Ya es oficial: el 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano comenzó su andar y con él la fiebre de empatar películas tras películas, con una pizza apurada o algún maní para ahogar el rugir de tripas en las maratónicas sesiones de cine, que si sabe amargo, es nuestro cine…
Con un minuto de silencio en señal de respeto por un personaje de película, Nelson Mandela, comenzó una gala que presentó sus cartas renovadoras con la música electrónica de DJoy de Cuba, caracterizado como el Clown Macabro, con su versión de “Desde la aldea”, el tema que identifica musicalmente al Festival.
Sin alfombra roja pero con la fauna habitual del séptimo arte, el Karl Marx acogió una inauguración a priori diferente, porque por primera vez no estaría en ella Alfredo Guevara con su chaqueta al hombro para dejar inaugurado el Festival.
En su lugar habló Ivan Giroud, que dominó los nervios y defendió al Festival que, más que una plataforma para la exhibición de nuevas propuestas fílmicas, ha sido uin escenario estratégico y precursor del presente que goza hoy el cine producido en América Latina, que si existe, se conoce y circula, es gracias a este certamen.
Antes ocupó el escenario la compañía Danza Contemporánea bailando “Compás”, coreografía enérgica y trepidante, aunque quizás demasiado larga para la ocasión, y que como muchas piezas, deja siempre en el espectador neófito la incertidumbre de nunca saber a ciencia cierta cuando debe aplaudir. Aunque lo disfrute.
Un documental de Luis Ernesto Doñas recorrió la historia del Festival, en suerte de pase de lista que arrancó aplausos a medida que aparecían personajes ilustres, algunos de ellos fallecidos este año, como el propio Guevara y el cineasta cubano Daniel Díaz Torres, un triunfador del pasado año con La Película de Ana.
A propósito, Laura de la Uz, ganadora del Coral de actuación femenina el pasado año por ese filme, confesó a OnCuba que todavía no asimila la muerte de Daniel, a quien le agradece la confianza para regresarla al cine con un papel tan fuerte, que aunque ella no lo diga, fue quizás determinante para que esta película quedara entre las 10 candidatas al Goya por Mejor Película Iberoamericana este año.
Pero sin dudas el momento más emotivo de la noche fue el homenaje a Juan Padrón, tal vez porque sacó el niño que había en cada asistente. Solo así se explica que todos rieras y corearan algunos parlamentos imprescindibles del cine cubano de animación, como el “mientes rata inmunda” o el “e-e-enfermeeeraaaa”…
Visiblemente emocionado subió Padroncito a recibir un Coral de Honor, que une a sus sendos premios nacionales de Cine y de Humorismo. Aunque su mayor sorpresa –y la de todos en el Karl Marx- es que se lo entregó Silvio Rodríguez, autor de la balada del personaje Elpidio Valdés, un héroe para varias generaciones de cubanos.
“Me emocioné, porque cuando yo empecé a publicar en la revista Mella, Silvio trabajaba ahí y hoy me confesó que mi primera historieta me la emplanó él”, dijo Padrón a OnCuba de salida. También ahí recordó a su colega Tulio Raggi, fallecido hace par de días, recordándolo como “un gran colaborador, dibujante excelente del cual aprendí mucho”.
La película elegida para inaugurar el Festival fue la chilena Gloria, aunque muchos se fueron temprano quizás para asegurar puesto en el coctel de bienvenida en la piscina del Hotel Nacional, cuartel general del evento que acaba de comenzar al menos oficialmente, porque dicen quienes lo hacen, que se comienza a prepara cuando se acaba el anterior…
Foto: AIN