La primavera llegó al frío estado norteño de Minnesota y con ella la visita de la actriz cubana –y ahora directora– Blanca Rosa Blanco. Fue a presentar su ópera prima, El Regreso, en el X Festival de Cine Cubano que se celebra en la capital, Minneapolis.
Después de 25 años como actriz, Blanca Rosa sorprende desempeñando tres roles a la vez en el cine: protagonista, directora y guionista. Es una muestra de temeridad y al mismo tiempo de madurez por haber decidido dar curso a sus inquietudes artísticas.
¿Cómo surge la idea de la película?
Surgió mientras estuve interpretando a la Mayor Mónica en la serie policíaca Tras La Huella. Durante esos 10 años nos dimos cuenta de que la televisión tenía determinados códigos que no nos permitían hacer todo lo que queríamos y siempre pensé que el cine era la plataforma ideal para explotar todos los recursos que el género policíaco brinda.
Queríamos ampliar las expectativas y ponernos a prueba frente al público cubano, que también estaba demandando un cine diferente. Los actores siempre estamos muy expuestos al criterio público, constantemente estamos escuchando, y yo iba recepcionando siempre.
¿Cuánto tiene Patricia (protagonista de El regreso) de la mayor Mónica de Tras la Huella?
Creo que son personajes que no se pueden divorciar. Definitivamente para Cuba está el antecedente de la misma actriz, la misma persona que interpretó un personaje durante 10 años. Inevitablemente va a haber asociación. Aun así, tratamos de separarlo.
Patricia tiene un carácter menos fuerte, es más sensible, y se expone más. Tiene la posibilidad de ser más valiente, de tomar las riendas, de saber que si no es ella quien resuelve los conflictos, no lo hará nadie, y su propia personalidad le permite llegar hasta el final.
Esto es algo que Mónica no tenía. Ese personaje estaba condicionado por los marcos de una historia para televisión y creo que pude de algún modo saldar esa deuda que tenía de darle continuidad a través de otro personaje, en este caso en Patricia.
El policíaco es un género que me gusta. Me encantaría hacer una saga de películas policíacas. Y darle un toque sensual, que no siempre sean estas mujeres con valores tradicionalmente masculinos, estrictas, con un aspecto duro, cercano a la masculinidad. Quería defender que este personaje fuera elegante, que usara tacones, que supiera manejarlos y que eso no fuera un impedimento para perseguir sus objetivos.
¿Hay alguna vivencia que te haya marcado durante el rodaje?
Cuando estábamos visitando locaciones, encontramos el espacio que sería el cuarto de Patricia. Cuando yo decido que esa es la que queríamos, me doy cuenta de que se ve la línea del tren desde el balcón. Y yo decía: Pero cómo yo voy a salir al balcón y ver la línea del tren y no tener un tren? Necesito un tren. Mi esposo, Carlos de la Huerta, que además es el productor de la película, me dijo que había muy pocas posibilidades de que eso sucediera.
Ya yo me había acostumbrado a la idea, pero no dejaba de pensar en el día que tocara ese momento que yo me parara en el balcón y no viera pasar el tren. Siempre soñaba con que ese tren pasara, y no lo íbamos a tener. Me dolía, lo sentía.
El día que fuimos a hacer la secuencia, el segundo día de rodaje en Matanzas, después de haber ensayado un par de veces, cuando me paro en el balcón… veo venir el tren… Y hago una pausa; por eso quedó ese plano donde me veo de espaldas, que se ve solo el pelo batiendo, que a lo mejor podía haber cortado, pero me negué absolutamente.
Cuando veo venir el tren me digo: tengo que quedarme aquí, y esperar. Además era un tren azul, largo, precioso, el tren soñado. Yo me quedé parada como diciendo: Dios, no puede ser. Me quedé detenida, la actriz y la directora debatiéndose en el balcón, preguntándose qué era lo correcto en ese momento. Pensé que era quedarse y esperar. Y así fue.
Cuando dimos el corte yo daba saltos de alegría, todos gritaban de emoción, porque ya era como una obsesión para mí. Y creo que la vida me regaló el tren. Pasó y fue como una señal de Dios o el destino.
Eso, y además haber convocado a casi 30 mil personas para el concierto de David Blanco. Estuvieron horas en esa plaza, para poder hacer el plano del concierto y utilizar todo ese público real. Estuvimos desde las 6 p.m. hasta las 4 a.m. ese día. David Blanco repitiendo las canciones que queríamos que se tararearan.
Es de las primeras secuencias que soñé y salió tal cual. Tener ese plano lleno de un público enorme, que estaba ahí sabiendo que iba a ser parte de la filmación. No son extras, no son figurantes, son personas que querían estar. Es otra de las grandes satisfacciones que me deja la película.
