Esta semana comenzó el rodaje de Cuba libre, nueva propuesta cinematográfica del reconocido realizador de El Benny(2006), Jorge Luis Sánchez.
Una historia de época, narrada desde la visión de dos niños, es en síntesis el argumento del filme, cuyas principales locaciones se ubican en la actual provincia de Mayabeque, así como algunas zonas de la capital, entre ellas el Morro.
Al decir de su director y guionista “Cuba Libre es la salida de España, y la entrada de los Estados Unidos a la Isla, en 1898”. No quiso adelantar mucho. Prefiere no crear expectativas y trabajar en su elaboración para luego hablar de este. Será una película de época, enmarcada en los últimos años del siglo XIX, y contará con las actuaciones de Isabel Santos, Manuel Porto y Yarlo Ruiz.
OnCuba llegó a la prefilmación para conocer detalles de esta nueva entrega. Jorge Luis, adelantó muy poco de la cinta, en cambio decidió platicar sobre su mayor preocupación: el estado del actual cine cubano…
“Soy de los que piensa que el cine cubano está en una etapa muy interesante. En primer lugar por la diversidad que defiende, a diferencia de años en que se hacían películas que miraban la realidad desde un solo punto de vista o el cine épico que se hizo en los sesenta. Nuestro cine siempre ha sido bastante diverso pero creo que ahora existe mayor variedad, lo que creo que es de gran importancia. Películas de ciencia ficción, sobre la homofobia, dramas biográficos, sobre la discriminación racial, etc. Obviamente para que haya mucha calidad es necesario que haya mucha cantidad si hacemos solo unas ocho películas al año, esto se limita. Existe una gran verdad con el cine cubano, que aunque no estamos en los grandes certámenes internacionales, se hacen cosas interesantes. Mucha gente le demandan al cine cubano lo que pocas cinematografías pueden lograr, no quiere decir que hagamos mejores o peores películas ¿Qué es hacer una mejor película? Que le guste al público, a la crítica y que gane un premio. Es un término muy relativo y debatido. Si pienso, no soy para nada pesimista, desde mi optimismo que si todas las generaciones de cineastas, desde los fundadores hasta los que se están graduando en este momento, puedan entrar en este mundo de la creación cinematográfica seguramente haremos películas excelentes, buenas, regulares y malas lo mismo que sucede en cualquier parte del mundo.”
Es usted un experimentado documentalista y estudioso del tema como demostró en su libro Romper la tensión del arco, ¿Cuáles son los mayores asideros y barrancos del género en la Cuba de hoy?
Creo que el documental cubano, a pesar de existir el Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in Memoriam, donde mejor salud tiene ahora mismo es en la Muestra Joven del ICAIC. Sus mejores glóbulos rojos los siento ahí porque este es un género, te lo digo desde mi experiencia que no se puede asumir con cansancio, tiene que ser una revelación, tiene que existir una gran pasión, una realidad que te sacuda para expresarla desde el punto de vista documental. Al parecer son los más jóvenes los que están al frente en estos momentos. También está el ejemplo de Suite Habana en que Fernando Pérez, un cineasta reconocido, nos entregó este filme magnífico. Creo que el documental atraviesa por un buen momento como género. Su talón de Aquiles está en su exhibición, que no llega al público como debe de llegar para ser apreciado como merece. No vamos casi al cine, la TV que es lo más cercano que tenemos no los programan. Entonces, juzgamos el documental cubano en general por dos o tres documentales que vimos y basta. Si nos sentamos a verlos todos, el criterio cambia. Te repito son los más jóvenes los que están haciendo lo más interesantes. No solo por el hecho de cuestionarse la realidad sino por el uso del lenguaje documental para expresar una determinada idea que es para mí donde está el valor del cine como arte.
¿Cree que en Cuba necesitamos un cine independiente?
El cine cubano necesita una transformación en los modos de producir, exhibir y distribuir. Todo esto está obsoleto. Fue un diseño que funcionó hace décadas pero hoy día es un total caos. Yo estaba preparando todos los detalles de la película y le dediqué mañanas enteras a buscar cosas tan simples como unos metros de lienzo para realizar unas casas de campaña, porque los mecanismos son absurdos, kafkianos, son un verdadero disparate, algo terrible. El cine como producción sufre transformaciones porque cundo uno hace un película nosotros inventamos un país, recreamos una determinada época, aunque sea escenográfico tiene que parecer lo más real y creíble posible. Si es una película de época todo se complica mucho más. Te podrás imaginar todo lo que he pasado, al punto de querer cortarme las venas transversalmente en unas cuantas ocasiones. Por tanto todo esto tiene que cambiar. ¿Cómo es posible con el de cursar del tiempo las cosas estén como estén con tantas ataduras?. Nos sentimos amordazados. Debemos erradicar los mecanismos económicos y burocráticos absurdos que frenan la producción y todos los procesos posteriores que llevan los filmes. Es el gran drama que vive hoy día el cine cubano si eso no se arregla nos vamos a tener que ir a filmar a Marte.
¿Cuál es la función social del cine cubano?
Tengo planes de escribir un libro que como el cine cubano se adelantó a poner en pantalla problemas que luego se dieron en la sociedad. Lo que sucede es que no siempre los que dirigen han querido ver como desde el cine se ha alertado. Cuando buscas el cine cubano de hace unos años, tanto el de ficción como el de documental, han estado con tiempos de antelación el olfato del cineasta alertándonos de todo. Te hablo de la obra de Nicolás Guillén Landrián y de Sara Gómez que nos alertaban desde lo artístico. La función social del cine en Cuba ha sido crear un universo estético, más o menos feliz en dependencia del resultado final del filme, la preocupación del cineasta de mostrar serios problemas de la sociedad, mostrar lo que golpea a la realidad o adelantarse. Busquemos Alicia en el pueblo de maravillas, por ejemplo. Yo sí creo que el artista tiene una misión. Cuando me enfrento a hacer un filme lo hago desde los problemas sociales que me preocupan, ya sea desde el pasado, el presente o el futuro.
Que me preocupa, que lo critico, que los ensalzo, que me disgusta es una subjetividad de ser humano, ese humanismo que está presente en nuestro cine a lo largo de su historia. Los cubanos no hacemos cine ni por enriquecernos, ni por ganar un premio ni un viaje, hacemos cine porque creemos en este como manifestación artística, creemos en el ser humano, en el país y sobre todo defendemos la premisa de que el arte puede ayudar a reflejar los problemas, una psicología del pueblo y la política se puede servir de esa obra de arte para entender y prever los males futuros, lo que desgraciadamente no ha sido feliz.
Foto de portada: Jorge Luis Sánchez, durante el rodaje de Irremediablemente Juntos, su película anterior.