La Muestra Joven de cine del ICAIC celebró sus 15. No se escuchó un vals. Tampoco a Ricardo Arjona. “Suelten amarras”, fue el eslogan seleccionado por los organizadores para servir como idea inspiradora del encuentro. El año pasado fue: “¡Vacúnate!”, y todas las imágenes visuales o gráficas apuntaban a jóvenes enfermos, mutilados o limitados en sus funciones. Esta vez se acabó la terapia, hay que liberarse, desprenderse, volar, buscar un camino, moverse hacia algún lugar.
Para mí, la convocatoria de este año es un llamado a que los jóvenes encuentren su identidad propia, diferente. No se trata de romper con el pasado, porque todas las generaciones se han parado sobre el hombro de sus padres, pero hay que seguir más allá y quince años son suficientes para proponer, con responsabilidad, algo distinto. Algunos piensan que ya no hay nada nuevo bajo el sol. Ni tampoco nada viejo, diría el poeta. Tal vez, ese cambio se opere en las formas en que estos jóvenes realizadores tratan ciertos sujetos, observan lo que les rodea, construyen sus propios mitos y narrativas, reconfiguran las formas y géneros. No olvidemos que estamos hablando de una generación de creadores audiovisuales, no de vacas pastando en una granja.
El ICAIC en su tiempo hizo lo suyo. Transformó el cine nacional y desde hace más de una década auspicia sabiamente estas muestras. Pero ese apoyo a los jóvenes y a los que no lo son, tiene que ser efectivo durante todo el año, en todos los campos y contra todos los prejuicios. Aún sigue siendo una promesa incumplida la merecida exhibición de estos filmes, que en su gran mayoría, no volverán a ser vistos en una sala cinematográfica.
Para aquellos que últimamente están obsesionados por la Historia, les comento un dato: el 95 por ciento de las películas galardonadas en las Muestras aún esperan por ser exhibidas, regular y comercialmente en el país. No es una cuestión de calidad artística, ni de soportes, sino de censura y prejuicios ideológicos. Por eso, basta de lamentos, si los jóvenes no tienen las salas ¡tomen el Paquete!, recurran a las memorias flash, los discos duros, las redes sociales, los espacios alternativos. Aprovechen cada festival, evento, invitación o llamado. Acérquense a los críticos y periodistas, escriban ustedes mismos sobre sus filmes, conquisten cada rincón de la Isla. ¿Quieren ser independientes? Busquen formas de distribución y socialización independientes.
La idea de soltar amarras se vio refrendada en el panel “Raíces y rutas”, organizado por la joven investigadora Zaira Zarza quien, con varios ejemplos e invitados, se acercó a toda esa vasta producción audiovisual que se viene generando fuera de la Isla. El fenómeno obliga a repensar los conceptos de identidad, pertenencia, e influencia que tradicionalmente definían lo que era o no, una película cubana.
En una industria de infraestructura tan debilitada como la nuestra y con una emigración creciente surgen con mayor frecuencia los proyectos gestionados desde diferentes espacios y zonas geográficas, con financiamiento procedente de múltiples plataformas: privadas, gubernamentales o virtuales. Redes de colaboradores y técnicos que viven en diferentes países se conectan para ejecutar proyectos fílmicos puntuales. Se filman cada vez más películas que nacen en Cuba y se terminan en algún rincón del planeta. De ahí que no importe ya el lugar, la institución, el estudio o la procedencia del dinero para hacerlas, pues lo que verdaderamente interesa es que recojan el alma, las angustias, las expectativas y energías de los millones de cubanos y cubanas dispersos por este mundo, que las hacen posible. ¿Qué es el cine cubano hoy? Desde luego que no es, ni será, el producido solamente por el ICAIC.
La Muestra, demostró, a pesar de todo el empeño y desvelo de sus organizadores, que sigue siendo un evento de laboratorio, un suceso de mínimo impacto popular, disfrutado por un club de fans que la acompaña fielmente cada año. Las salas estuvieron llamativamente vacías, con una asistencia que en ocasiones no superaba los 10 espectadores. Solo la sección “Moviendo ideas”, un espacio tradicional para el debate con los autores generaba verdadero interés. No es la primera vez que sucede, pero este año resultó alarmante la escasa recepción. ¿Poca y mala promoción? ¿Espectadores desinformados de los temas y filmes? ¿Apatía y desinterés hacia el cine? Me gustaría que los organizadores recuperaran lo que una vez probaron, llevar las películas hacia otros espacios como universidades, escuelas, provincias, instituciones o incluso, prisiones.
Mover la muestra, sacarla del reducto (la calle 23 y 12) en que parece condenada, como si de unos enfermos en cuarentena se tratara. Para aquellos que gustan de las memorias, otro detalle: les recuerdo que hubo años en que nuestros medios recibieron la orientación de que la Muestra fuera silenciada, limitada su difusión y suspendido su noticiero informativo. Incluso, su directiva tuvo que lidiar muy duro contra aquellas fuerzas externas al ICAIC que pretendían prohibir la exhibición de ciertos filmes “incómodos” realizados por los jóvenes.
