Su rostro es inolvidable, por los tantos años en que presentó el Noticiero Nacional de la Televisión cubana. Pero luego de su jubilación como locutora, Teresita Segarra emprendió otro derrotero: la organización de una proyecto cultural para mantener vivo el baile de Casino en Cuba.
“Casineando en Playa”. Así nombró a la idea, por el municipio habanero donde nació ese estilo y donde Teresita cuenta con el apoyo de la dirección de Cultura para realizarla. La idea comparte el espíritu de la convocatoria lanzada por el maestro Adalberto Álvarez, el caballero del Son, desde espacios televisivos como “Para bailar casino”.
“Lo que queremos es que el baile mantenga su esencia, no pierda su elegancia y espontaneidad, y se nutra de iniciativas juveniles para mantenerlo no solo en Cuba, sino en otros países del Caribe, Latinoamérica y Europa”, explica la animadora principal de esta idea.
Este estilo danzario fue creado en la década del 50 del siglo pasado, en la pista del club Casino Deportivo, de donde obtuvo su nombre. Luego del cierre de ese lugar, en 1962, los entusiastas lo mantuvieron y perfilaron hasta condensar los cerca de 25 pasos clásicos que se enriquecen por los propios bailadores. Nunca se forma una coreografía homogénea, aunque se danza en ruedas para que las parejas se intercambien con ritmo y sincronía.
“El casino tiene su origen en los coreógrafos de las fiestas de quince, los creadores del danzón y el son, del chachachá, el mambo, el jazz y la rumba, porque todos influyeron en generación”, recuerda Teresita.
Con su proyecto Casineando… Segarra estuvo muy vinculada a la organización de una rueda gigante que pretendió ser un récord Guinness. “La rueda de las mil parejas se intentó lograr en la zona de La Piragua, en el malecón habanero, donde participaron no solo cubanos, sino también unos 400 extranjeros de 17 países. Y aunque no alcanzamos la meta de las mil parejas, reunimos 480, no todas tan jóvenes.”
“La empresa Artex, la gestora principal de la idea, pidió la inscripción en el Récord Guiness, porque aunque no se rompió el récord en cantidad de parejas establecido por Grecia en el 2014, sí se superó en tiempo de baile, con 14:58 minutos”, argumenta.
“La sede principal del proyecto hoy es el círculo social Gerardo Abreu Fontán, donde se baila dos sábados al mes, pero también nos hemos presentado en el Salón Rosado de la Tropical, y en los círculos Otto Parellada, Marcelo Salado, José Antonio Echeverría, el Balneario Universitario El Coral y ahora en el Aracelio Iglesias (Los Marinos), en Jaimanitas”, cuenta Teresita.
Recientemente también ganaron un nuevo espacio, en la sala de fiestas Ipanema, del hotel Copacabana, que abre las puertas sin costo alguno para quien guste de las demostraciones de ruedas, competencias y hasta la posibilidad de aprender a bailar casino. Ocupa una tanda cada domingo entre las cuatro y las ocho de la noche, con música grabada y presentaciones en vivo de los grupos Aromas Kché y Contratiempo.
“De lo que se trata, afirma Teresita, es de incentivar el baile en pareja bajo ese estilo que se adapta al son, la guaracha y la salsa ya sea en parejas o en la popular rueda, en la que intervienen desde cuatro a quince o más parejas, según espacio disponible”.
“Siempre he tratado de sumar a los bailadores, sean jóvenes o no, para que participen de forma espontánea y al final de cada Casineando, entregamos reconocimientos a los mejores, seleccionados por un jurado de expertos, algunos fundadores del casino, quienes evalúan entre otros parámetros el ritmo, la armonía, la belleza en las vueltas y combinaciones, además de la interrelación de la pareja como tal”.
“Ya cerramos el año en la pista del Fontán, pero continuamos en el Ipanema, con aquellos que gustan de saborear los ritmos cubanos y forman parte de la gran familia de Casineando en Playa. Por su prevalencia en las pistas cubanas durante más de medio siglo, pretendemos que, al igual que la rumba, el Casino sea reconocido como patrimonio cultural de este país, esa es nuestra máxima aspiración”, concluye.
Guardo gratos recuerdos del baile casino. Recuerdo con cariño bailar casino en el Club Náutico y en las fiestas de quince cuando apenas tenía 14 años y antes de salir de Cuba en 1962. Mi hija nacida en Estados Unidos, también lo aprendió al estilo rueda como se le conoce ahora y lo disfruta con su esposo. Creo es una bella tradición cubana.