El conocido director y guionista alcanzó el Premio Coral al mejor Cortometraje por Casting, en la edición 35 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana 2013
Algunos lo califican de “realizador incisivo” y él responde: “Es una redundancia. Prefiero realizador o creador”. Desde muy lejos una cinta escrita por Del Llano desprende su olor. Tiene la habilidad de provocar, de hacer reír y también reflexionar. No interesa cuánto pueda mortificar, lo que importa es tu talento-que sobra-y las ganas inmensas de seguir, empecinadamente, haciendo cine.
¿Cuáles son los elementos más característicos en su obra y los cuales, hasta hoy, no ha abandonado ni ha modificado?
Me estás pidiendo que me convierta en crítico. Supongo que el humor es una de las cosas significativas que más caracteriza lo que hago, no quiere decir que siempre funciona. Aunque siempre lo intento. En el cine y la literatura me fascina la fantasía y la ciencia ficción, o al menos, ciertas áreas de ellas. Y probablemente también cierto estilo iconoclasta, tanto en el terreno político, ético, diversos tipos de concesiones sociales que, de cuando en cuando, es saludable poner en tela de juicio, por lo menos sacudir.
Algunos lo califican de “realizador incisivo”. ¿Busca esos atributos en su obra o trabaja para ello?
Para nada. Si la gente ve y busca otras zonas de mi obra como la película Vinci, por ejemplo, comprobará que uno tiene otros intereses que vienen de mis lecturas y que no necesariamente son incisivas o agresivas.
Yo cuento las historias que quiero, las que me gustan y seducen. Esas donde pueda entrar, tanto un corto muy picante como Nicanor o una historia de Vinci que no tiene nada que ver directamente con la realidad cubana.
Y todo eso entra en mi esfera de interés y lo realizo con mayor o menor suerte llegado el momento. Pero yo no trato de que la gente me tenga por “incisivo”, de alguna manera a mí también me incomoda mucho. O sea, no digo que ese adjetivo sea inapropiado para muchas cosas, pero es muy similar a los actores que lo encasillan en un tipo de papel.
Alicia en el pueblo de Maravillas fue un filme que en su momento provocó todo tipo de polémicas y hasta incluso sufrió de la censura en varios circuitos de exhibición. Desde Daniel Díaz Torres hasta otros intelectuales, se expresaron a favor de la cinta. ¿Acaso el filme mermó su capacidad creativa?
No, todo lo contrario. Alicia… fue mi entrada en el cine. Hasta ese momento no había hecho nada y ni tan siquiera pensaba dedicarme a eso. Pero Daniel descubrió un cuento del grupo Nos –y-Otros que le había gustado mucho. Contactó con nosotros y ahí empezamos a trabajar juntos. Significó una puerta abierta y no una puerta cerrada. Es cierto que una puerta “peligrosamente abierta”. Era un momento muy delicado, empezaba el Período Especial, se había caído el campo socialista y de pronto hubo lecturas tan válidas como cualquier otra. No digo que unas hayan sido correctas y otras no. Pero en todo caso, se jerarquizaron unas lecturas en detrimento de las demás, y de pronto parecía que habíamos hecho una película exclusivamente contestataria con esto y aquello.
Yo admito que esa haya sido una de las tantas lecturas posibles, pero no la única que necesariamente estaba en nuestras mentes. Fue un comienzo difícil, pero de alguna manera- cosa que le agradezco y agradeceré a Daniel Díaz Torres- fue haber descubierto cuánto me gustaba el cine. Algo así como “salir del armario intelectual”. (Se Ríe). Una entrada con el pie izquierdo…
Por poco es con los dos pies colgando sobre la tierra, pero finalmente una entrada. Después de eso tuve la suerte de trabajar con Chijona, Fernando Pérez… todo un honor.
A propósito del grupo Nos –y- otros, ¿qué rumbo tomaron después de Alicia…?
Yo creo que después de Alicia… nos tenían los primeros tiempos como “bajo el microscopio”…
¿Hubo temor?
En los momentos posteriores a la película, sí. Uno no sabía qué iba a pasar. Imagínate, teníamos poca edad y de momento todos los periódicos acusándonos de “larvas en el pantano del oportunismo” y no poder contestar eso.
Pero, bueno, tampoco era el temor que nos metieran debajo de una piedra sino el desconcierto de qué iba a pasar. Nosotros seguimos haciendo las mismas cosas, no modificamos nuestro rumbo. Si hubo temor no hubo cobardía, que son dos cosas distintas.
