En El Vedado, justo en la calle 10 #355 e/ 15 y 17, está la Casa de la Salamandra. Queda en mi camino diario al agro y otras tiendas de víveres. Unas veces en su portal hay una enorme estructura en papier maché; otras, las puertas abiertas dejan divisar, allá en el fondo, a un grupo de jóvenes que observan proyecciones en las paredes blanquísimas; otras, una exposición de fotografías congrega a un numeroso público… Siempre pasa algo allí —por lo general muy bueno—, y un recinto que podría creerse espacio especializado, con los matices de aislamiento y exclusividad que el adjetivo tiene entre nosotros, ha ido integrándose a la vidilla de la cuadra.
A la Salamandra, sede de Unpack Cuba, voy a charlar con amigos, a tomar café y a presentar a los directivos a algún creador que me parece podría merecer su atención para empeños futuros. Uno de estos mediodías de calores salvajes le propuse a Omar Estrada, artista con larga trayectoria docente, sostener este diálogo. Ajax, el monumental husky siberiano, verdadero dueño de la casa, fue testigo.
¿Qué es Unpack? ¿Qué significa el nombre? ¿Cuándo se inauguró? ¿Se mantienen los presupuestos fundacionales?
Unpack Studio es un proyecto de residencias artísticas en Cuba que fundamos la artista canadiense-barbadense Alexandra Majerus y yo en Canadá, en el año 2016. El proyecto comenzó como una extensión de nuestro estudio-galería en el Barrio Chino de Toronto, inaugurado en el año 2013, cuando muchos artistas que nos visitaban mostraron interés por desarrollar proyectos y colaboraciones en Cuba.
Unpack fue el nombre que elegimos bajo la idea de “llegar y desempacar”, pero también como referencia al comando que se utiliza en programación para poner en marcha un algoritmo. Se trata de “ejecutar” en Cuba el proyecto diseñado por el artista que la residencia acepta.
Inicialmente, nuestro estudio-galería en Toronto se inauguró con la intención de organizar colaboraciones y talleres, aparte de mostrar nuestra obra y establecerse como un lugar para conversar el arte, pero después de tres años funcionando como espacio expositivo y estudio de arte, tuvimos que cerrar por falta de financiamiento, y debido a los altísimos costos de renta en Canadá.
En el año 2016 decidimos continuar el proyecto en Cuba, en nuestro apartamento de la calle Calzada y, posteriormente, en la actual sede, que reparamos para condicionarla a las necesidades de los artistas: habitaciones, espacio expositivo y estudios.
¿Reciben algún financiamiento público o privado?
Unpack no recibe financiamiento de ninguna organización ni Gobierno. Al ser una residencia de pago, los fondos aportados por los residentes son los que se utilizan para cubrir los costos de operación en Cuba. Generalmente los artistas que aplican, si son aprobados, buscan su propia financiación a través de sistemas de grants en sus países.
Hasta el momento, ¿cuántos artistas, curadores e investigadores han recibido? ¿De cuáles nacionalidades?
Desde nuestra inserción en el año 2016, y a pesar de la interrupción que causó el COVID-19, hemos recibido un total de 29 artistas, curadores e investigadores, algunos de ellos más de una vez, de un total de 11 países: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Austria, Brasil, Bélgica, Suiza, Japón, México y Trinidad y Tobago.
¿Cuáles son las interacciones, exposiciones y curadurías más destacadas patrocinadas por Unpack?
Aparte de las excelentes muestras que hemos tenido de los artistas cubanos Nestor Siré, Mario Enrique Briño y Daylene Rodríguez Moreno, algunos artistas residentes, como la arquitecta y fotógrafa estadounidense Dana Moody, han obtenido reconocimiento en sus países de origen por su trabajo desarrollado durante la residencia.
En mi criterio, una de las mejores interacciones fue la organización de un evento de performance de dos días donde muchos artistas jóvenes, algunos estudiantes, pudieron presentarles su obra a nuestros residentes, entre ellos la artista del performance y curadora canadiense Jess Dobkin.
¿Cómo se aplica a la residencia? ¿La convocatoria está abierta permanentemente?
