Cecilia entre Villaverde y Solás

Dejo la Avenida de las Misiones y entro por la calle al costado del santuario. El nombre de una cafetería particular, “Cecilia”, me recuerda que piso la Loma del Ángel. Frente a frente quedan la fachada de la gótica Iglesia del Santo Ángel y un busto y tarja dedicados a Cirilo Villaverde.

A Villaverde, nacido en Pinar del Río, 28 de octubre de 1812, y muerto en Nueva York, el 23 de octubre de 1894, se le sitúa entre los patriotas que participó en el diseño de la bandera nacional. Pero debe su fama principal al hecho de escribir la más famosa novela del siglo XIX cubano, Cecilia Valdés.

Pasa por mi lado una muchacha del “tipo de las vírgenes de los más célebres pintores”, de raza indefinible, “belleza peregrina” y cuerpo de “armonía encantadora”, cual la describiría Don Cirilo. Una Cecilia de hoy, rompecorazones como esa de antaño que provocó la rivalidad entre Leonardo Gamboa, español rico y blanco, y el pobre y mestizo José Dolores Pimienta,  desencadenando la tragedia.

La joven es un imán por su encanto vital y desenvoltura. Ando un rato detrás suyo Compostela abajo, hasta que me desvío en Tejadillo. Mi destino final es Aguiar 154, esquina a Chacón.

Ahí encuentro reunido a un grupo de conocida gente de cine. Están las actrices Eslinda Núñez, Isabel Santos y Verónica Lynn, el realizador Tomás Piard, junto a Elia Solás y sus hijos Sergio, Aldo y Juan Carlos. Es 17 de septiembre, la víspera de cumplirse cuatro años desde la muerte de Humberto Solás.

En la entrada de una vieja edificación de dos plantas se ha colocado una tarja en recordación del destacado cineasta cubano. El recuadro de bronce explica que en esa vivienda Solás habitó desde su infancia y hasta 1968, cuando ya había filmado Manuela y la emblemática Lucía.

Elia, la hermana de Humberto, agradece a Eusebio Leal y la Oficina del Historiador de la Ciudad por facilitarles la realización de ese homenaje. Después lee una carta fechada en diciembre de 1964, cuando el futuro director de cine se adiestraba en Roma. Solás escribió entonces: “Extraño todo lo que sea cubano”.

Luego habla Piard, y evoca aquel instante de su juventud en que vio la película Lucía y comprendió que estaba ante una obra cumbre de la filmografía nacional. Concluye la ceremonia: ha sido breve aunque muy emotiva.

Solás filmó muchas otras películas de valía: Un día de noviembre, Amada, Un hombre de éxito, El Siglo de las Luces,  Miel para Oshún, Barrio Cuba… Sin embargo, camino por la calles de La Habana Vieja y voy pensando en que Humberto fue también quien se atrevió a llevar a la pantalla grande la novela de Villaverde.

Cecilia, la película, fue estrenada en 1982, hace ahora justo 30 años. Daisy Granados, “el rostro del cine cubano”, se metió en la piel de la bella mulata, mientras el galán español Imanol Arias interpretaba el personaje de Leonardo.

En aquel momento la película desató la polémica, criticada sobre todo por las licencias que se tomó el director al adaptar la pieza literaria de Don Cirilo. Humberto Solás se defendió diciendo que él quiso filmar una versión propia, que había querido tener su Cecilia particular.     

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