Foto: Alain Gutiérrez y cortesía de Habana Compás Dance
Bastan unos pocos minutos sobre el escenario para que surja el hechizo. Doce bailarinas y cuatro músicos cautivan al espectador más exigente a golpe de tambor, sensualidad y ritmo. Habana Compás Dance (HCD) se nutre, fusiona y reinventa a partir de las esencias fundamentales de nuestra nación.
Liliet Rivero, fundadora y directora de la compañía, solo podía soñar con algo así allá por el 2004.
“Después de 8 años como bailarina y coreógrafa del Ballet Lizt Alfonso, sentí la necesidad de desarrollar mis inquietudes artísticas sobre la fusión de la esencia de las diferentes danzas y decidí, junto a cuatro bailarinas, crear una compañía. De esta manera, emprendía un camino diferente y a la vez diverso, que ha pasado por varias etapas”.
La más reciente de estas etapas comienza en el 2008 cuando se integra a la compañía el maestro de percusión y artista de la plástica Eduardo Córdova. Surge entonces la línea artística actual de la compañía, una síntesis coreográfica donde se funden la esencia de las danzas españolas con los ritmos afrocubanos y la danza contemporánea mediante nuevos códigos estéticos “Habana Compás Dance es la concreción de mis sueños y los de mi equipo. Trabajamos con mucho amor y en la perfección del trabajo artístico, es la voz de mi pueblo y sus ancestros, la síntesis de todas aquellas culturas que dieron origen a nuestra nacionalidad. Cuba es España, África y América, todo unido en un gran ajiaco: eso nos dice que somos ritmo, alegría y gran espiritualidad”, apunta Liliet.
Tanta es la pasión y entrega, que cualquiera podría pensar que estas muchachas nacieron sobre el escenario. Lo cierto es que HCD es resultado de un esfuerzo que implica una preparación diaria de muchas horas. Durante estos años se ha trabajado fuertemente en el desarrollo de las integrantes de la compañía, enfatizando en los diferentes bailes tradicionales y contemporáneos. Las bailarinas, además, trabajan la percusión con todos los elementos imaginables: baquetas, castañuelas, tacones, chancletas, bastones, claves, chequerés y sillas percutivas. Sorpresa grata no solo para el espectador, sino para las propias intérpretes. “Estar ahora tocando percusión es algo que nunca imaginé, pero hoy forma parte de mi vida artística al mismo nivel que la danza, soy muy exigente en el trabajo y eso hace que cada día se perfeccione más”.
Sonidos que llegan al oído y al corazón, dándole forma y movimiento a la figura de cada bailarina, que por su derroche de energía y virtuosismo se han ganado el renombre de Amazonas Danzarias. Un movimiento que es esencia de Habana Compás Dance y se manifiesta por medio del imaginario afrocubano y español insertado en cada coreografía, en cada pintura o tambor tallado por Córdova. “El movimiento forma parte del trabajo escenográfico de la compañía y también de la complejidad rítmica, en sus interpretaciones, en la forma única y natural donde soy capaz de tocar un tambor de siete sonidos y poder hacer el taconeo con elementos del flamenco, sin perder la cubanía que nos caracteriza”, concluye Liliet.