La aplicación a la residencia se hace online, en nuestro sitio web, y la convocatoria está abierta todo el año. A través de una forma que ofrecemos en www.unpackstudio.ca los artistas nos detallan el proyecto que quieren desarrollar, y nuestro equipo, formado por la artista Alexandra Majerus, la curadora Dannys Montes de Oca y yo, determinamos si el proyecto es posible, y les diseñamos un conjunto de interacciones, visitas a estudios, galerías, museos, y presentaciones de artistas locales.
¿Los artistas, investigadores y curadores cubanos pueden optar a la residencia?
La residencia como tal es, para hacerlo comprensible, una combinación de trabajo de mentoreo y relaciones públicas, con acceso a locales de trabajo y estancia en la casa para los residentes extranjeros. Como los artistas locales no necesitan el hospedaje, nuestro proyecto está abierto para ellos a todo tipo de colaboración en el resto de las áreas que incluye la residencia: uso de los espacios de trabajo, uso de la casa como galería, acceso a los espacios para desarrollar talleres, críticas, charlas, etc.
Uno de los objetivos de la residencia es, justamente, favorecer a los artistas locales con que los residentes interactúan. Buscamos que cualquier colaboración beneficie a los artistas que nos apoyan, ya sea mostrándoles su obra a curadores o logrando que esa interacción se proyecte más allá de la colaboración en exposiciones u otros proyectos.
Uno de nuestros objetivos es lograr algún tipo de financiación que nos permita ofrecer residencias a artistas del interior para dar a conocer su trabajo. Estamos empeñados en eso.
¿Qué es La Casa de la Salamandra?
Mientras que Unpack Studio es el nombre de la residencia artística registrada en Toronto, La Casa de la Salamandra —que es como los vecinos del barrio llaman a la casa, debido a un relieve en la fachada de un guerrero con una salamandra en el casco— es nuestro estudio en La Habana y el lugar donde se implementa la residencia.
¿La sede de Unpack en Cuba es un emprendimiento?
Al venir los artistas a la Salamandra generalmente por un período de tiempo que puede estar entre las 3 y las 5 semanas, la casa está registrada como una forma de TCP (trabajo por cuenta propia) para el alquiler en divisas, pero, al mismo tiempo, coinciden en el espacio las actividades que como artistas y curadores organizamos Alexandra, Dannys y yo.
¿Cómo se inserta esta actividad en el panorama económico y social cubano? ¿Cuál es su soporte legal?
El trabajo institucional en Cuba, aunque profesional y respetable, generalmente está marcado por una serie de limitaciones propias de los mecanismos políticos y burocráticos. Nosotros autogestionamos todo e intentamos que el espacio sea un lugar para conversar el arte, sin las repetidas limitaciones a que se enfrentan las instituciones. En términos legales, durante años se ha discutido si los espacios privados, galerías y demás, deberían tener algún tipo de legalidad que los respalde, más allá de que, en nuestro caso, somos artistas independientes desarrollando un proyecto en nuestro propio espacio; sin embargo, muchos de estos emprendimientos, especialmente los que tienen carácter comercial, se tienen que mover en una cierta alegalidad debido a que, pese a discutirse en numerosos foros, estos no son aún aceptados por el Estado.
¿Cuba sigue siendo un centro de interés cultural? ¿Por qué?
Cuando comenzamos nuestro proyecto en Toronto, que fue mi intento de insertarme en un país al que acababa de llegar, nos asombró el interés casi permanente que muchos artistas amigos tenían por Cuba. Este interés se mueve siempre entre lo político y lo cultural: ¿Qué es Cuba más allá de la propaganda política y la publicidad turística? ¿Qué sucede en el país? ¿Por qué, pese a la crisis material casi permanente, es Cuba un lugar donde se produce tan buen arte? Ese interés, y el deseo de abrirle camino a otros artistas, fue la motivación fundamental para fundar la residencia, que también tiene el objetivo de promocionar la producción contemporánea del arte en Cuba, riquísima y basada en una tradición de excelencia en la educación del arte.
¿Existen en La Habana u otra provincia del país empeños similares a Unpack?
Con algunas diferencias, conozco al menos dos proyectos que comparten la misma intención: Artista X Artista, residencia organizada por el artista Carlos Garaicoa, y ArtHaus, implementada por las curadoras Elena V. Molina y Grisel Cristina Antelo. Los dos en La Habana.
¿Qué podemos esperar de Unpack Cuba para lo que resta de año?
