Con las palabras introductorias del Doctor José Antonio Méndez Valencia, dio comienzo en Matanzas otra edición de los Conciertos Corales de Primavera, en esta ocasión, desde el céntrico lugar que ocupa la primera Iglesia Bautista de Matanzas.
El evento, de arraigada tradición entre los matanceros, tuvo un feliz nacimiento gracias a la participación de sendas cantorías infantiles, dirigidas por las profesoras Vanesa Herrera y Vania Fundora.
Confieso que, con todo el polvo de los años sobre mi cabeza, me sentí de nuevo niña y quise ser una de aquellas entusiastas muchachitas de Vanesa que tan bien entonaron piezas de Vitier, de Brahms, de la lírica infantil mejicana o del cancionero tradicional italiano.
Y luego, cuando se presentaron los pupilos de Vania, me vi de nuevo jugando al tejo, a la suiza, a las cuatro esquinas, entre canción y canción, pues a eso invita también el quehacer de estas dos excelentes profesoras, maestras, amigas: a los niños, a disfrutar la niñez desde el canto, y a los adultos, a no dejar de ser niños.
Mucho se ha dicho sobre la necesidad de proveer a los infantes y adolescentes con música y canciones acordes con su edad. Una lucha titánica en medio de tanto material de quinta categoría que nos es bombardeado a diario desde altavoces caseros, grabadoras o caseteras en taxis, bicitaxis o guaguas, cafeterías, bares, restaurantes, o desde los celulares de algunos que se creen el ombligo del mundo y nos invaden ese espacio auditivo privado que debería ser respetado por todos, aunque solo fuera por sentido común.
Con la presentación, diría que exitosa y a templo repleto, de estas dos conocidas cantorías infantiles de nuestra ciudad, quedó demostrado que los niños responden a la educación que se les dé, que pueden incorporar en su vida el disfrute de la buena música, esa que no responde a modas o a un tiempo preciso sino que puede abarcar todos los tiempos.
Las blancas voces de los niños interpretando música coral desde la inocencia y el goce de una niñez feliz, ha sido el mejor de los comienzos para este Concierto Coral de Primavera. Como parte del público presente, agradezco, como lo hicieron Vanesa y Méndez, a la primera Iglesia Bautista de Matanzas y al Centro Kairós por haber contribuido a que la ciudad tuviera, también este año, voces que le canten a la primavera y a la vida, en lo que se terminan las obras del emblemático Teatro Sauto y las del antiguo Liceo, la Sala White. Como abuela de una de esas niñas que cantan como ángeles, agradezco a la vida la oportunidad de verme reflejada en sus cuerdas vocales, entonando las canciones que aún escucho desde ese aparatico que llaman celular y al que a veces quisiera poner a todo volumen, para que todos escuchen la buena música infantil de todos los tiempos, que es vida, alegría, inocencia y amor.
El canto coral está de fiesta en esta ciudad de músicos y poetas, y en el mismo sitio donde dio comienzo este festejo sano y bello, habrá otras presentaciones importantes en los próximos días. El martes 27 actuarán los coros de la Iglesia del Cristo y el Coro Ecuménico. El jueves 29 estarán el Coro del Instituto Superior de Arte y el Coro Femenino del Conservatorio de Música de Matanzas. Y el viernes 30, a las 8 pm, culminará el evento con un concierto del Coro de Cámara de Matanzas.
En lo alto de la ancha pared donde se recortaron las figuras de decenas de niños cantores, hay un lema que invita, no solo a los creyentes, sino a todos los humanos, a abrirnos a la música que, como dijo Martí, es el alma del hombre escapado de sí mismo. Cantad alegres a Dios habitantes de toda la tierra. Quitando el simbolismo religioso, si lo desea, es una invitación que bien vale la pena aceptar.