Volviendo al presente. En una de las secciones más apreciadas por los creadores, y que cumplió su novena edición una decena de proyectos recibieron algún tipo de ayuda técnica o financiera. Lo interesante es que participaron unas 18 entidades que combinaban instituciones estatales como el ICAIC o la FAMCA, asociaciones y fundaciones como la Asociación Hermanos Saíz o la Fundación Ludwig, estudios de producción independientes como La 5ta Avenida, Jenova Pro y Espiral, distribuidoras norteamericanas como Americas Media Initiative o marcas comerciales como el wiskhy Jameson. Varias de las películas que ahora concursaron recibieron el pasado año aportes de estas casas productoras. Apunto un “detalle”: la Televisión Cubana no ofrece en esta instancia, por tercer año consecutivo, ningún tipo de apoyo para el cine joven.
Aunque la Muestra está abierta a todos los creadores menores de 35 años, la FAMCA junto a la Escuela Internacional de Cine y TV aportaron el mayor número de participantes. Es lógico que así sea. En ambas instituciones se concentra el talento, el apoyo institucional y la rutina docente de realizar ejercicios creativos que generan cada curso decenas de cortos y documentales. Este año fue aplastante la presencia de la FAMCA, con al menos una treintena de obras realizadas por egresados o estudiantes activos que, por supuesto, ganaron la casi totalidad de los premios y menciones. Nadie mejor que ellos y sus profesores, para saber cuánto sacrificio, tiempo y energía se emplearon para sacar adelante esas obras.
Cuando hoy miramos los autores, artistas y técnicos que hacen nuestro cine, radio y televisión, podemos encontrar miles de rostros que pasaron por las aulas de esta facultad, la misma que algunas autoridades han querido cerrar. Muchos de ellos ya no están en Cuba, pero envían sus películas, contactan con los organizadores y si pueden se hacen presentes en La Habana. De alguna forma siguen creando, soñando o trabajando en las televisoras o medios de todo el mundo.
En un corto, titulado Patria blanca de Leandro de la Rosa, un joven que cumple su servicio militar decide abandonar momentáneamente su unidad para estar cerca de su madre en un momento difícil para ella. La osadía de este adolescente recibirá su castigo, porque el sistema no está hecho para respetar los deseos de sus individuos. El también decidió soltar sus propias amarras, esas que lo ataban a un “cumplimiento del deber”, visto aquí como una abstracción, un absurdo. Leandro y su personaje, nos muestran que la verdadera Patria es uno mismo, es la que llevamos dentro, la que sentimos y queremos.
No sé si fue este el mejor de los festivales. Lo que si sé es que aquí se presentaron obras, gestos y acciones que atisban lo que será el futuro.
A los dirigentes de nuestra iisla,no le gusta el cine y si es joven,mucho menos.asi que jovenes directores de ustedes de verdad depende que su obra sea reconocida hay herramientas para eso,que viva la ñibertad de informacion!!y que dios bendiga a Cuba!!
Buenísimo. Falta incluso tiempo para el cine, pero hay que ir y cambiar de Sala si es preciso. He estado al tanto de las tremendas “broncas” en y por La Muestra Joven, y creo que hay que seguir apoyando a estos muchachos. Falta promoción, eso es verdad. Uno se entera de chitipaso.
La Muestra Joven ICAIC es una suerte de Reserva Natural de la Biosfera o un Parque Nacional, donde se preservan especies biológicas en peligro de extinción, sobre todo, gracias a la desidia institucional, que favoreció un espacio al cual luego restringió su alcance y esfera de influencia a un evento anual, aislado, anecdótico, estrictamente Vedado, al gran público, a una audiencia aún por potenciar, es decir, limitada su área de exhibición a un par de céntricos cines en la capital cubana. Para los que no viven en La Habana la Muestra Joven ICAIC apenas supone un acto de antropofagia estética e intelectual que practican los realizadores capitalinos o los asentados allí. No lo digo como si fuese un posicionamiento ético ante la creación. Conozco a una parte del staff organizador de la Muestra Joven ICAIC y a muchos jóvenes realizadores que participan de ella. No es su responsabilidad que la Muestra Joven ICAIC no llegue adonde debe, aun cuando en su interior se gesta el mejor cine cubano de la actualidad. Gustavo tiene razón cuando propone que se hace preciso pensar e implementar formas alternativas de distribuir los materiales de la Muestra Joven ICAIC, a sabiendas que a las instituciones oficiales no les interesa divulgar una tipo de producción estéticamente muy digna y congruente con los momentos que vivimos. Cuando aún impartía clases de cine en la Universidad de Oriente la inmensa mayoría de los materiales que exhibía provenían de la Muestra Joven. Incluso como miembro de la comisión organizadora del Festival Félix B. Caignet logramos la participación de algunos de los materiales del año pasado, unos 15 en total, en el concurso, en el cual incluso acabaron premiados. Quizás por ahí se podría empezar. Por entender que si no asumimos posturas más combativas a la hora de distribuir el cine que hacemos nadie se encargará del asunto en nuestro lugar.
Gracias al paquete en un lugar aislado de Cuba que se llama Mayari Arriba, he visto Patria Blanca, la fotograf’ia es inmejorable!
Lo más importante Gustave es eso… la difusión por medios alternativos que debe provenir de los realizadores y los team de producción de las obras… la muestra es solo un lugar de excavación, dificil de mantener lo sabes, asediado, y recientemente asolado… que por razones obvias y ya ostensibles se convertirá en otra cosa. Lo digo como inside man. Ciao a la quarentena del circuito 23!