¿Qué retos has encontrado al entrar en este mundo de la dirección de cine, que es todavía mayoritariamente dominado por hombres?
Yo nunca he sentido que no puedo lograr algo por ser mujer. Creo que independientemente de las cosas reales y objetivas, algunas también se han convertido en etiquetas de las que yo no me siento parte.
Creo haber hecho un proyecto donde convoqué tanto a hombres como mujeres, que respetaban una idea y que se lanzaron a creer en ella y en el rol que cada cual ocupaba en su momento. Estaban teniendo delante a una persona que estaba dirigiendo un proyecto, que lo había concebido y además les estaba dando trabajo, fuera hombre o mujer.
La gente que hace cine o arte tiene una sensibilidad diferente. Ve la vida desde otro punto de vista, y creo que agradecen y se integran sin estar pensando mucho si trabajan con un hombre o una mujer. Sencillamente, tal vez al tener las cosas organizadas, claras, o seguras, las personas se montan contigo en el tren y siguen adelante.
Si sucedió o no, yo me mantuve muy ajena a que eso me afectara o que se convirtiera en un problema para mí. Mi prioridad era que la película quedara bien. De los retos en sentido general, había muchas cosas que me eran desconocidas y las fui aprendiendo. Para algunas me preparé y estaba más segura, con otras fue un proceso más difícil.
Por ejemplo, terminando el rodaje me quedé con el director de la banda sonora haciendo toda la postproducción de sonido, hasta el final. Y eso yo creo que fue de los retos y los descubrimientos más intensos que tuve. Todo el proceso de los efectos de sonido, el montaje, la mezcla… lo fui descubriendo de manera muy orgánica durante meses. Lo disfruté mucho.
Terminar la película fue tan interesante como hacer este proceso práctico. Son momentos de creación tan diversos, desde la idea, comenzar a rodar, empezar a visualizarlo, desde que tienes al actor, hasta que de pronto todo se convierte en música, en imagen, en un todo, con un equipo de trabajo excelente.
Osmany Olivare es un artista de la banda sonora, tiene 54 filmes y es un honor que él haya trabajado con nosotros. Para el director de fotografía era su ópera prima, Alexander González. Para el editor, Alexander Blanco (mi hermano), era su primera película en montaje; David Blanco primera vez que hacía música para cine. Por suerte tuvimos un equipo entre experimentados y novatos que estábamos apoyándonos todo el tiempo y sin disputarse los roles, si de hombre o mujer.
No dejo de reconocer que en el mundo es complicado que entremos nosotras en procesos que han realizado fundamentalmente hombres, pero al final creo que estamos luchando siempre para que exista ese espacio, y no hacernos víctimas. Creo que más que todo se trata de imponerse, creo que hay que trabajar e intentarlo, aún con todos los prejuicios que existan.
¿Cómo conseguiste desempeñar los roles de directora, actriz y guionista de la película al mismo tiempo?
La verdad me va a costar mucho trabajo volver a intentarlo de ese modo. Creo que me arriesgué demasiado. Me agoté mucho, física y mentalmente. Eso de tener delante al actor y de pronto mirarlo como actriz y como directora. Tuve la posibilidad de haber tenido actores que sabían que se estaban exponiendo a la repetición, porque sabían que tenían delante a una persona que constantemente podía querer más, porque estaba vigilándolos. Sabían que se estaban enfrentando a una actriz que conocía el mecanismo y que podía mirarles a los ojos y decirles: “No, vamos a repetir”. Y a la vez que directora, tenían a la actriz delante. Yo creo que si difícil fue para mí, difícil fue para ellos también. Por eso al elenco le agradezco la paciencia, el hecho de haberse entregado.
En toda la película hay una sola secuencia que no hice yo, que no la visualicé; pero las 7 semanas de rodaje fueron a ese nivel de intensidad. Ensayábamos, mirábamos, se filmaba, yo lo volvía a mirar, se volvía a hacer y ahí está. Fue muy complicado y creo que no me voy a volver a arriesgar; quiero dedicarme más a la dirección de actores. Si vuelvo a estar, será en algo pequeño, también porque soy actriz y no voy a renunciar a eso, definitivamente.
¿Por qué Matanzas?
Yo en Matanzas estuve dos años haciendo unos espectáculos. Hacía carretera de La Habana a Matanzas y viceversa todos los miércoles. Y cada vez que entraba a la ciudad pensaba que yo tenía que filmar allí. Esa bahía es una maravilla. Matanzas tiene una visualidad y una luz bella. Yo quería salir del entorno habanero, salirnos del centro y ver otro paisaje, otro color del sol. La razón es que me enamoré de ese lugar, lo estuve mirando, lo estuve disfrutando durante dos años todos esos miércoles.
