Lo primero fue la creación de una institución cubana dedicada al cine (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, La Habana, 1960), luego el lobby de su sede para exhibir carteles en techo y paredes y, por último, galerías en las cuales se los muestra regularmente. Durante todo este tiempo y por toda la Isla, en casas u oficinas, han sido considerados una expresión artística para el disfrute cotidiano. Han obtenido innumerables premios y desde hace más de cincuenta años se pueden ver en Cuba y en el extranjero.
Forman parte de colecciones privadas y estatales, museos, y se reproducen en publicaciones como ejemplos de buen diseño. Irrumpieron en la segunda mitad del siglo XX en calles y avenidas cubanas y en espacios de las antiguas vallas publicitarias. En la capital se fabricaron estructuras de metal, las conocidas popularmente como paragüitas, para colocar varios de ellos en aceras. Los lobbies de las salas de cine en Cuba los acogieron de manera permanente. Cambiaron la visualidad urbana y sentaron base para afrontar la promoción cinematográfica, política y cultural. En 2017 fueron inscritos en el Registro Nacional del Programa Memoria del Mundo y en el Registro de Memoria del Mundo de América Latina y El Caribe, ambas concedidas por la UNESCO. En 2018 les fue otorgada la condición de Patrimonio Cultural de la Nación Cubana.
Desde los primeros años sesenta, Los carteles del ICAIC, como fueron conocidos realmente (más allá de los carteles políticos y otros para campañas sociales e instituciones nacionales), promocionaron los nuevos filmes cubanos y de otras cinematografías poco conocidas en Cuba. Se diseñaron para eventos cinematográficos de todo tipo: muestras, semanas de cine, homenajes. Portadores de nuevas imágenes, los carteles aparecieron por todas partes y, de golpe, incitaron al público a decodificar mensajes diferentes y contribuir a lograr mejores espectadores, más inteligentes y con mejor gusto estético.
Responsables de esta nueva experiencia fueron los ya emblemáticos diseñadores: Eduardo Muñoz Bachs, Antonio Fernández Reboiro, Antonio Pérez (Ñiko), Alfredo Rostgaard, Rafael Morante, René Azcuy, y muchos otros que fueron incorporándose a tan fascinante tarea cultural, atrapados por esa magia de textos, formas y colores que significaba el desafío de hacer carteles para cine.
Conjuntamente con los diseñadores, a los operarios del taller donde se imprimían les corresponde el mérito de resolver numerosos problemas técnicos mediante la artesanal serigrafía que les aportó un sello distintivo determinado por las texturas, los colores planos y la pericia en el calado. Esos carteles resultaron eficaces desde el punto de vista comunicativo, no solo para el público al cual estaban destinados sino que llegaron a convertirse en temas de artículos y ensayos de especialistas cubanos y extranjeros.
En el año 1970 se publicó el libro The Art of de Revolution, de Dugald Stemer y Susan Sontag, con un importante ensayo de esta última a propósito de los carteles producidos en aquellos primeros diez años, en el que distingue entre todos los carteles producidos en el ICAIC. Los diseñadores de esta institución diferenciaron su trabajo gracias a la libertad con la que asumieron el acto de creación sin restricciones, y a las apropiaciones artísticas provenientes de cualquier latitud. No tuvieron reparos en asumir corrientes estéticas de moda e insertar cualquier elemento expresivo que les resultara útil para la trasmisión de sus mensajes gráficos. Es así como pueden observarse ilustraciones, fotografías, papeles recortados, viñetas antiguas y modernas y un cuidadoso y audaz estilo compositivo.
En 1979 una mega exposición de carteles en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, para conmemorar el vigésimo aniversario de la fundación del ICAIC, y sentido homenaje a Saúl Yelín (gestor y promotor de la gráfica cinematográfica, fallecido en 1977), permitió exhibir 1000 carteles cubanos de cine para disfrute del público y de especialistas: con ello quedó demostrada la trascendencia de los carteles producidos en solo dos décadas de trabajo.
Desde comienzo de los años ochenta, sin embargo, aparecieron ciertos síntomas que anunciaban una crisis económica nacional cuyas consecuencias se manifestaron en una marcada disminución en la exhibición de filmes extranjeros en las salas cinematográficas cubanas. Por ello, la producción de carteles quedó destinada solo para la promoción del cine nacional. Se pudo observar, en casi tan exigua producción, señales de agotamiento creativo.
Tal crisis trató de ser remediada, en alguna medida, durante la siguiente década con la participación de nuevos diseñadores decididos a colaborar e intentar dar continuidad a la prestigiosa gráfica ICAIC: Eduardo Marín, Vladimir de León, Manuel Marcel, Fabián Muñoz y Ernesto Ferrand, por ejemplo, más otros que a partir de 1999 y hasta el presente continúan en ese empeño por realizar carteles para filmes cubanos y cualquier evento cinematográfico. Son ellos: Nelson Ponce, Giselle Monzón, Raúl Valdés (RAUPA), Michelle Miyares Hollands, Claudio Sotolongo, entre otros, quienes trabajan a partir de los nuevos programas de computación y digitalización diseñando carteles para ser impresos en serigrafía. Los anima el hecho de competir en buena lid con esa historia y aquellos diseñadores que, en el pasado, dejaron una impronta legítima y constituyen hoy referentes obligados.
En 2016, Yumey Besú crea el proyecto CartelON. Gráfica Cubana, programa de fomento para el diseño serigráfico en Cuba, el cual ha generado concursos de carteles y tiene entre sus objetivos dar continuidad a la tradición del cartel cultural producido en esta técnica en Cuba. Este proyecto gestiona, además, la impresión y montaje de sus exposiciones. Desde ese año genera obras de alto valor estético y posibilita el continuo descubrimiento de nuevos talentos.
Su primer trabajo consistió en realizar el Concurso de carteles por el 30 aniversario de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba (EICTV), y continuó con otros proyectos tales como: Guernica, 80 años; Clásicos restaurados del cine latinoamericano; Artes de Cuba: de la Isla para el mundo (carteles exhibidos luego en el Kennedy Center, Washington, 2018), y Centenario de Ingmar Bergman. En proceso de producción se encuentran carteles para la muestra Clásicos restaurados del cine europeo, la cual será expuesta en el Festival de Cine de La Habana en su 40ª edición (2018). CartelON representa una alternativa favorable para el desarrollo del diseño de carteles en la Isla y la posibilidad de reconocer la validez de nuestra gráfica emergente.