El mundo femenino en la frontera de los 40 años, la infertilidad, la amistad y la emigración se juntan en el documental A media voz (2019) de las realizadoras cubanas Heidi Hassan y Patricia Pérez, quienes publican sus diarios personales en un curioso experimento de imágenes para salvar la memoria.
“El pudor nos parece secundario, no tienes que pedirle permiso a nadie para contar tu vida”, dice a Efe Patricia Pérez en una entrevista pocas horas antes de que A media voz, ganador del Premio IDFA de Holanda, uno de los festivales de documentales más importantes del mundo, se presente en Miami.
“Cuando llegas a los 40 años y te das cuenta de que tu fertilidad tiene un deadline (fecha límite)…desde ese punto de vista sí es un documental que solo puede ser hecho por mujeres”, responde Pérez a la pregunta de si la impronta del género femenino es fundamental para realizar un título como este.
Mundo interior
A media voz muestra sin apenas filtros el mundo interior de dos amigas, las propias realizadoras, que emigran a diferentes ciudades europeas y en circunstancia distintas. Ellas se escriben cartas para acortar la distancia.
Ambas, indica Pérez, habían trabajado juntas en proyectos cinematográficos, pero nunca se habían enfrentado a la codirección. Hassan en Ginebra (Suiza) y Pérez, entre Galicia y Madrid, buscan procrear y se someten a procesos médicos contra la infertilidad. Al mismo tiempo, intentan trabajar en su profesión.
“El punto de partida de la película era entender que eso era lo que estábamos viviendo de manera particular. Es algo muy sintomático con respecto a lo que estamos viviendo actualmente, pero nadie habla de eso”, afirma Pérez, que al igual que su colega y amiga, estudió cine en La Habana.
“La gente tiene prejuicios sobre la infertilidad; es como si fuera un estigma. Mientras más se normalice hablar de los problemas de infertilidad y tratamientos ‘in vitro’ será mejor. Incluso, habría que hablar de si tenemos que ser padres por obligación”, cuestiona.
El resultado del documental es aparentemente “naif”. Pérez concuerda en que este trabajo, de más de una hora de duración, pudiera ser calificado como “experimental”.
La narración en “off” de cada una de las amigas se intercala, al igual que las imágenes que van filmado sobre sí mismas y que han guardado con celo, desde Cuba hasta sus lugares de destino.
“Los dos lenguajes son muy diferentes y hemos conseguido hacerlos coexistir”, dice satisfecha la documentalista.
También detalla que muchas veces se filmaron ellas mismas, aunque en otras ocasiones era alguien que pasaba quien tomaba la cámara.
Pérez está convencida de que “las mujeres tenemos una tendencia a escribir sobre nosotras mismas, nos es más natural partir de nosotras mismas”.
“Sé que es raro que la gente pueda exponerse tanto, pero se trata de un territorio que nadie te puede cuestionar y te hace sentir segura. Es un cine muy libre, no tienes demasiados paradigmas”, redondea sobre el recurso de narrar en primera persona. Llevar un diario, afirma, “es inevitable para mi”.
“Aunque no lo hago todos los días; pero, sí, todos los años registro algo, es una necesidad de poder registrar algo del momento y es una obsesión de las dos”, comenta hablando de paso por su colega.
La directora rechaza el término de “feminista” para el documental, aunque sí se queda con el de “femenino”.
“No estamos reivindicando ese movimiento, estamos hablando desde nosotras, aunque hay escena muy concretas que indican la discriminación”, apunta sobre A media voz, una coproducción realizada con fondos públicos de Francia, España y Suiza.
Lejanía
Pérez narra cómo fue su vida en España mientras estaba indocumentada y cómo logró “regularse”, cómo se recicló en viajante de ferias populares, vendiendo cócteles tropicales mientras una amiga con la que preparaba daiquirís era una doctora que había desertado de una misión oficial cubana.
“El tema central es la emigración. Para nosotras también es la amistad, ser capaces de alimentar una amistad tan profunda” desde la distancia, explica Pérez, quien presentó este trabajo en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana el pasado año, con el que obtuvieron un premio Coral.
“Empezar de cero, vivir con los cuestionamientos sobre la identidad cuando estas en otros sitio. Entender quién eres tú a través de la diferencia con el otro. En fin, el concepto de identidad”, enumera sobre el que dice es el tema central.
Heidi, desde Ginebra, muestra sus trabajos de cuidadora de niños y la búsqueda de su camino profesional.
¿Qué le aconsejaría Pérez a un migrante que se encuentra indocumentado? “Con los años una se vuelve precavida. No es un camino tan fácil y arriesgas muchas cosas, pero soy consciente de lo que esto ha significado para mí. Si alguien decidiera hacerlo le enseñaría la película, aunque cada vida es muy distinta”, matizó.
Adoro!