El cineasta Miguel Coyula acaba de publicar su primera novela Mar rojo, mal azul. Son diversas las facetas de este creador, quien escribe, edita, filma, compone la música, mezcla, anima, diseña y dibuja, como pocos, cada plano de sus filmes. Autónomo, versátil, multifacético, Coyula es una suerte de hombre del renacimiento, como algunos lo han catalogado. Obtuvo por su segundo filme Memorias del desarrollo, una veintena de premios internacionales aunque admite que su mayor reconocimiento es que el espectador haga suya su obra con sus lecturas e interpretaciones. El volumen, presentado hace solo unos días en el Centro Cultural Español de Miami, complementa la trilogía de ciencia ficción que su autor inició en 2004 con Cucarachas rojas, su primer largometraje y que culminará con Corazón azul, filme aun en producción. Coyula congeló sus años de juventud y las vivencias de sus amigos en este libro que escribió en 1999, que cuenta también entre sus páginas con algunos de sus dibujos de aquellos años. Es que este hombre orquesta del cine cubano contemporáneo parece aburrirse si descansa, viaja con su cámara a todas partes como un cazador de imágenes, vocación que también se traduce en sus textos, en que cada oración funciona como un plano y cada párrafo es una secuencia.
Sobre la novela, conversó con OnCuba, aunque fue inevitable que termináramos hablando de cine:
¿Eres un cineasta que escribe o un escritor que filma?
Antes de tener una cámara de video, a mediados de los noventa, lo que más hacía era escribir cuentos y dibujar comics en la libreta de la escuela. Como no tenía aún las herramientas para hacer cine, traté de escribir de la forma más cinematográfica posible para simular el lenguaje de este medio y sobre todo lograr la sensorialidad, lo que era para mí muy importante. Creé imágenes, colores, sensaciones y sentimientos en todas las páginas que escribí. Este libro está escrito de una forma diferente a como lo escribiría hoy, tenía solo 22 años. Mi objetivo era sobretodo explotar al máximo la impresión visceral que pudiera causar la historia. Esta es una novela bastante desagradable, alude al caos.
Precisamente el caos, el apocalipsis y la constante realidad reinventada o alternativa son temáticas recurrentes en tu obra. ¿Cómo se manifiestan en la novela?
Mar rojo… muestra una Cuba alternativa donde han quedado atrás las ideologías expone un futuro lleno de lluvias acidas y de manipulación genética. Es la historia interesante de un individuo que se ha acostumbrado a vivir en una sociedad sin ideologías y comienza a tener nostalgia por lo que nunca vivió y por todo lo que perdió. Entonces abre los ojos y el mundo comienza a derrumbársele encima.
¿Qué quisiste expresar con el título?
Son dos colores opuestos el azul y el rojo y ambos aluden a lo visceral que transmite la novela que se mueve entre el bien y el mal, la inocencia y la nostalgia, la pasión y lo destructivo.
¿Qué es lo que más diferencia a esta historia de las otras que componen tu trilogía de ciencia ficción?
Esta es muy interesante porque tiene elementos autobiográficos. Todos los personajes son mis amigos del preuniversitario a los que imaginé en una realidad alternativa manteniendo sus respectivos conflictos y personalidades. Cambié algunos apellidos y nombres. Está narrada mayoritariamente en tercera persona, experimenta en el lenguaje y se mete en ocasiones en la mente de algunos personajes. En la novela aparece mi alter ego, un personaje que, sin ser el más importante de la trama, me representa y lleva mi nombre. Cada capítulo tiene una estructura distinta. Se divorcia completamente de la realidad cubana contemporánea a diferencia de Corazón azul, que tiene algunos puntos en contacto con nuestra contemporaneidad.
¿Piensas convertir este libro en un filme?
Curiosamente cuando escribí el libro tuve un proyecto de convertirla en un guión y posteriormente convertirla en una película. Hoy día cuando la releo ya no la veo como un filme. La escribí hace mucho tiempo y es una energía completamente distinta la que me impulsó a hacerlo en aquel entonces. Hoy no la hubiera podido escribir de esa forma, quizá en algún momento me gustaría convertirla en una película de animación.
¿Qué es lo que más te interesa de la ciencia ficción?
De niño comencé a ver películas de ciencia ficción. Desde los dibujos animados japoneses hasta algunos filmes, de alguna manera me crearon una realidad alternativa que me fascina. Siempre he sido una persona que he tratado de escapar de la realidad creado una alternativa. Pero sobre todo es la posibilidad de crear un universo imaginario que de alguna manera se refiera a asuntos reales lo que me lleva a este género, tanto en el cine como en la literatura. Me interesa crear una obra de ciencia ficción que aborde una sociedad alternativa, que a la vez hable de la sociedad en que vivimos. La construcción de una atmósfera extraña que tenga más en común con lo onírico que con lo cotidiano, que explore las sensaciones de los sueños me es posible con este género.
