertida que sorprenderá al espectador por la radical propuesta de sus personajes. Aburridos de su existencia monótona y hastiados de escuchar o interpretar un mismo tipo de música, seis sujetos se reúnen bajo una misma premisa: seguir sus instintos naturales, intervenir también los espacios y cambiar la percepción tradicional del concepto de arte. Para lograrlo llevan a cabo disparatadas acciones públicas de “terrorismo musical” que, in crescendo, alcanzan grados surreales en su último performance. No hay objetos ni figuras humanas a las que estos instrumentistas habilidosos no consigan extraerle sonidos, ritmos y melodías, en tanto son perseguidos, paradójicamente, por un individuo llamado Amadeus.
Esta película viene precedida por numerosas presentaciones en festivales de todo el mundo (Cannes, Sundance, Berlín, Varsovia) y ha obtenido premios de la crítica y el público. Pero al margen de sus notables éxitos, ofrece al espectador un cine lleno de vitalidad y activismo social, visualmente contemporáneo, perfectamente integrado al espíritu experimental e interactivo que propone el Festival Tránsitos-Habana.