La conocí hace dos años. Asistía a una de las funciones de Showroom y, delante de mí, quedaba un asiento vacío que ella ocupó segundos antes de comenzar la obra. Susana Pous balanceaba su cuerpo discretamente, de un lado a otro, tarareaba la música, contaba, inhalaba y exhalaba a la par de sus bailarines. Había en ello un intento por repetir o rectificar los pasos de la escena.
Susana Pous, alguna vez, había sido consideraba la intrusa de una historia. La historia de la compañía cubana DanzAbierta, fundada por Marianela Boán.
Poco tiempo antes de que su fundadora se separara de DanzAbierta, Susana Pous subvertía los esquemas migratorios del universo cubano. Esta bailarina, nacida en Barcelona, llegaba a La Habana decidida a acostumbrarse al tiempo o al no-tiempo de la Isla y a entregarse a la danza, como no pudo hacerlo en España. Y pasó a formar parte del grupo.
En el 2001, Marianela Boán dijo adiós a DanzAbierta y la compañía comenzó a perecer. La falta de rigor resquebrajó el elenco y la dinámica con los nuevos coreógrafos no conectaba a fondo con las potencialidades del grupo. Por esos años, el trabajo coreográfico cubano atravesaba momentos de severa esterilidad y los críticos afirmaban que la danza se había anquilosado.
Guido Gali, al frente de DanzAbierta, no cesaba en sus intentos de revivir la compañía y, como en el pasado, mantenía un trabajo abierto al mundo de la experimentación danzaria. En el 2006, Susana Pous, encuentra espacio como coreógrafa junto a DanzAbierta para debutar con la pieza Qué se puede esperar cuando se está esperando. Llevaba en el vientre a su primera hija, Luna, y sobre el tema de la maternidad fijó el argumento.
Luego, Pous reaparece en escena con MalSon (2008), pieza que concebiría en dos años. La obra demostraba que era consciente de lo atípico de la sociedad cubana y allí ancló su historia. Desde una mirada en la que coexisten ineludiblemente dos posturas: la extranjera, la cubana.
Con MalSon, el binomio Guido Gali y Susana Pous logró reinventar DanzAbierta aun cuando el recuerdo de las creaciones de la Boán –nutridas del posmodernismo norteamericano, la danza-teatro alemana y la inatrapable Pina Bausch–, permanece imborrable. Luego llegaron los premios, las invitaciones a los festivales en varios continentes y el momento de repensar la próxima pieza: Showroom, o mejor dicho, el lado oculto de una realidad.
En septiembre, DanzAbierta viajará a los Estados Unidos y presentará MalSon y Showroom. La Fundación norteamericana Copperbridge, desarrollará un evento comunitario en la ciudad de Miami, donde DanzAbierta será protagonista.
El viaje hacia la Cuba que habita a 145 kilómetros de la propia Isla reanudará un diálogo muchas veces añorado. Susana Pous sabe que, en cualquier parte del mundo, a los cubanos les hace vibrar su cultura hasta las entrañas, y MalSon los hará reencontrarse.
Fotos: Alejandro Calzada
DanzAbierta nunca será igual sin Marianela Boán. Su talento es insustituible.
Bienvenida DanzaAbierta a Miami. Los que la vimos nacer y crecer de la mani de la Boan, no la hemos olvidado, los que sabemos de la entrega de Gali, la extrañamos. Los esperamos!!!!