Imagine que visita la fortaleza de La Cabaña durante la Feria Internacional del Libro de La Habana y, mientras recorre sus patios, galerías y pabellones, se cruza con jóvenes vestidos como personajes de historietas y dibujos animados.
La escena puede parecer surrealista o anacrónica, pero ha sido real para quienes han ido hasta allí por estos días. El antiguo castillo habanero, sede del mayor evento literario de Cuba, no solo recibe a quienes van en busca de libros y otros artículos afines, o a pasear en compañía de la familia, sino también a estos muchachos de singular atuendo: los cosplayers. O sea, los practicantes del cosplay.
Para ellos, la feria es un momento de compartir con sus iguales, de mostrar el verismo de sus indumentarias, de divertirse de su manera predilecta: interpretando a sus personajes favoritos, la mayoría de ellos provenientes del amplio universo del manga y el anime japonés.
Los cosplayers no van simplemente disfrazados. No los define solo el maquillaje y la ropa —que muchas veces confeccionan ellos mismos o se las envían desde el extranjero—, sino la caracterización que hacen, la forma en que encarnan no solo la apariencia de un personaje, sino también sus gestos y actitudes.
Así han llegado ahora a La Cabaña y sus alrededores. Allí interactúan con sus amigos y compañeros de afición, cosplayers y fanáticos del manga —otakus— como ellos, y se mezclan sin complejos con el resto de las personas.
No importa si algunos los miran con extrañeza, si no los entienden o los consideran “bichos raros”. Ellos hacen de la feria su propio momento, su propia celebración, y llevan con orgullo y fervor las vestimentas y atributos de sus ídolos animados.
Más que un gusto pasajero, ser lo que son, lo que deciden ser —incluso si es alguien de una cultura tan distante y diferente como la japonesa—, es una elección tan válida como cualquier otra. Una auténtica marca de identidad.
Y ellos, aun en La Habana, aun en una otrora fortaleza española, viven su afición con toda la intensidad de su juventud. Con toda su pasión. Como verdaderos cosplayers.
Un amigo mío dice q “chealdad por dios”
(No soy yo)