Una buena parte de la película es en Matanzas. Hay interiores que tuvimos que hacer en La Habana por cuestiones de producción. Logramos tener esta casa de madera preciosa en La Habana, que yo quería que fuera diferente, atípica. Y reproducir el cuarto en Matanzas, que tiene este balcón, gracias a Maykel Martínez, que hizo un trabajo extraordinario en la dirección de arte.
Matanzas tiene además, la historia: Carilda, José Jacinto Milanés, Estorino, Rufo Caballero. Personas que han pasado por ahí, que vivieron ahí. Y yo creo que en algún lugar cuando la gente diga Matanzas, se les debería recordar. Es por eso que está esta secuencia en el cementerio de la ciudad. Esas es de las secuencias que no estaban escritas pero cuando descubrí el cementerio, pensé que tenía que rodar ahí para hacer un homenaje. Creo que fue de esos días mágicos de la película.
Respondiendo a una pregunta del público, dijiste que te gustaba pensar que la película tenía un carácter progresista y no feminista. ¿Por qué?
Progresista por el género, por la actitud que tenemos quienes hicimos el proyecto, de ir hacia adelante con un proyecto más progresista de pensamiento y no verlo desde el punto de vista de mujer víctima. Me gusta más la idea de que seamos capaces de defendernos como progresistas, que ponernos en la posición solamente de víctima. Por eso ese texto final de denuncia de que por cada mujer que hace silencio dos son condenadas al abuso sexual. Eso para mí es ser progresista. A lo mejor la palabra se ha usado mucho en términos más políticos, yo estoy tratando de usarla como el concepto en sí.
Progresista para que podamos avanzar en cuanto a pensamiento, en cuanto a que las mujeres puedan demostrar cosas a partir del pensamiento y que sean fuertes a partir de eso. Que se sensibilicen. Habla de un pensamiento humano y que debe ir hacia adelante. No me gusta enmarcar las cosas, les tengo miedo a las etiquetas.
¿Qué sigue ahora para El Regreso?
La película es muy joven. Solo tiene dos meses de recorrido y a veces las personas van al cine, fuera de Cuba, cuando investigan qué premios tiene, dónde ha estado, y realmente esta es la primera vez que se pone fuera de Cuba. Los que fueron a la proyección el único referente que tenían era lo que sucedió en los cines de La Habana, que estaban en fotos en la web y podían sacar sus conclusiones a partir de lo que veían. Pero no sabía como iba a funcionar fuera de Cuba. En la proyección había colombianos, hondureños, mexicanos… Gente diversa, y para mi fue importante tomarles la temperatura a las reacciones, a las preguntas, a la actitud, a que la gente no se levantara y saliera de la sala.
A partir de ahora es que comenzará el recorrido. Vamos al Havana Film Festival de New York del 8 al 15 de abril. Tenemos una invitación a un festival de cine latino en Frankfurt en mayo. Esta es una película de 2019, de la que se hizo una presentación en 2018. Está empezando su recorrido y lo importante es disfrutarlo y que nos sorprenda.
Con relación a la crítica, yo he estado tantos años expuesta a eso, que para mí la crítica no es algo que me pueda sorprender. Yo creo que todo el mundo tiene su opinión, y la puede decir y establecer un debate. Le doy bastante crédito a la especialización que tiene la crítica, prefiero que se hable, antes de que pase en silencio.
¿Qué proyectos tienes para tu futuro inmediato?
Terminé la película y tenía un proyecto hacía 8 años con Jorge Luis Sánchez, el director de El Benny. Es un proyecto sobre la vida de Julián del Casal, que finalmente se logró 8 años después. Supuestamente el Festival de Cine de La Habana la estrenará. Como actriz es una película importante para mí. Siglo XIX, todo ese sueño que puede tener un actor cuando tiene 20 años, finalmente llegó. Toda la estructura que tiene el siglo XIX para un actor representa estudiar una época, irse de lo contemporáneo, investigar. No es solo llevar el traje, es saber llevar el traje, el sombrero, es mirar, usar el abanico.
Creo que cerré un ciclo de mi vida con esta película. Mi personaje existió en realidad y estoy fascinada. Estoy convencida de que va a ser absolutamente novedosa, porque también la puesta de Jorge Luis es algo diferente.
Tengo otros proyectos que iré escribiendo. Pero más que todo quiero ir disfrutando el proceso de lo que vaya pasando con El Regreso y dedicarle el tiempo que se merece, porque fueron muchos años de trabajo. Estamos empezando ahora a recoger lo que sembramos.
Blanca es una gran actriz sin duda.
La película una más entre tantas,correcta entretenida, guión predecible.
Es una verdadera suerte que la película haya llegado hasta ese festival!