“En ocasiones cogíamos una cartulina, mi hermano se ponía en un extremo y yo en otro y comenzábamos a dibujar hasta llenarla completamente.”
Ernesto Padrón es el único hermano de Juan, pero sus vínculos sobrepasan los lazos familiares. Ernesto es diseñador gráfico, dibujante de historietas y director de dibujos animados. Es el guionista y director de Meñique, el primer largometraje cubano realizado en 3D. Además es el creador del personaje de historietas Yeyín y dirigió, por más de 15 años, la revista Zunzún.
“Ese ambiente en el campo de tanta libertad en que crecimos te desarrolla mucho la imaginación. Teníamos amigos de diferentes estatus, hijos de obreros, de campesinos… Nosotros éramos como la aristocracia obrera porque teníamos una posición económica mayor”, me cuenta Ernesto, en la oficina que comparte en la actualidad con su hermano, en los Estudios de Animación del ICAIC. “Nuestro abuelo nos compraba cintas de 8 milímetros, Kodak, con las que hacíamos películas lo mismo de guerra, de detectives, fantásticas, incluso algunas de animación. Mi hermano hizo una película de animados dibujando chiquitico en la cinta de 8 milímetros, después supe que eso también lo había hecho un genio canadiense que se llama Norman McLaren.”
Cuando a los doce años la familia se muda a Cárdenas, cambia en cierta medida la vida de ambos, que descubren, ya de primera mano, historietas de todo tipo en las librerías de la zona. “Nosotros éramos niños que dibujaban mucho, hacíamos películas y leíamos historietas incansablemente.”
-¿Por qué esas ansias de hacer películas en la infancia?
-Eso no tiene explicación, quizá por leer tantos cómics, también de autores europeos. En esa época las historietas norteamericanas se compraban en los estanquillos, en los periódicos venían historietas. Había un torrente de información que nos motivó mucho. Estuvimos haciendo películas como desde los cinco hasta los once años.
Ernesto es mucho más serio que Juan; es ordenado, disciplinado. “Mi hermano es más como mi mamá, mucho humor, haciendo bromas que me molestaban porque iban en contra de mi personalidad. A veces estaba yo dibujando muy tranquilo y entraba a asustarme. Con el tiempo ha ganado en seriedad, pero en el fondo mantiene la misma personalidad”.
La vida de ambos ha dado muchas vueltas hasta llegar a compartir finalmente, en el año 2004, una oficina juntos como directores de cine de animación. “Siempre hemos tenido una relación muy linda, de competencia y de admiración mutua. Juan es muy afable, de buen trato por su vena humorística. Te sale al teléfono con un chiste, imita una voz, siempre matiza su vida con su visión humorística. Es maravilloso tener a una persona cerca que te haga reír, y al mismo tiempo esté ahí cuando haga falta. Es una gente con una ternura muy grande.”
Hay una anécdota que define muy bien sus personalidades. Sería el año 1966, cuando algunas noches ambos coincidían en casa de su tía, tras salir de pase en el Servicio Militar. Ernesto tenía pases diarios, pero recién comenzaba en una nueva unidad y aún no tenía el documento que lo certificaba. Una mañana, cuando se dirigían a sus respectivas unidades –se encontraban a pocas cuadras de distancia– una patrulla militar detiene a Juan, quien iba con el uniforme incorrectamente: camisa por fuera, desabotonada, sin botas. Ernesto iba impecable. Le piden el pase a Juan, este lo enseña y se gana apenas una breve reprimenda. Se viran para Ernesto, le piden el suyo y naturalmente no lo tenía.
-Me llevaron preso a mí, y Juan recuerda cómo yo le hacía cortes de mangas desde el cristal trasero de la patrulla mientras se desternillaba de la risa.