¿Cómo te las arreglas para realizar una película prácticamente solo?
Empecé por pura necesidad a realizarlo todo solo. Hoy día creo que aunque tenga la posibilidad de pagarlo no lo haría con nadie. No pudiera porque me acostumbre a esta forma de producción. En la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de Los Baños, de la que me gradué fue muy dura la experiencia con mi modo autónomo de crear. Como esta escuela te prepara para la industria te obliga a trabajar con varios profesionales, lo que fue me muy complicado porque discutía muchísimo. Es muy difícil exigirle a alguien que haga las cosas a la perfección, mucho más si no tienes dinero para pagarle bien, lo conviertes en un esclavo lo que no tiene sentido. Para mí es muy importante el milímetro exacto en el encuadre, el fotograma preciso para la edición y se hace difícil que otra persona lo logre. En un filme para mí todo es una cuestión de ritmo, aplicado a todas las especialidades. Hacer todo en mis filmes es un gran placer. Es como construir con mis propias manos la película, como si fuera una escultura, cincelándola poco a poco.
¿Por qué has realizado toda tu obra de forma independiente?
También por necesidad. Nunca he presentado ningún proyecto al ICAIC porque soy más de salir a la calle a filmar e improvisar que de guiarme por proyectos estructurados. La idea es tener la facilidad y libertad que tiene un escritor que se le ocurre una idea y la escribe. Es el tipo de cine que hago y prefiero, que es muy difícil para cualquier industria, lo mismo para Hollywood que para el ICAIC. Resulta complicado para ellos porque improviso muchísimo. Esa es otra de las ventajas de hacer cine independiente, que tienes tiempo de desarrollar bien el tema, porque cuando estás inmerso en proyecto por unos cuantos años se te ocurren un montón de buenas ideas que no puedes planificar en ningún guion, lo que es muy interesante. También sucede que mis películas no son comerciales y por tanto no son para todo tipo de público por lo que suponen un riesgo para la industria. Tampoco encajan en los festivales y fundaciones europeas que financian proyectos cinematográficos porque tienen como un molde. Tienen un perfil específico de películas minimalistas de tipo social. Mi obra no se inserta en ninguna de estas tendencias ni perfiles por lo que la mejor alternativa es la producción independiente. Siempre digo que si uno va ha ser cine independiente tiene que tomar ventaja de que no hay que rendirle cuentas a nadie y darle riendas sueltas a la creatividad. Se puede hacer una película independiente a partir de modelos hollywoodenses o formas tradicionales, pero que creo que lo más importante es ser independiente sobre todo de espíritu. Creo que el cine independiente tiene que ser un cine incómodo porque es el que crea una reflexión sobre la sociedad en que vivimos.
En tu obra apreciamos un futuro desolador para la humanidad. ¿Cuál es tu pronóstico para el cine cubano de los próximos años?
No tengo una bola de cristal pero puedo decirte por ejemplo que están las producciones de la 5ta Avenida que me parece que están haciendo un trabajo muy interesante porque se han logrado independizar de la Industria. En realidad no se puede hablar de ningún movimiento en el cine cubano actual y quizá del futuro porque existe gran diversidad, lo que está muy bien. Aplaudo la diferencia de géneros que no existía antes en el cine cubano. Es importante lograr un cine desde lo nacional que pueda trascender las fronteras geográficas tanto en contenido como en formas. El cubano es un cine donde se concentran mucho lo epidérmico, quizá sea porque vivir en la sociedad cubana es muy difícil. Esto a veces lastra el poder de divorciarse de la realidad y del día a día para poder mirar al arte con distancia y hacerlo de forma universal, para que se pueda comprender en cualquier parte del mundo.
¿Cuál es el principal obstáculo al que se enfrentan los cineastas de tu generación hoy día?
En mi caso la producción no es tan difícil como encontrar la distribución. Creo que para todos los cineastas la mayor aspiración es poder exhibir sus películas, más allá de compartirlas en memorias USB. El placer de ponerlas en un cine, porque yo creo en eso, es único. Uno filma pensando en la gran pantalla. Todos los detalles en que se trabaja son en función de la gran pantalla, tanto en la imagen como en los efectos sonoros y ver ese trabajo solo en una pantalla chiquita, es frustrante. Es una pena que suceda tanto.
¿Crees que esto pueda cambiar con una Ley de cine?
No sé qué decirte. Con una ley algo debe cambiar. Me parece bien que surja, aunque no me es imprescindible. Soy una persona que no pierde su tiempo en reuniones al respecto, mi tiempo lo dedico a hacer cine, lo que me consume hasta el último minuto. Lo que si me preocupa es que si legalizan toda la producción cinematográfica surgirán los impuestos. Esto será una terrible consecuencia para los que filman como yo. Porque hago cine por satisfacción, no para ganar dinero precisamente, las clases de cine que imparto son mi sustento económico. Vivo para el cine, no del cine.