Después de refrescar las gargantas sedientas de miles de cubanos, la cerveza Parranda aparece encumbrada en uno de los murales de Fusterlandia, un proyecto cultural gestionado por el artista de la plástica José Fuster en el litoral oeste de La Habana y que involucra a más de 150 casas y varios espacios públicos.
“En algunas conversaciones empecé a oír sobre esa cerveza, que está inspirada en un pueblo paralelo al mío, Remedios, y entonces quise hacer algo que fuera distinto y creo que es la primera vez que se hace una propaganda de una cerveza en la calle”, manifestó el artista, residente en la localidad costera de Jaimanitas, en un video colgado en el sitio de Facebook de dicha cerveza.
Fuster, el artista seducido por Brancusi
Surgidas en 1820, las Parrandas de Remedios son las fiestas populares tradicionales que se celebran en el homónimo municipio cubano, ubicado en la central provincia de Villa Clara.
Cercano al territorio remediano está Caibarién, donde en 1946 nació José Antonio Rodríguez Fuster, quien es famoso por su maestría en las artes aplicadas, aunque también ha desarrollado la pintura, el grabado, la cerámica y el diseño gráfico.
“El primer boceto fue en azul, pero como mi pintura es de mucho colorido, pues había que hacer una fiesta diurna, una pequeña serenata diurna, como la de Silvio Rodríguez, entonces le incorporé el amarillo y le puse fuegos artificiales”, explicó el autor, cuyas piezas pueden ser encontradas en varias instituciones como el Center for Cuban Studies, Nueva York; el Museo de la Cerámica y el Museo Nacional de Bellas Artes, ambos de Cuba.
Egresado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte (E.N.I.A), Fuster se desempeñó como asesor de varios institutos de investigaciones artísticas, profesor y curador.
La idea de convertir su propia casa en una suerte de mural policromático y exultante nació en el año 1976, cuenta el creador, cuando fue comisario de una exposición de cerámica cubana por los entonces países socialistas de Europa.
En Rumanía, específicamente, visitó el pueblito de Pestisani donde vivió el escultor, pintor y fotógrafo Constantin Brancusi (1876-1957), considerado pionero del arte moderno.
“Descubrí su mundo particular: la puerta del beso, la columna del infinito, la mesa del silencio…, y me dije: si algún día tengo condiciones haré lo mismo dentro de mi estilo”, recuerda Fuster.
“Desde la visión cultural e identitaria que refleja la marca cubana Parranda, nació un mural integrado a la historia de un pueblo y su gente, contada a través de obras de artes en paredes de casas y edificios de comunidad ubicada en la zona costera Jaimanitas, La Habana”, se lee en una nota de la empresa Cervecería Cubana S.A.
De acuerdo con el artista, se inspiró en la forma de la botella y la etiqueta que anuncia su nombre. “Me motivaron mucho” (para el mural), dijo, antes de agradecer la participación de los vecinos y pedir salud para todos en el nuevo año, alzando una jarra de Parranda.
Parranda, la cerveza
Sacada al mercado en julio y desde la Zona Especial de Desarrollo Mariel, Parranda comenzó su comercialización en la red de tiendas de las cadenas TRD, Caribe y Cimex (todas en moneda libremente convertible-MLC) en formatos de 1.5 litros y 500 ml; al precio de 2.95 MLC y 1.20 MLC, respectivamente.
La producción está a cargo de la empresa de capital mixto Cervecería Cubana S. A., que une la compañía holandesa Swinkels Family Brewers, sucursal de Bavaria, con Cuba Ron S.A.
Descrita como una bebida ligera, de amargor medio bajo, de una apariencia traslúcida y un color dorado, Parranda pronto llegó a las bodegas de las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), que en cerca de ocho mil privadas se han expandido por todo el país, aportando el 7,7 % del producto interno bruto.
“Se venden entre 650 y 700 pesos”, dice Víctor Ramiro, un joven ingeniero enamorado del sabor de Parranda.
“Eso es lo mejor que hay en esta vida. Es litro y medio, lo que hay que tomársela bien fría. Ese es el secreto… y después la vida tiene otro color”, remata Ramiro con una sonrisa más que pícara.