Tony Ávila presentará su disco Timbiriche el próximo 30 de octubre a las 7 de la noche, en la Casa Cultural del ALBA. “Escogimos este lugar porque es un espacio abierto, y puede ir más gente, que no se vea presionada a pagar un cover, y entonces el dinero que ahorren en esto lo gasten en el disco”. Así me comentó este habanero de nacimiento, pero que para periodistas como yo nacidas en Matanzas, es un placer y un orgullo que sus primeros temas se estrenaran allá.
Timbiriche es un concepto. ¿De qué se nutre musicalmente este disco?
Este disco sigue los pasos del fonograma En tierra, basado en la variedad, en la diversidad de géneros y temas de las canciones. En ese sentido se puede decir que le hicimos un poco de caso al mercado, no se puede obviar que al final hay un destino. Es un disco que al igual que en mis canciones en general, se alimenta de las vivencias cotidianas de los cubanos. De conceptos como el existencialismo, el humanismo, de conceptos filosóficos, como la vida y la muerte y con el hecho de ser y de estar dentro de la sociedad.
Es un disco con quince canciones que hace un recorrido de alguna manera por temas que tienen que ver más directamente conmigo. Empieza con Nacimiento que es una canción que habla de mi nacimiento, y cierra con el tema Madre, una canción dedicada a mi progenitora. En el medio se podrán encontrar con Habana, que es una canción que relata mi nostalgia porque me fui de tan pequeño y ahora regreso con mis canciones y mi guitarra. Tiene también Cuatro paredes para amar, que se acerca más a mi, a mis hijos, a mis hermanos, al dolor y a la felicidad, se acerca a como soy, de dónde vengo y quizás hacia dónde voy.
Tiene también una mezcla de guaracha, de doble sentido, de temas sociales. En materia de sonoridad es un disco más sólido que En tierra, porque hay más elementos musicales, sin desvirtuar los elementos de sonoridad de mi grupo.
Timbiriche se construyó con una filosofía muy práctica y que me la aconsejó Pedro Luis Ferrer: el disco se hace en los conciertos, con el público, tú solo vas a grabar lo que ya sabes que es el disco.
¿Qué elementos de continuidad y ruptura hay desde la peña en el Patio de los cangrejos en Cárdenas, hasta Tony a la carta en el Bertold Brecht?
Siempre hay ruptura, desde el momento en que te trasladas desde un lugar, desde un escenario a otro, hay ruptura geográfica, física. En el momento exacto en que tu obra comienza a insertarse en un público más amplio, también hay una ruptura, te ves permeado por otros códigos, por otras influencias. Van naciendo, de hecho, otras canciones, que son parte de esta misma ruptura.
Pero en esencia hay una continuidad clara, sigo siendo el mismo de cuando empecé con mi guitarra hasta hoy, en lo personal y en lo profesional, quizás un poco más agudo. Es esa dicotomía de cambiar y de romper pero siendo el mismo en esencia, con los pies en la tierra.
Tú trabajas con tu agrupación hace ocho años ¿cómo influye esto en la composición de tu música?
Al principio tuve cierto temor si era oportuno o no, si me amarraba tener una agrupación, pero creo que mi música en esencia le asienta muy bien el acompañamiento de una banda como esta, que es pequeña, y que la convierte en una gran familia de gente que defiende tanto mi música y lo hace con tanta gana, que yo no podría traicionar jamás esa voluntad de ellos.
El grupo influye e influye para bien. Hay excelentes músicos que aportan con su talento y no solamente decoran o le ponen una vestimenta a lo que yo hago. Creo que realmente transforman mi música, sin dejarla que se pierda en ese contexto de montaje o de cambio cuando uno le pone más elementos musicales a una canción.
¿Qué ventajas y desventajas hay en permanecer en Matanzas y mantener también presentaciones en La Habana?
El estar fuera de la capital te roba un poco la inmediatez de estar en el momento que necesites y tal vez no puedes estar. A la vez estando fuera un poco que yo descanso y el público también descansa de mí y de mis canciones. Yo le tengo respeto al fenómeno del “peñismo”, por darle un nombre, que es cuando uno tiene su peña, pero después va a la de los otros músicos y se vuelve a presentar, y cuando ya te repites mucho la gente tiende a aburrirse y uno también se empieza a cansar. El hecho de no vivir aquí me roba la inmediatez, pero no la presencia.
¿Puedes actualizar cómo va la convocatoria al concurso de guaracha “A mí me gusta que baile Marieta”?
