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La directora de casting Libia Batista Mora (Baracoa, 26 de julio de 1960) posee una carrera de más de tres décadas en la industria artística de la isla, con participación en producciones nacionales y extranjeras de reconocimiento. En los años 80 del pasado siglo comenzó a trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) como secretaria de producción.
Su debut como directora de casting fue en la serie francesa Azul Índigo.
Clásicos de la cinematografía cubana como Fresa y chocolate, de los directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, y El cuerno de la abundancia, de este último, hasta producciones más recientes como Juan de los muertos, de Alejandro Brugués, y Boccaccerías Habaneras, bajo la batuta de Arturo Sotto, han contado con el trabajo de Batista Mora.
También formó parte de los proyectos Melaza, de Carlos Lechuga; Fátima y Se vende, ambos de Jorge Perugorría, así como de la realización de la serie de televisión estadounidense House of Lies, cuyo capítulo final se rodó en Cuba.
En 2020 la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos anunció que había tres cubanos nominados para formar parte del exclusivo club de Hollywood: la actriz Ana de Armas, el músico Arturo Sandoval y Libia Batista, la única entre ellos que había desarrollado su trayectoria profesional en Cuba. Los filmes Papa: Hemingway in Cuba, de Bob Yari, y Viva, de Paddy Breathnach, aseguraron su puesto en la Academia.
Seleccionada la cubana Libia Batista como jurado de los Premios Oscar
Para aquellos que no conocen la función del director de casting en las producciones, ¿cómo describirías tu trabajo?
El director de casting recibe el guion y se encarga de buscar cada personaje descrito en este. Luego le presenta varias propuestas al director.
¿Cuál ha sido la mayor lección aprendida durante todas las décadas de trayectoria profesional que posees?
Cada proyecto en el que trabajo es una lección. No se para de aprender nunca, en lo personal y profesional. Soy privilegiada por haber podido ejercer esta maravillosa profesión por tantos años.
¿Cometiste algún error que haya repercutido en el resultado de una producción?
Gracias a Dios no. He cometido errores humanos de los cuales he aprendido; me han servido para seguir creciendo.
¿Qué personaje, desde que lo percibiste en el guion, asociaste con uno de los actores o actrices que posteriormente lo interpretaron?
En la película Viva, al empezar a leer el guion, ya tenía muy claro que los actores iban a ser Héctor Medina y Jorge Perugorría. Esto, a través de los años, es algo que con solo leer, mi mente ya arma todo sola; voy dibujando como si fuera una pintora.
¿Cuánta responsabilidad consideras que tienen los directores de casting en el proceso de lograr un producto audiovisual, cinematográfico o de televisión de calidad?
Es de vital importancia. La responsabilidad es grande: un mal trabajo de casting pone en riesgo toda la producción.
¿Cómo evalúas la formación y las nuevas generaciones de directores de casting en Cuba en la actualidad?
En Cuba, a lo largo de la historia del cine, no hemos tenido muchos directores de casting. Es lamentable, pero cierto: no hay relevo para esta profesión en nuestro país. Sería genial poder formar jóvenes interesados que puedan seguir el legado. Fui formada por Miguel Mendoza (productor), Mayra Segura (productora y primera asistente), Susana Ríos (primera asistente) y Roberto Viña (historiador). A ellos les debo todo lo que soy. Agradecimiento eterno.
¿Cuánto tiempo te ocupa tu trabajo cuando inicias un nuevo proyecto?
Depende de la complejidad del guion y de la exigencia del director. La duración puede variar. No solo hago el casting del elenco principal, también llevo la figuración y los extras, lo que hace que tome más tiempo.
¿Qué proyecto de los que has asumido durante tu carrera ha sido un un desafío?
El desafío más grande que he tenido fue 7 días en La Habana. Tuve que trabajar con siete directores diferentes a la vez: Benicio del Toro, Juan Carlos Tabío, Elia Suleiman, Gaspar Noé, Pablo Trapero, Julio Medem y Laurent Cantet. Cada uno con su guion y exigencias.
De los proyectos internacionales y nacionales en los que has trabajado, ¿hay alguno que te haya marcado de forma especial?
De los proyectos internacionales, los que me han marcado han sido Viva, Rápidos y Furiosos 8, 7 días en La Habana, Papa: Hemingway in Cuba. Mientras que, entre los nacionales: El cuerno de la abundancia, Fátima, Nido de Mantis, Boleto al paraíso, Juan de los muertos, Se vende y Boccaccerías Habaneras.
Para mí todos los proyectos cubanos son muy especiales; se hacen a puro corazón, entre amigos.

En el año 2020 fuiste nominada para integrar la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos y formar parte del jurado que otorga los premios. ¿Qué representa para tu carrera profesional y experiencia personal estar entre las cubanas que han tenido esa oportunidad?
Ha sido un reconocimiento maravilloso a mi trabajo. Nunca, ni en mis sueños, pensé poder llegar a donde estoy. Yo, una sencilla guajira del monte de Baracoa, donde nací. Esto ha sido posible gracias a mi trabajo, dedicación, disciplina y a tantos increíbles amigos de los que he aprendido y sigo aprendiendo, además de al cariño de muchas personas. No me alcanza esta vida para agradecerles.
¿Cuánta responsabilidad y presión existe detrás de un reconocimiento como este?
La responsabilidad y la presión siguen siendo las mismas desde que empecé. El respeto que siento hacia mi profesión y mi trabajo es muy grande.
¿Cuál es la mayor satisfacción después de décadas de carrera?
Poder encontrarme, al cabo de los años, con directores, actores, figurantes, personas con las que he tenido el gusto de trabajar y que ahora son amigos. Donde quiera que voy sale una anécdota, hay una risa y recordamos lo vivido con alegría.
¿Cómo luce el proyecto en el que te gustaría trabajar en un futuro?
Es una serie con un elenco bien grande.