El espectáculo es mundo de sonrisas, vigor, alegría desbordante, nadie desde afuera lo calcula como sacrificio, tumulto de esfuerzos, campo de concentración o tempestad; en la que sobrevives o pereces según los límites del cuerpo.
“Baila y baila todos los días, ante un público diferente, en distintos países, lejos de tu familia, amigos, tu pareja, con los problemas de salud que le pueden acontecer a cualquiera. Casi siempre cuando alguien tiene mucha carga de un espectáculo tras otro, después lo ves muy sedentario, porque no todo el mundo aguanta ese ritmo. A veces no sabes qué día de la semana es, ni en qué país estás, el metabolismo cambia, especialmente en las mujeres”, relata Lianett Rodríguez, bailarina de Ballet Revolución, un proyecto que nació como espectáculo y ha ido tomando forma de compañía.
“Lia” –pues así le llaman todos- integró durante tres años Danza Contemporánea de Cuba tras graduarse de la Escuela Nacional de Arte en 2007. Su atracción por los espectáculos musicales la impulsó a participar en el show Lady salsa y el montaje de dos nuevos por entonces: King of salsa –del cual fue solista principal- y Ballet Revolución.
“Con Revolución partimos a una gira de dos meses por Australia y a la vez ensayábamos King of salsa porque después debíamos bailarlo en Estados Unidos. ¡Teníamos en la cabeza una cantidad de shows! En Australia la única mujer de King of salsa era yo y me tocó ensayar a todos los hombres del espectáculo, sin mujeres”, cuenta orgullosa de la confianza depositada en ella por el coreógrafo y director artístico Rocland González.
Pero, para soportar semejante cantidad de trabajo y variedad de estilos, resulta imprescindible una base técnica amplia y sólida, más un entrenamiento corporal extra, fuera de los programados ensayos.
“El bailarín necesita una excelente preparación muscular, además de las dotes naturales, de las ganas de ser y de cualquier aprendizaje profesional. De inicio lo más importante es la preparación muscular para que el cuerpo se adapte a grandes cargas, en cualquier estilo. Solo la preparación hace al bailarín espectacular. No menosprecio lo que viene con uno por naturaleza pero el bailarín debe tener un entrenamiento diario. En mi caso desde los cuatro años entré en la gimnasia rítmica, después pasé por el ballet clásico y con los años decidí estudiar danza”, explicó esta joven inquieta cuya habilidad para fusionar la danza callejera (street dance) con elementos de la clásica fue descrita como hipnótica por el periódico australiano The Sydney Morning Herald.
Según la artista, el mundo del espectáculo le ha permitido aprender y experimentar estilos, explorar los límites de su cuerpo y conocer nuevos lugares del planeta. También, ha tenido que viajar y bailar en el mismo día, más de una vez debió dedicar el único momento de descanso de la semana a desplazarse de una ciudad a otra, lo cual implica recortar horas de sueños para organizar el equipaje. “Ahí entra a jugar la preparación, mientras más te prepares el cuerpo podrá aguantar más. Igual influye la alimentación y el descanso, es una balanza que debemos llevar constantemente”, reveló.
A esta bailarina le aterra un mes de vacaciones total, parar en seco provoca consecuencias fatales para el cuerpo. Ella no se lo permite y por suerte hace años encontró una persona que la apoya en sus entrenamientos cotidianos en Cuba. Lia conoció al fisioterapeuta Miguel Capote Jr. por una molestia en la cadera en un momento de mucha carga laboral. “Desde entonces nunca lo he abandonado, es mi hielo, mi paracetamol, mi Ibuprofeno, mi desestresante, mi masajista”, asegura entre risas y gestos de admiración y cariño por el profesional que hoy cuenta entre sus amigos.
“Realmente, he encontrado en él un gran apoyo para mi carrera. Los bailarines vivimos en un mundo aparte y yo soy ajena a las pastillas, porque muchas veces tenemos tantas horas de entrenamiento que el alimento consumido lo desechamos muy rápido. Con Migue tengo una conexión que me duele algo y, sin necesidad de especificarle dónde, él se percata y me explica el por qué. Gracias a su experiencia de tantos años junto a su padre (reconocido fisioterapeuta), él conoce el cuerpo y la forma de entrenar de cada uno de sus pacientes. Por su experiencia, sabe cómo se prepara un bailarín y cómo librarlo de lastimaduras, operaciones y cansancio”, reconoció.
La artista asumió a Capote no solo como la persona que la ayudaría a quitarse un dolor sino, sobre todo, como preparador físico; pues ambos comparten la conciencia del cuidado del cuerpo, instrumento de trabajo crucial para los bailarines.
Cuando Ballet Revolución surgió, a mediados de 2011, Lia participó del proceso de audiciones a modo de asistente de los coreógrafos. “No me sentía tanto como bailarina sino integrante del proceso creativo. Y cuando comenzaron a montar el espectáculo se dieron cuenta de que yo sí podía hacer King of salsa y este a la vez. Me sigo sintiendo parte del equipo creativo hasta hoy”, dice mientras mira el reloj para que no se le escape un ensayo.
“Los jóvenes y atléticos bailarines cubanos de Ballet Revolución mediante movimientos corporales ya han dado muestras de magnífica elocuencia en muchas partes del mundo; las auditorios disfrutan de su exuberante energía y de la alegría de vivir con la que estos bailarines convierten cualquier idea en una explosiva e intensa actuación”, expuso la prensa australiana hace un año.