Nuestra intención es continuar el trabajo y ampliar las colaboraciones con otros espacios e instituciones, con un énfasis en el diálogo y la enseñanza del arte. Como parte de esta proyección, este año consideramos alojar, al menos, dos artistas participantes en la Bienal de La Habana.
Tres residentes opinan
En general, mi residencia en Unpack fue una experiencia profunda que me cambió y fue invaluable no solo para mi proyecto de escritura, sino para mi trabajo creativo en general; mientras que en viajes anteriores había ido a tomar clases de baile y a viajar, esta vez tuve la oportunidad de instalarme en un barrio, sentir la experiencia de vivir allí y sumergirme en el proceso creativo.
Fui a Cuba para trabajar en un proyecto de libro. Este será mi segundo libro completo y, para mí, la investigación es muy holística: implica encontrar información, objetos y artefactos, deambular, escuchar, ver, leer. Llegué con temas, preguntas y tópicos y los exploré como lo haría un investigador, luego escribí lo que a menudo se convirtió en un diario, una carta o notas poéticas. Estos temas se centraron principalmente en la resonancia histórica entre Cuba y Filipinas, e incluyen el colonialismo, el imperialismo, la esclavitud y el racismo, la resistencia cultural, el sincretismo religioso y cultural; me encantó que, con el apoyo de Unpack, pude perfeccionar mi tema.
La identidad percibida influye mucho en la experiencia en Cuba. Soy filipina-estadounidense y hablo español con cierta fluidez. Como tengo la piel morena y soy “asiática”, desde lejos pueden confundirme con una “china” o una mestiza cubano-asiática, y a menudo me veía “pasando” por tal hasta que abría la boca.
Aimee Suzara
Filipinas, Estados Unidos
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Vine a Cuba en 2017 para la primera de tres residencias con Unpack Studio, La Habana, para realizar un estudio documental fotográfico sobre la arquitectura cubana. Lo que comenzó como un proyecto de cuatro semanas se convirtió en un estudio en curso que continúa desarrollándose y evolucionando. Como el agua de un arroyo que gotea de mis manos ahuecadas, trato de capturar algunas gotas de esta cultura para compartirlas con el mundo a través de mi fotografía, presentaciones en conferencias y artículos de revistas. Nada de esto sería posible sin el apoyo de Unpack Studio, La Habana. La residencia abre puertas a nuevos contactos, ayuda a desenvolverse en un país complejo y brinda un lugar seguro, hermoso y productivo para trabajar y vivir cuando estás en La Habana. Tampoco sería posible sin el apoyo de mi esposo, Frank Hellwig, cuya asistencia me permite aprovechar al máximo mi tiempo y mis esfuerzos. En muchos sentidos, la experiencia y los resultados nos pertenecen a ambos. Este viaje, mi tercera residencia con Unpack Studio, tuvo un período de tiempo más corto y una agenda más grande, por lo que todos los días estuvieron ocupados, pero aún así encontramos tiempo para relajarnos y disfrutar de una experiencia que solo se puede encontrar en La Habana.
Dana Moody
Estados Unidos
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La casa de la Residencia es preciosa y esa palabra debería estar en mayúsculas. Espacio exterior para sentarse (realmente extrañé eso en la última casa), plantas por todos lados y el perro husky más grande y peludo que he conocido hasta ahora en la vida.
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Cuando colgué mi obra en el edificio abandonado, sentí todo tipo de cosas: orgullo, felicidad, satisfacción y también entusiasmo por saber adónde me llevaría mi trabajo a continuación. También me sentí completa, como si hubiera finalizado una residencia de tres etapas. Vine, vi, conquisté.
Tenía ideas en mi cuaderno de bocetos antes de llegar, sabía que quería jugar con los tapices de pared de una manera escultural. Quería mezclar mi obra en el contexto de un edificio abandonado. Sabía que quería explorar los “puntos de sutura” y cómo esto abre la puerta a un trabajo posterior sobre los cimientos y lo que nos mantiene unidos. Sentí que había logrado todo lo anterior.
(…)
En esta visita, también exploré más sobre la religión y las danzas afrocubanas.
Me voy de La Habana y de la residencia con un gran sentimiento. Estoy más tranquila, más feliz y más equilibrada. Sé hacia dónde se dirige mi práctica artística y qué quiero hacer a continuación.
Christine “Pink” Ames
Estados Unidos