Un sicario irlandés trata de dejar atrás su pasado de matón a sueldo del IRA y al servicio de un mafioso cubano-americano, tarea que se le complica y que buscará resolver cuando incorpora a su vida un poco de “Sugar”, y no hablamos precisamente de un pequeño terrón de azúcar.
A grandes rasgos esta es la trama de la película The Mick and the trick, protagonizada por el veterano actor estadounidense Peter Greene y el carismático actor cubano Jazz Vilá, quien se estrena en un filme de habla inglesa, un nuevo reto en la carrera del también reconocido dramaturgo.
“Una especie de Bonnie and Clyde moderna”. Así ha catalogado Vilá esta comedia de acción, estrenada el pasado 18 de agosto en New York, donde una vez más el cubano encarna un personaje LGTBIQ+, al igual que hiciera con La China en Juan de los Muertos o Betty en Hotel Coppelia, papel este último por el cual compitió en la categoría de Mejor actor principal en los premios La Silla en República Dominicana.
Al respecto, Jazz agradece a ADOCINE, la Asociación Dominicana de Profesionales de la Industria del Cine, por la nominación en la octava edición de estos lauros. “Es para mí un halago porque uno no trabaja para los premios, pero evidentemente los premios y las nominaciones son un aliciente, un estímulo, que es igual que el que recibe un actor cuando está en el teatro y es aplaudido”, comenta.
“Además —resalta—, quiero felicitar al resto del elenco de la película, porque es uno de los premios más importantes del cine en República Dominicana. Es un orgullo ser nominado a Mejor Actor Principal por un personaje que visibiliza a la comunidad LGTBIQ+ en una historia tan épica.”
Este y otros trabajos previos, sea como actor o director, influyeron en su actual incursión como Sugar en The Mick…, dirigida por el joven realizador Tom DeNucci (Vault). En esta cinta, Jazz asume su personaje más universal, según opina el propio artista.
“Sugar es el personaje menos cubano que he interpretado, podía ser dominicano, colombiano o puertorriqueño. Al final se trata de una persona que ha tenido que aprender a sobrevivir en los bajos fondos de la Nueva York de los 90 —comenta—. Quizá lo más cubano que desprende Sugar es esa voluntad de buscar soluciones y sobrevivir en un entorno cada vez más hostil. Eso define lo que dice y lo que hace, y por eso termina con el aliado menos esperado.”
¿Cómo resultó el proceso de casting?
Quizás fue un poco atípico si se compara con lo que es normalmente para una película cubana. Yo estaba en Cuba durante el confinamiento y recibí una llamada de uno de los productores, de Robert Morgalo, desde Nueva York, comentándome que había visto mi trabajo y que tenía un guion y que le interesaba proponerme un personaje.
Yo le dije que “ok”, pero pensando que se trataba de una broma. Pero luego me mandó el guion, me lo leí y a las dos horas le dije que me encantaba, porque además el personaje era muy bueno. En aquel momento no sabía ni siquiera que iba a compartir el protagónico con Peter Greene. Fue muy emocionante. Después me dijo que escogiera dos escenas: “grábatelas y envíalas en una semana”. Me preparé y mandé una de las escenas más dramáticas de la historia y otra un poco más hilarante.
Me explicaron que en una semana me respondían y que era un proyecto que se haría para el verano (nos encontrábamos en abril). La sorpresa fue cuando me llamaron a las dos horas y me dijeron: “el personaje es tuyo”. Ni siquiera tuve que esperar una semana y sentí tanta emoción que no me lo creí casi hasta estar rodando.
¿Cuán complejo fue el trabajo en una producción completamente en inglés?
Para mí la parte más compleja de trabajar en inglés no fue aprender las escenas en inglés, sino asumir que estás rodando con un equipo en otro idioma. Por ejemplo, tienes a un director que no habla nada de español y que te está dando indicaciones; o tienes a alguien de Vestuario o de Sonido y debes saber cómo explicar que no te sientes cómodo con la ropa o que hay que ajustar algo técnico.
No hablamos de un personaje de una o dos escenas, sino de un protagónico, en un filme rodado bajo los protocolos sanitarios que había que seguir en plena pandemia. Cada tres días había que hacerse un test de COVID y todo era bastante acelerado, con horarios de rodaje bastante apretados. A veces eran 12 horas seguidas, precisamente porque si alguien daba positivo había que parar la producción y se intentaba hacer todo lo más rápido posible.
Además, la película se filmó a finales de noviembre en la ciudad de Reading, Pennsylvania, a veces de madrugada, con tres o cuatro grados de temperatura y no con ropa abrigada. En tales circunstancias creo que lo más complejo no es actuar, sino estar pendiente de todo lo que te rodea, del equipo de producción, y tratar de no perderte nada para que la historia llegue al corazón del espectador más allá del idioma.
Respecto al idioma, está reciente la polémica recién con la película “Blonde”, por la que Ana de Armas ha recibido críticas por su acento en su interpretación…
Pienso que las opiniones son totalmente prematuras. Cualquier crítica derivada de un tráiler tiene el evidente afán de sacar algún tipo de provecho publicitario. Ana es una excelente actriz; somos amigos hace muchos años y me consta cuánta dedicación y esfuerzo hay detrás de cada uno de sus proyectos. Sé cuánto estudio puso en cada línea, por lo que será una actuación que se tatuará en la retina de los espectadores.
Marilyn es un ícono atemporal y Ana será recordada, más allá de cualquier acento, como la cubana que inmortalizó a la rubia más legendaria del cine. Todo mi apoyo y mi confianza están con ella. Sé que Blonde será un éxito que marcará su carrera y le traerá muchas alegrías.
¿Cómo pudiera eliminarse dicho estigma hacia los actores latinos en el cine norteamericano?
Creo que abrirse paso en la industria americana lleva una gran preparación. No puedes llegar a la cima si antes no estás preparado para escalar la montaña. En ese sentido, el idioma es fundamental para actuar y para comunicarse. No olvidemos que antes de pararte frente a una cámara debes ganarte la escena.
No creo que haya un estigma. Al final, hay actores latinos interpretando personajes desde hace muchos años en Estados Unidos, desde Rita Moreno, Eugenio Derbez, Diego Luna. Creo que las historias americanas darán cada vez más espacio a personajes latinos, pero sobre todo en historias más inclusivas, más universales.