Para la cantante, compositora, arreglista y percusionista cubana Brenda Navarrete, la música tradicional y folclórica cubana necesita un impulso que la posicione más cómodamente dentro del espectro sonoro nacional y eduque, incluso, a los oídos más expertos en ritmos y melodías.
En entrevista para OnCuba, la artista destacó que el conocimiento de las raíces cubanas va perdiendo terreno, y se está dando pasos a otros géneros que se imponen en buena medida gracias a una fuerte promoción de las industrias culturales.
Es por ello que desde principios de julio de este año, la artista decidió emprender un proyecto para niños y adolescentes en el Centro Amas, espacio de adolescentes, que normalmente se dedica a impartir clases de manifestaciones artísticas totalmente gratis.
“Yo me lancé a crear este taller porque entiendo que los niños y los adolescentes cubanos carecen de un conocimiento de los ritmos tradicionales y folclóricos de nuestro país. Quería saber si verdaderamente estos ritmos gustan o no en este sector de la población. Mi interés es fomentar el folclor y despertar en esos niños y adolescentes el sentido de las artes, a través de la danza, la percusión y lo cantos afrocubanos.
“También me propongo que se desinhiban y se den cuenta de la capacidad que pueden tener para hacer cualquier cosa que se propongan, antes de argumentar que no tienen aptitudes”, señaló Brenda.
Según la artista, hay una tendencia generalizada a pasar mucho tiempo con los teléfonos celulares, lo que provoca una falta de interacción social y limita el desarrollo de habilidades en otros aspectos más prácticos de la vida cotidiana.
“Actualmente los jóvenes no se comunican, no hablan, a pesar de que Cuba está un poco menos contaminada con eso”, puntualizó.
El taller de Brenda cuenta con aproximadamente 150 niños y adolescentes, en edades comprendidas entre 10 y 18 años, que reciben clases baile y canto, fundamentalmente de raíz yoruba.
“Mi propósito es expandirlo por toda Cuba y luego de forma internacional. Para ello estoy contactando con varias agencias que colaborarán, y espero lograrlo con el mayor éxito posible.
“Afortunadamente he recibido el apoyo de los medios de comunicación, pues el tema de los adolescentes es muy sensible. No les exijo ningún requisito a estos muchachos para entrar al taller, excepto su propio interés. Yo les hago una pequeña prueba de aptitud, pero vale más la disposición de cada uno”, explicó.
A pesar de no existir un referente anterior en experiencias similares, Brenda no siente temor ni piensa en el sacrificio. Disfruta mucho lo que hace y está complacida con los padres de los chicos, pues han respaldado la iniciativa de la artista.
Luego de compartir escenario con la Jazz Band de Joaquín Betancourt, el grupo Interactivo, o con intérpretes como Alain Pérez, Elaín Morales, o su propia hermana Melvis Santa, Brenda ha logrado una carrera como solista y ya defiende en diversas latitudes su primer fonograma Mi mundo.
“Sin embargo, no he podido comercializarlo en mi país porque lo produje en Alma Records, una disquera canadiense; y quiero licenciarlo acá para vender mi música en Cuba”, subrayó.
Brenda piensa organizar un gran concierto para finales de septiembre; pero insiste en que a la música cubana se le debe poner un valor agregado que vaya más allá de la defensa artística de cada intérprete o agrupación.
“Por eso tengo este nuevo proyecto. La música folclórica representa mucho para la cultura cubana, y puede cosechar mucho éxito si se mezcla con otros géneros como el jazz o el hip hop.
“Estoy plenamente convencida de que en Cuba debemos potenciarla desde la niñez, pues siento que en ocasiones tiene mayor aceptación fuera del país. Me parece que el problema está en la promoción. Ahora los jóvenes están muy conectados con los géneros urbanos, aunque yo los entiendo: eso forma parte de la evolución musical y de la vida misma.
“Desafortunadamente, la mayoría de los jóvenes cubanos ya no consumen la música tradicional y folclórica nacional. Sin embargo, fuera de Cuba las personas se sienten muy atraídas por estos ritmos. Yo estuve en Portugal hace un mes y me sorprendió ver cómo la gente me conocía allí y cantaban mis canciones. El público sabía, por ejemplo, lo que era una rumba. ¡Fue algo indudablemente impresionante!”, concluyó la artista.