Una de las grandes figuras de la danza mundial, el español Antonio Gades, fue evocado este jueves en La Habana a 50 años de su debut en Cuba.
El célebre bailarín y coreógrafo, cuyos restos descansan en el municipio santiaguero de Segundo Frente, protagoniza un libro presentado en la Casa del Alba Cultural, en la capital de la isla.
Se trata del volumen Antonio Gades. Arte y Revolución, del periodista y escritor argentino Julio Ferrer, colaborador de medios como La Pulseada, Revista 2016, el periódico de las Madres de Plaza de Mayo y de los diarios Diagonales, El Día, Página/12 y Tiempo Argentino, entre otros.
Recuerdos, anécdotas y emociones se cruzaron durante la presentación del texto, en un ambiente donde el público y personalidades de la danza como los bailarines españoles Joaquín de Luz y Stella Arauzo, directora artística de la Fundación Antonio Gades de España, honraron al célebre artista, de acuerdo con un despacho de la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
En opinión de Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba, el libro de Ferrer no es un ejercicio literario, sino un acto de fe, de comunión de ideales.
Por su parte, el autor del texto aseguró sentirse honrado por estar en Cuba y añadió que en el libro se refleja la vida y obra de Gades. Más de 60 entrevistas realizadas al bailarín en diversas partes del mundo aparecen en esta obra literaria.
“Era un hombre antiimperialista y antifascista, que creía en la condición humana y en la igualdad de todos; comprometido con su tiempo”, destacó el escritor y docente argentino sobre el artista, quien llegó por primera vez a Cuba en 1975 invitado por Alfredo Guevara, fundador del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC).
Publicado en 2024, el libro contiene, entre muchos, un capítulo que su autor considera “muy especial”, el cual está centrado en el amor que sentía Gades por Cuba y lo que significaba para él la Revolución cubana, proceso social y político con la que el bailarín se sentía identificado.
Según Ferrer, el volumen intenta reflejar todas las facetas de Gades: el artista, el ser humano y el político; al tiempo que se muestra también su relación con las artes y con personalidades como Fidel Castro.
Otras figuras cercanas a Gades también destacaron su impronta, entre ellas Redento Morejón, quien fuera representante comercial en la embajada de Cuba en España; y el doctor José Ángel García, quien cuidó la salud del artista hasta su muerte de cáncer en 2004, en Madrid a los 67 años.
La presentación del libro Antonio Gades. Arte y Revolución se inserta en el XXXI Festival La Huella de España, que hasta este sábado próximo ofrece un programa con importantes agrupaciones nacionales y foráneas.

Gades, a trazos
El bailarín, actor y coreógrafo español Antonio Esteve Ródenas —nacido en Elda, Alicante, el 16 de noviembre de 1936— provino de una familia pobre que se trasladó a Madrid en 1941 tras los pasos de un padre republicano.
Antonio tuvo que abandonar sus estudios para trabajar en distintos oficios, que alternaba con su afición a los toros.
Descubierto en un circo por la bailaora Pilar López, a quien debe el sobrenombre de Antonio Gades y de quien aprendió que “primero está lo ético y después lo estético”, el artista integró la compañía por nueve años, hasta convertirse en primer bailarín. De 1961 es “Ensueño”, su primer espectáculo de éxito.
Tras una fructífera etapa en Italia —trabaja con Antón Dolin en “Bolero” para la Opera de Roma y debuta en 1962 en la Scala de Milán— reaparece en el tablao madrileño El Corral de la Morería y se lanza al celuloide como actor en 1963 con el musical “Los tarantos”, de Rovira Beleta, con quien volverá a trabajar en 1967 en “El amor brujo”.
Su carrera cinematográfica incluye, en esta década, títulos como “Con el viento solano” (1965) a las órdenes Mario Camus, realizador que extrae su mejor registro dramático en el papel del gitano Sebastián.
Gades compartió escenario con Carla Fracci y Rudolf Nureyev y en 1969 irrumpe con su propio ballet: una cooperativa de poco más de una docena de integrantes que presenta en París y con la que mereció en 1970 el Premio Nacional de Teatro.
Con su compañía, el artista flamenco paseó “El amor brujo” por los escenarios de Europa, América y Asia, y posteriormente su versión de “Bodas de Sangre”, en 1974, que le consagró internacionalmente.
Tras la muerte de Franco, aceptó dirigir el Ballet Nacional de España (BNE), un periodo que termina con su cese el 3 de marzo de 1980 y la disolución del ballet por carecer de entidad jurídica. Junto con los bailarines, que solidariamente abandonaron el ballet, forma el Grupo Independiente de Artistas de la Danza (GIAD), cooperativa que dirigió hasta 1981.
Atraído por la interpretación y a las órdenes de Carlos Saura protagoniza junto a Cristina Hoyos y Laura del Sol la trilogía cinematográfica “Bodas de sangre”, 1981; “Carmen”, 1983 y “El amor brujo”, 1986.
Ese trabajo le unió con gran éxito al director aragonés, y concretamente “Carmen” fue designada en 1984 candidata al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Con el mismo título, Gades estrenó en marzo de 1983 un espectáculo que exhibió por todo el mundo.
Luego de reconstruir su compañía, en 1994, lanzó “Fuenteovejuna”, su último espectáculo, una adaptación de Caballero Bonald sobre el texto de Lope de Vega que encandiló al mundo.
Cuba, segunda patria
Su relación con Cuba fue especial, más allá de sus afinidades políticas. En 1978 Antonio Gades se trasladó a La Habana invitado por Alicia Alonso, quien convenció al artista de volver a los escenarios luego de dos años de ausencia.
“Alicia Alonso —reconocería Gades— ha contribuido a enseñarme el verdadero sentido de un trabajador de la Cultura. Me enseñó todo lo que luego puse en práctica en el Ballet Nacional de España como director”.
El 28 de abril de 1978 junto a Alicia, Antonio Gades interpreta la coreografía “Ad libitum”, del coreógrafo cubano Alberto Méndez, con música de Sergio Vitier. Ella en puntas, él con su atuendo flamenco, chalequillo corto y botas.
“Fue algo extraño —recordaría el bailarín— los ritmos eran flamencos, pero se interpretaban con instrumentos africanos, y por eso había una fusión de la cultura española, africana y la cubana”.
Sin embargo, la colaboración con la prima ballerina assoluta no quedó en “Ad libitum”, sino que el español llegó a interpretar el personaje de Hilarión en la mítica “Giselle” de Alicia Alonso, su gran papel en la historia del ballet clásico.
La experiencia consiguió fantásticas críticas del Metropolitan Opera House de Nueva York y Kennedy Center de Washington.
“Yo sabía que Antonio era el Hilarión por excelencia. Él al principio no lo creía, pero poco a poco se fue metiendo en el personaje”, comentaría la directora del Ballet Nacional de Cuba.
Poco antes de morir, Antonio Gades fue condecorado en La Habana por Fidel Castro con la orden José Martí. Las cenizas del artista flamenco yacen al pie de la Sierra Maestra, en el mausoleo de los guerrilleros del segundo Frente Oriental.
Unos 22 años antes, Fidel Castro y Alicia Alonso habían sido los padrinos de su boda en La Habana con Pepa Flores, la actriz y cantante española conocida como Marisol.