Entre los diversos géneros y subgéneros cinematográficos, la ciencia ficción ha sido uno de los menos socorridos en la historia del cine cubano. La aparente desconexión que genera con lo real a través de lo imaginario, no resultó de interés para la cinematografía emergente en los sesenta, por lo general inscrita en la cuerda del realismo socialista. Y aun cuando las décadas siguientes vivieron desplazamientos en las inquietudes y maneras de hacer de nuestros cineastas, el género mantuvo su escasa presencia, limitada a construir apenas, como en Madrigal (Fernando Pérez, 2006), un segmento del filme.
No es hasta este año que, por vez primera, un realizador emprende en Cuba un proyecto fílmico totalmente en clave de ciencia ficción. Se trata del escritor y guionista devenido director de cine, Eduardo del Llano, quien inspirado en un cuento inédito de su autoría, se halla a punto de filmar Omega 3, obra iniciática de este género en la trayectoria cinematográfica de la isla. A propósito de la película declaró a OnCuba:
Omega 3 es mi segundo largometraje. A diferencia del primero, Vinci, que se sitúa en el Renacimiento, o sea, en el pasado, este transcurrirá en el futuro, dentro de cien años digamos. Es una situación conflictual que ya ocurre desde hoy, pero exagerada (mecanismo clásico del género) para mostrar en qué se puede convertir nuestro mundo si tal fenómeno se sigue desarrollando.
¿Dónde acontecen los hechos?
En un país X, que no es Cuba, pero tampoco ningún lugar reconocible. Eso sí, se habla en español y varios de los nombres de sitios que se mencionan son de tipo genérico, como San José, que puede existir lo mismo en La Habana, Chile, México o Estados Unidos.
¿Qué lo motivó a contar la historia a través de un género como la ciencia ficción?
Primero, mi cuento preexistente, que constituyó el punto de partida para el guión de la película. Luego, justamente que sea la ciencia ficción un género poco tocado en Cuba, a la vez que efectivo para abordar la temática que me interesa. En sentido general, Omega 3 gira en torno a la alimentación, y a cómo se ha exacerbado este problema humano. Reconozco que es un tema un tanto inusual en las líneas argumentales de nuestra cinematografía, pero en realidad mi intención es tratar de innovar; a lo mejor después resulta fallido. En cualquier caso, al menos no repetí más de lo mismo.
¿Qué referentes tomará en consideración a la hora de elaborar la visualidad de la película?
Estamos viendo cine, mucho cine –norteamericano y de otros países como Finlandia. Algunas películas nos resultan verdaderamente aportadoras en cuanto a la historia; otras, ilustrativas para el vestuario, la utilería, los efectos. Todas nos sirven de guía en tanto funcionan como referente, claro que sin dejar a un lado las características de mi cuento.
¿Qué me puede decir del staff?
En la dirección de fotografía cuento con Pepe Riera, un veterano del cine cubano que ha interactuado también con realizadores relativamente jóvenes. En la dirección de arte está Rafael Zarza, que me cautivó con sus dibujos de naves, oficinas y objetos diversos. También forman parte del equipo otros colegas que participaron en Vinci, como la asistente de dirección Olga, la productora Grisel González y el músico argentino Osvaldo Montes. De modo que me gusta trabajar con gente que ya conozco y con las que hay una química. ¿Y los actores? En los principales figuran Carlos Gonzalvo y Dailenys Fuentes, como protagonistas, y Héctor Noas, como antagonista. Entre los secundarios se encuentran Manuel Romero, Carlos Masola, Omar Franco y Edith Masola.
¿Qué expectativas tiene con la película?
Omega 3 es la película que quiero hacer y, claro, me gustaría que lograra insertarse en los circuitos de los festivales, que el público captara la metáfora de la historia, y que los efectos visuales no fueran apreciados por encima del hombro, por ser tercermundistas, pues estamos tratando de crear con pocos recursos una visualidad competitiva. Pero, ante todo espero que quede bien, que nos satisfaga a todos los que formamos parte de este arriesgado proyecto.
A poco más de un mes del inicio de la filmación, ¿qué retos fundamentales afronta?
El proceso de preproducción en el que nos hallamos inmersos es muy azaroso. Debe extenderse aproximadamente tres meses porque tenemos que hacerlo todo antes de empezar a rodar. El reparto ya está completo; solo faltan algunos personajes pequeños y coordinar determinadas locaciones. Estamos pasando del trabajo inicial en equipo a las tareas individuales por departamentos: ensayar con los actores, gestionar los últimos materiales para empezar a construir locaciones, terminar de confeccionar los vestuarios –muchas veces hechos de materiales rarísimos. Como una cadena, de la labor que ahora estamos realizando dependen en buena medida dos elementos: la agilidad de la filmación y el resultado final de la película.
Por Leanny Marliet Pintado Infante