“Señorita” antecedió siempre su nombre porque jamás se casó. En una época y un lugar donde los destinos de una mujer rara vez se desligaban de un apellido de casada, Mademoiselle Chanel osó proponerse vestir a cada Madame con sus diseños revolucionarios. Y lo logró. Había conseguido varios “imposibles”: hacer que la belleza fuera cómoda y que su ropa femenina, aun de inspiración masculina, conservara delicadeza y atractivo. Nunca trabajó con bocetos ni aprendió a dibujar: trabajaba sobre el cuerpo mismo de sus modelos.
“Era alguien fuera de lo común”, termina de contar Beatriz Bezos, posiblemente una de sus mayores admiradoras en Cuba, casi obsesiva con su vida y su historia.
“Tengo más bien un estilo como el que defendía Chanel: simple, sobrio; además de no dejar nunca de cultivarme porque creo que ahí está el encanto de una persona”. Estudió Lengua francesa en la Universidad de La Habana y en la sede cubana de la Alliance Française y hace más de treinta años trabaja en La Maison, boutique en cuya perfumería Beatriz ha dedicado una especie de altar a su ídolo. “Yo le llamo el santuario de Chanel”, dice.
“Lo tengo hace años, y lo he ido mejorando. Enmarcamos sus fotografías y sus frases. Coco es nuestra fuente de inspiración. Cuando no hemos tenido nada, cuando la perfumería ha estado en baja, pensamos en ella y en que trabajando, el mal momento pasará”, cuenta, inspirada por la “laboriosidad y determinación constantes” de Mademoiselle.
“Decía siempre que el pan se ganaba con el sudor de la frente. Para ella el suplicio era el descanso, así que siempre trabajó muy duro. Siendo una mujer de origen pobre y crecida en un orfanato, definió muy bien el camino que iba a seguir y se convirtió en un símbolo. Desde que era apenas aprendiz con las monjas, ya le decían ‘la costurera de los dedos de oro’. A todo lo que tocaba le daba una forma especial. La aceptación que tuvo su moda fue justamente por la liberación de la mujer que representó en su momento. Antes de ella, nadie se había atrevido a prescindir de un corset. ¡La historia de Chanel es tan apasionante!”.
Beatriz se aseguró de que el lugar consagrado a Coco fuera sencillo, como su propio concepto de la elegancia; pero aún así muy alegórico. Una mesa alta cubierta por un largo tapete blanco, una flor también blanca que intenta semejar una camelia –la preferida de la diseñadora y motivo de muchas de sus creaciones–, un frasco ficticio –de cuando todavía estaba la marca aquí, precisa Beatriz–, un incienciario, unos granos de café para disipar el olor y velas de buen augurio.
“Es una inspiración linda que me surgió, y la dirección de la tienda respetó la idea. Aquí a todo el mundo le gusta. Algunos franceses me han dicho que ni en París han visto tanto culto”, cuenta Beatriz dejando escapar cierto tono de privilegio por el reconocimiento a su homenaje, íntimo si se compara con los honores que de facto se rinden a la diseñadora en pasarelas de todo el mundo… Y de Cuba.
Por iniciativa de esta vendedora, hace tres años se realizó un desfile en La Maison con una colección cubana completamente en blanco y negro –junto con el beige, son los colores de la marca–. Se esperaría, de hecho, que la llamada casa de la moda en Cuba tendría algún protagonismo durante la visita de un imperio de la moda mundial como es Chanel. Sin embargo, esto no ocurrirá.
“Sería un honor que nuestra pasarela se vistiera de Chanel. Esperemos que un día… Yo deseo que La Maison retome su estilo. Pienso que es un momento propicio para hacerlo y recuperar la actividad que alguna vez tuvimos”, comenta Beatriz. Y va más allá: “Yo pienso que ese desfile es la antesala de la vuelta de Chanel a Cuba”, donde no está desde los 80 y donde algunos piensan que no tiene sentido que esté.
Muchos se han preguntado a qué viene Lagerfeld con su colección Crucero a La Habana, donde ni siquiera existe una sede de la marca y cuando Cuba no es un mercado conocido por su apego a la alta costura ni el mundo de la gran pasarela. “Pero Chanel tiene entrada en cualquier lugar del mundo. Creó el estilo prêt-à-porter, la ropa lista para usarse, cómoda, fácil de llevar. Lo mismo ocurre con la calidad de los perfumes, que en Cuba tiene seguidores. Me consta: todos los días alguien entra a la perfumería y pregunta: ‘¿No tienen Chanel?'”.
Un artículo con elegancia Chanel! Precioso