Escribir historias sobre los períodos más densos en Cuba, es un “gancho” que hace reír a cualquiera. ¿No parece esto un facilismo?
Si lo limitas solamente a eso, si. La gente tiene una idea muy romántica de lo que es hacer cine. Durante los años 90 en Cuba las películas que se hacían eran con dinero cubano y materiales que venían de los países socialistas.
Después cuando se cayó el campo socialista y ocurrieron todas las transformaciones, estabas en la disyuntiva de hacer el cine digno que querías o la propuesta de los productores extranjeros. Se trataba de hacer ese o no hacer ninguno. Esa era la variante.
Entonces uno trataba de darle una cierta dignidad al producto y no dejar que te llevaran hasta donde ellos querían en términos comerciales. Si tú no hacías una coproducción no hacías una película. Yo no creo que nosotros hayamos escogido el tema por comodidad o risa fácil. Nuestra cotidianidad es una cosa que siempre ha interesado. Tú filmas y escribes de lo que quieres contar en ese momento.
Está claro que Eduardo Del Llano no vive en la “torre de marfil” escribiendo o ideando algo…
La palabra clave ahí es “torre”, me encantaría vivir en una. (Se Ríe).
¿Cómo se nutre de todas esas historias?
Bueno, compadre, a mí lo que me resulta difícil es salir a la calle y que no se me ocurra ninguna historia que puede ser de ciencia-ficción “súper crítica”, desarrollada en el siglo 12… Pero, bueno, yo vivo más o menos como todo el mundo. No tengo una cafetería privada, ni vendo churros… Tampoco tengo ningún secreto bajo la manga, ni familiar poderoso.
En Cuba los cortos de Nicanor han tenido muy pocas exhibiciones. Un personaje que siempre está en circunstancias bastantes “arriesgadas”. ¿Acaso es Nicanor el segundo yo de Eduardo Del Llano?
Mío pero también tuyo, seguramente. Primero, en este país si tú logras sobrevivir lo suficiente, acabas por convertirte en un clásico. Si no “explotas” la primera vez, en la segunda o la tercera te comienzan a tratar como alguien significativo. Eso viene desde Silvio Rodríguez y mucho más para atrás. Todo artista que se mete en problemas, por defender sinceramente lo que cree, tiene momentos muy difíciles. Eso no quiere decir que yo sea un clásico, ni mucho menos. Pero 10 años después del primer Nicanor, ya se habla de él libremente en la prensa, se ha integrado al caudal de la cultura cubana, que siempre fue mi intención inicial.
Eso fue el producto de una época y no quiere decir que no vaya a seguir contando historias así, sino que Nicanor se convirtió en algo muy caro para cine independiente. Si logro reunir el dinero, seguramente aparecerá El Retorno de Nicanor o Nicanor segunda temporada.
Los cortos de Nicanor tampoco han tenido el privilegio de proyectarse por la Televisión Cubana…
Si hay algo que no ha traído Nicanor son gozos. Lo han “pirateado” alevosamente en todas partes y hasta en Miami. Entre todos los cortos fueron casi 30 mil dólares, de los cuales no he recuperado, literalmente, ni un solo peso. Si eso no es amor al arte que venga alguien y me explique. Hablemos de Omega3, una película diferente si se quiere ver así. ¿De qué va el filme?
No quiero adelantar mucho sobre eso. Es una especie de sátira futurista, vamos aclarar ambas cosas. No es una comedia en la superficie. Yo espero que sí, el espectador se ría unas cuantas veces, pero no es una película para reírse a carcajadas porque, de hecho, las circunstancias de la trama son bastantes amargas. Hay muertes, torturas, cosas fuertes. Se desarrolla en un futuro y país imprecisos.
Por último, ¿qué significó Daniel Díaz Torres en su vida profesional y personal?
Daniel fue el primero que-para bien o para mal- me entró en el cine. Confió en mí y eso es algo que siempre agradeceré, además por mantener esa confianza. Pero aparte de las cinco películas que hicimos juntos, era como mi hermano mayor. El tipo que le pedía consejo sobre una película o un problema personal. Más de 20 años de amistad… Yo no tengo hermanos, así que Daniel es de esas pocas personas a las que le puedo dar ese calificativo…
Por: Jaime Masó Torres
Los cortos de Nicanor fueron de lo mejor que vi en Cuba. Recuerdo en los años de la Universidad, Nicanor se convirtio en un culto. Estoy seguro, muchos quisieramos unos cuantos mas. Saludos desde New Zealand