Los productores de Ballet Revolución tenían la experiencia de Lady salsa, King of salsa y Bar de Buena Vista. Lía destaca la pretensión de hacer un espectáculo con una visión futurista, donde se mostrara el bailarín como tal, “crudo” –enfatiza ella-, sin tanta producción escenográfica, ni tantos vestuarios, solo mostrar al bailarín cubano.
Los coreógrafos Aaron Cash, de Australia, y Rocland, de Cuba, deseaban una fusión del ballet con la danza contemporánea y ritmos musicales modernos. El producto resultante, catalogado por la prensa como “una expresión cubana única y del mayor virtuosismo”, recibió aplausos en teatros llenos en Australia, las ciudades alemanas de Zurich, Hamburgo, Frankfurt, Munich y Berlín, Londres (Gran Bretaña) y Viena (Austria), “lugares donde la audiencia suele ser más clásica y fría” –advierte Lia.
Los ensayos para retornar a Europa en diciembre de 2013 comenzaron con ciertos cambios de música y coreografía pero mantienen la misma base del anterior, atestigua la bailarina. “Tal vez un poco más sofisticado porque son los mismos bailarines en todas las coreografías y eso te crea bastante agotamiento muscular. Añade los viajes de una ciudad en otra y directo a función, después de dos años los coreógrafos se han dado cuenta de la necesidad de descansar un poco aquí o allá, a lo mejor no tanta danza en un tema y más música. Con el tiempo evoluciona la visión de los creadores y del director”.
Lastimaduras, agotamientos musculares, todos los percances en el camino han servido para comprender la utilidad de algunos cambios. Para Lía el único elemento no negociable es la versatilidad y en Ballet Revolución está garantizada por los estilos de sus coreógrafos. “Aaron Cash trabaja la línea neoclásica y le gusta montar la contemporánea sobre música americana, temas de Chris Brown, Usher, Sandal, porque él tiene ese swing. Rocland trabaja más sobre lo cubano, utiliza la técnica de ballet pero con sabor, la musicalidad de nuestra isla del Trópico”.
Las giras de Ballet Revolución también le dieron a Lia oportunidades de tomar clases en Londres con el Rambert, una de las compañías contemporáneas de mayor prestigio en el mundo, y el English National Ballet, dirigido por la española Tamara Rojo y la cubana Loipa Araújo (directora artística asociada).
“Lo bueno de esas compañías es que trabajan con mucha suavidad, independizando realmente los músculos que necesitan, única y exclusivamente. No hay que estar tan tensos, tan rígidos para hacer un paso, una coreografía. Te muestran lo conveniente de saber qué músculos intervienen en el movimiento y no trabajar de más. Para ellos la agresividad no hace falta y hacer de más es votar”, resume esta experta en diversidad que ha pasado por diferentes técnicas de baile y transitó por Danza Contemporánea de Cuba y el Ballet de la Televisión Cubana, en este último como solista.
“Mi cuerpo necesita eso, la diferencia, el cambio, porque a veces como que te sientes rígido y necesitas soltarlo un poco, con otra clase, algo de danza en el piso o body contact (una técnica danzaria), alguna clase de actuación, música, incluso jugar, saltar, correr. El cuerpo se adapta a un ritmo de vida pero hay un momento en que necesitas saber para dónde cambiar porque no es suficiente. Si te encasillas en una sola técnica, cuando quieres hacer otra no tienes de dónde sacarla, porque no la has vivido, no basta con verla, tienes que sentirla, darla, porque el cuerpo es el único que te va a decir si está bien o mal. Tienes que sentir si entra en ti, qué te aporta, para un baile o para tu vida diaria, porque eso también”, alega la joven coqueta y bromista que ni en ratos libres olvida la danza.
A su criterio, el artista integral es el que pasa un poco por todo. “Como es lógico hay estilos más afines con uno, pero el artista con deseos de conocer y desarrollarse en el mundo del espectáculo debe experimentar un poco de todo”, afirma esta apasionada de Jiri Kyllian, Wim Vandekeybus, Mats Ek, Ana Laguna y Rafael Bonachela.
A pesar de su admiración por grandes creadores contemporáneos, la práctica le enseñó a Lía que la técnica esencial en la preparación de cualquier bailarín es la del ballet, por eso dedica tiempo en la actualidad a incorporarla. Aprendió además que necesitaba cuidar su cuerpo mucho más, no descuidar su alimentación y los beneficios del hielo constante sobre los músculos.
“Mientras más cansado estés no importa, tienes que calentar bastante, prepararte bien antes de bailar, y en Ballet Revolución tenemos que bailar con mucha técnica, limpieza, con la rapidez de músicas muy modernas, por suerte los vestuarios no son incómodos pero necesitas estar concentrado, preparado” -alegó.
El proyecto reúne a bailarines con experiencias anteriores en el Ballet Nacional de Cuba, Danza Contemporánea y el Ballet de la Televisión, entre otras instituciones. El espectáculo no cuenta una historia definida, simplemente sigue la estructura de una revista musical. “Mucha danza, virtuosismo, los músicos tienen un papel de peso porque la música es en vivo. ¿Tú sabes cómo eso te retroalimenta? En vivo pasan tantas cosas, y la energía de ellos ese día también cambia” –recuerda la bailarina, anhelante de nuevos escenarios.