La vida de Menia Martínez (1938) está llena de sucesos. La primerísima bailarina clásica y neoclásica, coreógrafa, maître, traductora y cantante ha tocado varias veces el cielo y la gloria con sus propias manos y a sus más de ochenta años se mantiene enseñando todo lo aprendido en tantos años dedicados al ballet, lo que siente como un compromiso con todos sus maestros.
Desde hace una década Menia se desempeña como Directora Artística del Conservatorio de Danza de Bruselas, un sitio que tiene enorme relevancia para ella.
“Imagínate, fue el primer salón que yo utilicé como bailarina en Bruselas y cuando me hablaron de este lugar, me sentí orgullosa de poder ser la directora del centro que tan significativo fue en su momento”, nos cuenta.
Ballet y música
“Desde muy pequeña cantaba, no sabía lo que era ser bailarina clásica y mis padres me llevaron al Conservatorio Municipal de La Habana, pero la voz no se me había desarrollado”, rememora la artista.
“En ese momento una maestra de danza clásica y española notó mis condiciones para el ballet: flexibilidad, buenos pies y, sobre todo, muchas ganas. Según ellos me desarrollaba con mucha libertad como una profesional sin serlo. Pero como tenía buena voz, mi objetivo era hacer comedia musical, solo que en Cuba en ese momento no existía una escuela para ello. Luego me llevaron al Ballet Alicia Alonso. Allí Fernando y Alicia me hicieron las pruebas y me otorgaron la primera beca. Junto con ellos hice viajes a América del Sur y en poco tiempo fui profesional del cuerpo de baile. También pude intervenir en algunos espectáculos fuera de Cuba”, cuenta.
Gracias a la guía del Poeta Nacional Nicolás Guillén, a quien considera su mentor espiritual, Menia obtiene una beca para continuar sus estudios de ballet. Fue aceptada en la mundialmente reconocida Academia Vagánova de San Petersburgo, taller donde se formaron las grandes estrellas mundiales del ballet ruso.
Un dato muy poco divulgado sobre la vida de esta conocidísima mujer es su vínculo con la música, otra de sus más grandes pasiones.
“Para un festival de juventudes en Polonia me invitaron al viaje en barco donde canté y hasta me regalaron la visa portuguesa”, se ríe.
“Estudiando en la antigua Leningrado los estudiantes me pidieron que cantara, sabían de mi gusto y las ganas de cantar. Luego, una orquesta se interesó por mí y aunque el director de la escuela se negó, pude presentarme en algunos espectáculos. En Moscú le pedí a Nicolás Guillén algunos temas de música cubana para incorporarlo a mis actuaciones. Siempre fui y seré admiradora de Celia Cruz y Guillén me ayudó a conseguir algunos temas cantados por ella. Tuve mucho éxito, al puntode que nos pidieron hacer una grabación con canciones españolas y cubanas. Fue una etapa muy importante de mi vida”.
“Todos los ballets son difíciles”
Como estrella mundial del ballet, Menia Martínez se presentó con diversas compañías como el Ballet Kirov, el Ballet Bolshoi y el Ballet de Siglo XX dirigido por otra de las grandes figuras de la danza mundial: Maurice Béjart. A Menia se le recuerda también por sus roles en Don Quijote y Giselle, entre otros.
“Todos los ballets son difíciles, todo lo que bailes tiene que tomar su tiempo y elaborarlo. Pero el ballet que más me pidieron fue El lago de los cisnes. Con ese tuve más éxito. Como coreógrafa, según Fernando y Alicia, tenía condiciones, y desde temprano empecé a hacer coreografías y en Cuba monté mi primer ballet titulado ‘Las imágenes’ con Loipa Araújo, María Elena Llorente y Mirtha García. Después hice algunas coreografías para el Ballet de Camagüey hasta que seguí como maestra y bailarina”, apunta.
Unida en matrimonio con el santiaguero, coreógrafo y director artístico Jorge Lefebre, ambos dieron un exitoso vuelco al Ballet Real de Wallonie auspiciado por la reina Fabiola de Bélgica. Pudieron llevar todas las obras de Lefebre a los grandes escenarios de Europa y otras partes del mundo.
“Me siento muy atada a Cuba y siempre he aportado todo lo que he podido a la danza de mi país. Cuba para mí es todo”, concluye así esta eterna novia del ballet cubano.