La actriz cubana María Isabel Díaz, recordada en Cuba por su participación en películas como Una novia para David, obtuvo recién el Premio de Actuación por El extraordinario viaje de Celeste García en el 15to. Festival Internacional de Cine de Gibara.
La película significó el regreso de la conocida artista al cine cubano, un deseo que dice ha conservado desde hace años.
“Me enamoré del guion cuando Arturo Infante, el director, y Claudia Calviño, la productora, me lo enviaron. Después vine a rodar a La Habana y me encantó la experiencia, trabajar con muchachos jóvenes y supertalentosos que yo no conocía. Me hablaban de «usted», y pensaba: «¿Será que me ven muy mayor?» Es muy lindo ser parte de un ambiente creativo especial”, dijo en una entrevista con el diario Juventud Rebelde.
La actriz recordó que hace más de 15 años no participaba en el rodaje de un filme en Cuba.
“Desde 2003 no filmaba aquí, después de Las noches de Constantinopla (Orlando Rojas) y de Frutas en el café, de Humberto Padrón, la primera película independiente que se hizo en Cuba, un proyecto en el cual, junto a Jorge Perugorría, hacíamos una pareja de escándalo”, comentó.
Para María Isabel (La Habana, Cuba; 4 de julio de 1964), uno de sus mayores deseos es volver a hacer cine en su país natal.
“Me encantaría. Siempre he querido trabajar en Cuba. Cuando me encontraba con Laura de la Uz en España o yo venía, y ella me comentaba que estaba haciendo una película, de manera invariable le preguntaba: «¿No habrá un personajito para mí, aunque sea pequeñito? Si te enteras me avisas», pero no se dio. Es que resulta tan fantástico, tan agradable, es como volver al útero, y eso me hace sentir especialmente feliz”.
La actriz ha desarrollado una exitosa carrera en España donde ha llegado a trabajar con figuras como el director Pedro Almodóvar, pero recuerda que en principio no todo fue sobre rieles.
“Llegué a España invitada a una Semana de Cine en Mallorca y luego pude participar con un pequeño espectáculo en una especie de feria de teatro que se desarrollaba en Barcelona y ya no se organiza. Después quise conocer la nieve y también me quise quedar a probar. Resultó muy difícil empezar de cero –cuando pude empezar–, porque hubo por lo menos unos cinco años en los que me fue imposible”.
“Solo tras ese período –agregó– aparecieron papeles pequeños que asumí como los más grandes protagónicos de mi vida. Ahí aprendí eso, que suena tanto a frase hecha, de que no existen personajes pequeños ni grandes, sino buenas o malas interpretaciones. Aprendí a darle mucho valor a la guerra, a las batallas que uno debe librar a diario. Nada era como en Cuba, donde todo fluía y jamás tuve que trabajar de camarera ni limpiando casas para poder pagar mi carrera ni para trabajar como actriz. Así que me enfrenté al mundo real. Fue duro, duro”.
Tras derribar el primer muro de dificultades, comenzó a abrirse paso en el cine español hasta alcanzar un reconocimiento notable.
“Un buen día me llamaron para un personaje fijo en una serie, Javier ya no vive solo, dirigida por Emilio Aragón, quien además la protagonizaba –contó–. Emilio es un compañero, de verdad, impresionante, pero yo estaba muy asustada: hacía cinco años y medio que no me ponía delante de una cámara y me daba mucho pudor ser «normal», como si no mereciera estar ahí; era algo sicológico, un poco raro. Y, claro, en la segunda temporada no me usaron. Ahí sobrevino de nuevo un bajón, ya vivía en Madrid y trabajaba aplicando encuestas por la calle, poniendo pegatinas, haciendo lo que apareciera”.
Su trabajo con Almodóvar la colocó, dice, en el radar de un gran número de directores.
“Fue Luis San Narciso, el director de casting de Javier ya no vive solo, quien me volvió a llamar para la película Volver, de Pedro Almodóvar. Me seleccionaron y también me autopresioné, estaba superasustada. Hay que tenerle miedo al miedo. El miedo es paralizante… Rodé Volver, pero no sucedió nada extraordinario, aunque sí me colocó en la mira de muchos directores”.
La actriz explica que en principio sintió temor cuando debutó en el cine en el papel de “Ofelia” en Una novia para David, una cinta, dice, que la marcó profundamente.
“Era una chiquilla que no sabía ni cómo pararme delante de una cámara, no obstante, me lo tomé con total seriedad, como si fuera una tarea ‘de la Juventud’. Esa experiencia me permitió entender que se podía ser disciplinada, responsable y disfrutar al máximo, como si fuera una fiesta. Lo aprendí y no ha dejado de sucederme ni en la televisión ni en el cine ni en el teatro, por supuesto”.
Sobre El extraordinario viaje de Celeste García considera que fue una película en la que estuvo rodeada de amor.
“A El extraordinario viaje… le ha ido muy bien en festivales, ha obtenido premios muy importantes, los más recientes en Gibara: mejor película y mejor actuación femenina… Ha sido tremendo, estoy muy agradecida a Claudia, a Arturo, al equipo. La rodé en unas condiciones un poco complicadas de salud, pues hacía 33 días que me había operado, pero todos me cuidaron con amor y esmero”, concluyó la actriz, quien se catalogó como “una persona excesivamente sensible”, pero dijo saber ahora que también es “muy fuerte, muy capaz”.