La intención del concurso es revivir la guaracha que heredamos de Ñico Saquito y que el Guayabero elevó con su estilo a lo más alto. Queremos que los concursantes respeten en el concurso el lenguaje, pues es la forma de contribuir a parar un poco el deterioro despiadado que ha sufrido el lenguaje desde la música, la cultura, desde la vida en general; y que la guaracha pues sirva como un muro de contención a esto, y demostrarle a la gente desde la misma voz popular, que no hay que utilizar tantas malas palabras, ni acudir a la vulgaridad, ni la banalidad, que no hay que denigrar, ni discriminar a nadie.
Por otra parte El Guayabero se merece todos los homenajes del mundo y creo que es un pequeño aporte a que su obra siga y perdure. El concurso ya tiene confirmado su jurado de admisión y del premio, entre los cuales te podría adelantar al investigador Toni Pinelli, al trovador Ray Fernández, y David Álvarez. Ya se han enviado algunas obras. Está a punto de salir un spot para la televisión. Entre las entidades que auspician el concurso están Bis Music, Empresa de la Música de La Habana, el Instituto Cubano de Radio y Televisión y la Casa Natal del Guayabero. Se han sumado muchas figuras que han dejado su impronta en la cultura cubana como Silvio Rodríguez, Marta Campo, Adalberto Álvarez.
El concurso tiene una concepción elaborada. El punto final es un disco que queremos hacer con las 10 o 12 mejores canciones, y que lo que se haga con ese disco en materia comercial sea destinado a la casa del Guayabero, que se está intentando restaurar. Bis Music sugirió también hacer un segundo volumen con canciones del Guayabero cantadas por los miembros del jurado, y así saldría un volumen doble con el homenaje por los ganadores y las canciones cantadas por el jurado.
Se está trabajando en un lugar fijo que le rinda culto a la guaracha ¿Qué me podrías adelantar de eso?
Esta es una idea que a mí me emociona y me preocupa, porque me han dado la responsabilidad de ser el anfitrión del lugar. La intención es crear un espacio, que creo que en Cuba no existe, que le rinda culto al género. Aún hay que soñarlo, idearlo bien. Por ahora queremos que se llame La Guaracha y es para que todos los días haya música de este tipo, con una oferta gastronómica que tenga que ver con el género y que tenga un entorno agradable, para el que quiera trasladarse a la Cuba de los años 20 y quiera oír a Ñico Saquito a Matamoros, pues pueda ir. También queremos tener música en vivo. Ya el proyecto se está manejando con el maestro Toni Pinnelli, que es uno de los impulsores de esta idea.
Cuando compones música para cine o para la televisión no se siente diferencia entre el Tony de las peñas y el compositor para estos medios ¿cómo lo ves tú?
Así lo veo, porque así es como lo hago. Cuando me llaman y me encargan una obra de este tipo no me monto en un personaje para hacer eso. También a veces muestro primero obras que ya tengo hechas, pues puede que se ajusten y funcione. A mí me gusta el reto de escribir las canciones para una obra determinada, porque siempre te impulsan a tocar una arista nueva, un género que no he abordado en mi música, tal es el caso de la música para la obra la Pamplinera del grupo de teatro el Mirón Cubano en Matanzas, donde tuve que hacer un reguetón o un jazz.
En una entrevista anterior expresabas que no era una intención marcada ser vocero de temáticas sociales, ¿no crees que ya a la vez que la gente se identifica con tus canciones y las canta, surge esa responsabilidad?
Yo digo que no existe el sin querer, uno hace una canción y es un acto de creación, que en el fondo es consciente igual. De la creación se pasa a la idea, al concepto como estado de opinión, como punto de vista. Ya cuando lanzas eso al público y la gente lo tararea y lo hace suyo y lo utiliza en su vida hasta para defenderse, ahí se convierte en una responsabilidad que rebota como un boomerang, y eso me gusta, coquetear con la responsabilidad de ver lo que pasa.
Uno sin querer se hace vocero de lo que la gente quiere decir o quiere expresar, tal es el caso de temas como Mi casa.cu, que es parte del discurso de la gente, aunque la diga con otras palabras. En esencia eso a mí me alegra. Siempre y cuando mis canciones se conviertan en ejemplos de lo que la gente quiere expresar y construir, pues lo asumo como una responsabilidad.
Por: Mayté Madruga Hernández
Fotos: Cortesía del entrevistado